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Choque de élites en Cataluña: ¿por qué la nueva burguesía abraza el 'procés'?

El libro de Cristian Segura, ‘Gent d’ordre’, refleja esta renovación de las élites barcelonesas y su apoyo al procés

Choque de élites en Cataluña: ¿por qué la nueva burguesía abraza el ‘procés’?

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El plan rupturista liderado por los sucesivos gobiernos de la Generalitat en Cataluña ha contado, en distintas fases, con el apoyo de una parte de la burguesía catalana. Ahora, en medio de esta gran resaca del procés y sin visos de crear una república catalana a corto plazo, algunas de estas élites barcelonesas han empezado a alzar la voz para pedir sensatez a sus gobernantes con el fin de que Cataluña vuelva ser uno de los motores económicos de España.

Pero la división que se ha producido en la sociedad catalana no ha dejado indemne a estas familias catalanas, que han experimentado las mismas vicisitudes o contradicciones que el resto de ciudadanos: mientras algunos clanes continúan fieles a la idea de una España unida en la diversidad, otros pasaron a abrazar las bondades de la secesión. Incluso con un partido anticapitalista como la CUP como compañero de viaje. 

El periodista y escritor Cristian Segura, en su libro Gent d’ordre, la derrota de una élite (Galàxia Gutenberg) pone nombres y apellidos a esta élite, e ilustra cómo la paralización de la ampliación del aeropuerto de El Prat, entre otras cuestiones de índole económica, no hubiera sido posible en el viejo mundo pre-procés.

El natural relevo generacional explica, en parte, el cambio de fisonomía de estas élites, pero la red creada por la administración pública catalana representa también un motivo de peso para la implicación de esta nueva generación con el proyecto político.  

Élite empresarial y cultural 

Este acomodamiento de las élites empresariales no ha sido el único. También la aristocracia intelectual, académica o cultural ha sucumbido a los cantos de sirena del secesionismo. El caso más paradigmático es el del filósofo Josep Ramoneda. Como refleja Segura en su libro, un año antes de acceder a la junta directiva del Cercle d’Economia, afirmó en su columna en El País haber votado a la CUP. Quien fue uno de los referentes intelectuales del PSC y miembro destacado del establishment abrazó en 2015 el populismo de la CUP, partido que entre otros aspectos rechazaba en su programa electoral formar parte de la Unión Europea. 

Ramoneda, como muchos otros, ha ido modificando su discurso según soplaba el viento. De la ilusión de la que se contagió en los primeros compases del plan rupturista, cuando el movimiento independentista parecía invencible, ha ido atemperando sus posiciones a medida que el procés perdía pluralidad. Ha pasado de defender abiertamente a la CUP a moverse a posiciones más cercanas a la órbita de En Comú Podem.

Si un nombre sobresale por encima de todos, por su influencia en los medios y poder económico, es el del magnate Jaume Roures

Pero si un nombre sobresale por encima de todos, por su influencia en los medios y poder económico, es el del magnate Jaume Roures. El propietario de Mediapro idealizaba en 2016 en la radio pública catalana, Catalunya Ràdio, el régimen socialista cubano. Este empresario que, como Ramoneda, reconoció haber votado a la CUP y que da apoyo a Podemos, es dueño de un gigante audiovisual que ha basado gran parte de su fortuna en los derechos televisivos del fútbol. Como afirma Segura en ‘Gent d’ordre’, «posiblemente uno de los negocios más especulativos y turbios del capitalismo contemporáneo». 

Roures, además, trató de hacer fortuna con una casa de apuestas online. Una actividad económica que no casa muy bien con sus posiciones ideológicas, pero es parte de esta incongruencia o «cinismo» de parte de estas élites catalanas.    

¿El nuevo ‘suquet’?

La renovación de élites también se observa en estos actos que empresarios destacados o personalidades del mundo cultural, como Pere Portabella, hacían para unir a la flor y la nata de la sociedad catalana. El suquet de Portabella, por ejemplo, incorporó en los últimos años a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, junto a políticos independentistas y empresarios como Marc Puig, del grupo Puig, que según la revista Forbes es la octava fortuna de España o Joaquim Uriach, presidente de los laboratorios Uriach. Ni convergentes ni dirigentes del PSC o del PP asistieron a la fiesta de Portabella.

La boda de la hija de Jaume Giró, en 2019, tomó puntualmente el relevo mediático del suquet. A día de hoy siguen circulando en las redes alguna de las fotos de Pere Aragonès junto a Isidre Fainé y que sirve al independentismo más radical para denunciar la presunta connivencia del ahora presidente de la Generalitat con los poderes fácticos de España. 

El ahora conseller de Economía invitó a la ceremonia a Javier Godó, III Conde de Godó y Grande de España, y propietario de La Vanguardia, al ex presidente José Luís Rodríguez Zapatero, al presidente del Real Madrid Florentino Pérez y también a políticos independentistas como Aragonès, Artur Mas o a la tertuliana Pilar Rahola, entre muchos otros. 

Desde su salto en política, el ex directivo de Caixabank ha afirmado que es más partidario de pactar los Presupuestos de Cataluña con una formación antisistema como la CUP que con el PSC. 

Otros de los eventos que suele reunir a la clase dirigente catalana y española con el poder empresarial de Cataluña son los que organiza Luis Conde, figura de la corte de Javier Godó. En 2015 Conde celebró el veinticinco aniversario de su empresa de cazatalentos en el Palau de la Música. Uno de sus invitados fue Rodrigo Rato. Como relata Segura en su obra, el ex dirigente del PP ya «había caído en desgracia» y la mayoría de invitados se apartaron de Rato pese a que en el pasado «como si no le hubieran hecho la pelota en los mejores años de la bacanal económica». 

Casado, con expresos del ‘procés’

Fue el mismo Conde quien a finales de este octubre y tras las restricciones por la COVID-19[contexto id=»460724″] retomó el llamado Civet, en la localidad ampurdanesa de Fonteta. Ahí reunió a dos ministros, Fèlix Bolaños y José Manuel Albares, al líder de la oposición, Pablo Casado, a la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, al ex líder de la ANC e indultado por el Gobierno Jordi Sánchez, al ex presidente de la Generalitat Artur Mas o al consejero de Empresa y dirigente de ERC, Roger Torrent

También hicieron acto de presencia Salvador Illa, Alejandro Fernández, líder del PP catalán, o el cofundador de Mediapro Tatxo Benet. Ningún político de Vox[contexto id=»381728″], formación que en Cataluña supera a PP y Cs, asistió al acto y ha criticado el «compadreo» de líderes constitucionalistas con dirigentes condenados por su implicación en el procés.  

De Daurella a Canadell 

La derrota, y consecuente desprestigio del plan rupturista, también ha propiciado que algunos empresarios se descolgaran a tiempo. El caso de Sol Daurella, la presidenta de Coca-Cola Europacific Partners (con una fortuna de 1.900 milions d’euros, según Forbes), es paradigmático de ello. 

La catalana se avino en 2016 a ser consejera del Diplocat, el órgano de diplomacia de la Generalitat que ahora está siendo investigado por el Tribunal de Cuentas por los gastos destinados al procés independentista. 

Daurella dimitió tan solo dos meses después de aceptar el cargo. Estar en el centro del foco mediático por un asunto político influyó en su paso al lado. En su momento se consideró que su adhesión pudo responder a la influencia de su marido, Carles Vilarrubí, quien empezó su carrera ocupando cargos públicos en la Generalitat y fue directivo del proyecto Grand Tibidado, junto al empresario condenado por corrupción, Javier de la Rosa.

Ese mismo año, Daurella recibió la Cruz de Sant Jordi que otorga el gobierno de la Generalitat, aunque envió a su hijo a la ceremonia. El día que se anunció el galardón, Vilarrubí apareció en los Papeles de Panamá por aparecer de apoderado de una empresa que había vendido unas cavas a través de un paraíso fiscal. Vilarrubí también fue premiado con la Cruz de Sant Jordi un año antes que su mujer.  

El camino inverso de Daurella lo ha practicado Joan Canadell, ex presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona

El camino inverso de Daurella lo ha practicado Joan Canadell, ex presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona. El ahora dirigente de Junts per Catalunya creó el Cercle Català de Negocis para ser una suerte de contrapoder al Cercle d’Economía. También es uno de los principales inversores de Petrolis independents, una cadena de gasolinas que se dirige a los clientes independentistas.

Canadell tiene un discurso que roza la xenofobia contra España y los españoles y su mano derecha en la Cámara de Comercio, Albert Pont, fue candidato del partido de extrema derecha independentista Front Nacional de Cataluña. 

Si Canadell es un caso extremo, que «llegó a la cumbre de la sociedad civil barcelonesa por su afinidad con Junts per Catalunya», hay otros prohombres de los círculos empresariales catalanes que han flirteado con el procés sin caer en el fanatismo de Canadell. Uno de ellos es Víctor Grífols, presidente de la farmacéutica Grífols. Su compañía es un referente del sector de los hemoderivados, tiene el 80% de su producción en Estados Unidos. En 2014 pidió públicamente a Artur Mas que «no flaqueara» en la celebración de un referéndum de secesión. 

Como expone Segura, entre esas nuevas élites «no hay voluntad de reparar la fractura». En el caso de Grífols, «tampoco ha asumido el rol de pal de paller [piedra angular, en castellano]» pese a tener el perfil para actuar como moderador.

Otros que han moderado su entusiasmo inicial con el secesionismo son Víctor Font, candidato para presidir el Barça en las últimas elecciones, y CEO de Delta Partners, un fondo de inversión que tiene su gran flujo de actividad en Emiratos Árabes, o Ferran Rodés, presidente del Consejo Editorial del diario Ara hasta el pasado julio. Rodés procede del linaje de Los Rodés y han consolidado la multinacional de publicidad fundada por su padre, Leopoldo Rodés. 

Después de mucho tiempo de flirtear con el independentismo a través de las páginas del rotativo catalán, y según informó Nació Digital, Ferran Rodés fue uno de los empresarios que en el otoño de 2017 intentó convencer sin éxito a los principales líderes políticos de no proclamar la independencia para no agravar las consecuencias políticas y económicas de dicha proclamación. 

Como la mayoría de grandes empresarios catalanes, Rodés tiene muchos vínculos dentro y fuera de Cataluña y una situación de inseguridad jurídica como la DUI afectaba a su negociado. 

«Business is business»

En ese choque entre nuevas y antiguas élites, Rodés se enfrentó al Grupo Godó cuando fundó el Ara, así como a La Caixa, accionista de referencia de Agbar, cuando intentó, junto a José Manuel Entrecanales, ganar la privatización de Agbar, la empresa que suministra agua en el área metropolitana de Barcelona. Por aquel entonces, Rodés era también asesor de Artur Mas.   

Curiosamente, Rodés, como Javier Godó o José Manuel Lara, del Grupo Planeta, es uno de los empresarios que más ha promovido el catalán en el sector cultural y de medios de comunicación. Los Lara salvaron la editorial de libros en catalán Grup 62 así como El Punt Avui, periódico donde trabajó Carles Puigdemont como periodista. También forman parte del accionariado de La Razón, La Sexta o Antena 3. 

La habilidad para moverse entre dos aguas no se prodiga entre estos nuevos empresarios casados con el independentismo

Esta habilidad para moverse entre dos aguas no se prodiga entre estos nuevos empresarios casados con el independentismo. Por ejemplo, la familia Font, de los supermercados Bon Preu, ha optado por buscar su margen de crecimiento en inversiones en el ámbito de la energía, los seguros o la alimentación sin salir de los confines catalanes. 

Si el empresariado barcelonés de antaño quería mantenerse alejado de la política, otros, como la familia Sumarroca, respondieron al «llamamiento patriótico de Jordi Pujol», que criticaba la falta de implicación nacional de la burguesía. La empresa de construcción de los Sumarroca, bajo el liderazgo de Jordi Sumarroca, fue una de las principales adjudicatarias de obra pública de la Generalitat y parte de la trama del 3% de la antigua CiU.

Otra de las familias que representaron el «paradigma de orden» en Cataluña fueron Los Ribó. Hijos de un agente de bolsa que fue el secretario del líder de la Lliga Francesc Cambó, contrarios al republicanismo, a Rafael Ribó, defensor del pueblo en Cataluña desde 2004 y quien, como secretario general de ICV, obstaculizó la implantación territorial de Izquierda Unida (IU) en Cataluña.

Como defensor del pueblo catalán se ha posicionado abiertamente a favor de los líderes independentistas, y en 2019 durante una entrevista atribuyó los déficits de la atención sanitaria en Cataluña a «la gente que viene de otras comunidades a intervenirse».

«La reserva apache»

Finalmente, entre aquellos del viejo orden que no han querido sumarse al carro del procés o que, directamente, se han opuesto están también nombres reconocidos de la sociedad catalana. El presidente de honor de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, Josep Lluis Bonet, es uno de los máximos exponentes. 

El empresario fue también presidente de la Fira de Barcelona y bajo su dirección respaldó el estand de las Fuerzas Armadas en el Salón de Educación pese a la presión de Colau para que el ejército no formara parte de un espacio dedicado a la enseñanza. Por sus posiciones abiertamente críticas con el independentismo, Bonet ha sufrido campañas de boicot de los sectores más radicales del nacionalismo catalán.

Otra rebelde es Susana Gallardo, exvicepresidenta de Pronovias. La empresaria ganó notoriedad pública cuando, durante el referéndum del 1 de octubre de 2017, móvil en mano, se dedicó a denunciar una votación sin ningún tipo de rigor. Su familia es dueña de los laboratorios Almirall, fabricantes del medicamento Almax. Gallardo está en la actualidad casada con el ex primer ministro francés Manuel Valls y le acompañó durante toda la campaña electoral. El candidato de Barcelona pel Canvi resultó clave para que la alcaldía de Barcelona no quedará en manos del independentismo y en más de una ocasión a ha reprochado la poca valentía de estos círculos para confrontar al nacionalismo.

El exmarido de Gallardo, Alberto Palatchi, también forma parte de lo que Segura, en su libro, llama la «reserva apache»: familias de la élite catalana que no han sucumbido al nacionalismo y que se mantienen fieles a España. Su hijo, Alberto Palatchi júnior, fue en 2015 secretario de política empresarial del PP y  más recientemente vendieron el 90% de Pronovias a un fondo de inversión británico por 550 millones. Palatchi padre, presidente del Galma Grupo, es la cuarta fortuna catalana, según Forbes, gracias a su gran grupo textil. 

Rosell, Fainé o Puig han mantenido un perfil discreto y son figuras de «consenso» entre las distintas corrientes de la clase dirigente y empresarial catalana

Otro «bastión de la reserva» es Joan Rosell, expresidente de la CEOE hasta 2018, pero también Isidre Fainé o Marc Puig, presidente del grupo de perfumería y cosmética Puig. Rosell, Fainé o Puig han mantenido un perfil discreto y son figuras de «consenso» entre las distintas corrientes de la clase dirigente y empresarial catalana. Puig ha patrocinado el barco del rey durante las regatas y su negocio genera 4.5000 empleos en Cataluña.

Otra de las personalidades relevantes es Enric Crous, ex director del grupo Damm y de Mercabarna. De talante moderado, intentó sin éxito ganar las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona con una candidatura transversal -formada por independentistas y no independentistas-, pero no logró imponerse la lista independentista de Canadell. 

Esa discrepancia entre élites, donde se ha renunciado a encontrar intereses comunes sin importar la ideología, se observó también cuando la dirección de la Cámara de Comercio rechazó condenar el vandalismo contra los negocios en el Paseo de Gracia en las protestas en contra del encarcelamiento del rapero Pablo Hásel. Desde esa nueva burguesía se asumía sin ambages el discurso de la CUP. 

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