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Simon Critchley: "Me pregunto cuántos catalanes quieren que la selección española gane y cuántos no"

Simon Critchley: «Me pregunto cuántos catalanes quieren que la selección española gane y cuántos no»

La memoria, la historia, el territorio, la clase social, el género, la identidad o la estética se mezclan en la última obra del ecléctico pensador inglés, En qué pensamos cuando pensamos en fútbol.

 

«El fútbol refleja todo lo malo y mucho de lo bueno de las sociedades en las que vivimos. Es una forma de leer estructuras sociales complejas. Si fueras un antropólogo de otro planeta y quisieras entender la sociedad española, el fútbol sería un buen sitio donde empezar. Creo que todas las complejidades -regionales, étnicas, la historia del país- entrarían en juego», defendió Simon Critchley (Hertfordshire, 1960), filósofo inglés que dedica su última obra, En qué pensamos cuando pensamos en fútbol (Sexto Piso), a elaborar una fenomenología del deporte rey.

De visita en Madrid con motivo de la presentación de su libro en el Espacio Fundación Telefónica, el autor comentó con The Objective la peculiar situación política que atraviesa nuestro país y sus concomitancias futbolísticas diciendo: «España es una hegemonía castellana, es la consecuencia de un cierto orden político que fue impuesto en los siglos XV y XVI con el desarrollo de España, así que la nación es una ficción. Hay importantes divisiones dentro de España, de modo que el nacionalismo es bastante complicado. Me pregunto cuántos catalanes quieren que a la selección española le vaya bien y cuántos no. Quizá dependa de cuántos catalanes jueguen en la selección, que serán muchos porque son muy buenos al fútbol».

Entre la devoción al Liverpool y el sesudo análisis, Critchley desgrana en este ensayo las raíces de este deporte en el sentimiento de pertenencia a una comunidad y su relación con la cultura obrera, su transformación por la masiva y creciente influencia del dinero, la construcción de la identidad y la memoria o el (por suerte) menguante racismo y machismo de los campos, todo esto mientras aborda complejas cuestiones como el significado de la vida o la experiencia del espacio o el tiempo.

Simon Critchley: "Me pregunto cuántos catalanes quieren que la selección española gane y cuántos no"
«Si fueras un antropólogo de otro planeta y quisieras entender la sociedad española, el fútbol sería un buen sitio donde empezar». | Foto: Irene Medina / Fundación Telefónica.

 

«Algunos filósofos como Bergson y Heidegger han intentado mostrar que el tiempo vivido es diferente del tiempo objetivo, entendido este como una secuencia lineal de puntos medibles. Pero el tiempo vivido es algo diferente, que se puede acelerar o frenar, y el fútbol es un gran ejemplo de que el tiempo no es constante. Tienes los 90 minutos objetivos del partido y luego experimentamos movimientos del tiempo, que puede ir más rápido o más despacio», desgranó el autor. «Lo mismo con el espacio. El tiempo y el espacio están conectados, el partido tiene lugar en el espacio del campo, pero un gran jugador es aquel que se orienta en el espacio y crea espacio a su alrededor». Y es que, como también señala en su obra, el objetivo último de esa estructura móvil y cambiante llamada equipo es ocupar y controlar el espacio. “En ambos casos creo que el fútbol muestra la experiencia vivida del tiempo y el espacio de una manera que es obvia para los espectadores, un punto que han intentado mostrar los filósofos durante un siglo”, sentencia con una sonrisa.

Volviendo a la realidad presente del deporte, Crithcley reconoció sus contradicciones. “En la forma es asociación, socialismo, sociabilidad y acción colectiva, tanto por parte de los jugadores como de los hinchas, pero su sustrato material es el dinero”, afirma en el libro. Y durante la entrevista añadió: “el fútbol es algo que provoca deleite y placer en aquellos que lo disfrutan, que al mismo tiempo sienten asco y terror por lo que este deporte representa en términos de dinero y capitalismo. No creo que un aficionado al fútbol pueda sentirse bien con el fútbol, es siempre un placer comprometido”.

En el libro, de hecho, hace un llamamiento a la autocrítica urgente, “en especial dada la muy deprimente perspectiva que ofrecen los dos próximos Mundiales, el de Rusia 2018 y el de Catar 2022, cuyas designaciones fueron claramente el resultado de la corrupción sistémica que existe en la FIFA”. Confesó, además, que quizá boicotee la cita del verano. “Para mí la temporada ha terminado, hemos perdido la Champions contra el Madrid y todavía estoy muy decepcionado con ello”.

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«El fútbol es una especie de violencia ritualizada, estilizada y formalizada.» | Foto: Irene Medina / Fundación Telefónica.

 

La derrota de su equipo transita, de nuevo, por terrenos más filosóficos. En palabras del autor: “La principal lección del fútbol es la pérdida. Es interesante porque nos hacen creer que vamos a tener éxito, que nuestras vidas van a ser fantásticas y que vamos a cumplir nuestros sueños, pero en el fútbol tienes que aceptar que vas a perder y que el fracaso, la decepción y la pérdida son importantes en la experiencia de ser un fan y en la experiencia de la vida”.

Por eso los aficionados no pierden la fe en su club, lo que convierte al fútbol en una religión, “con rituales que tienes que observar, como ir a ver los partidos; cada equipo tiene su lugar sagrado, como el Camp Nou para el Barcelona; hay héroes y dioses relacionados con esos lugares, hay mitos”, explicó Critchley. «Creo que el fútbol es una religión politeísta y creo que el politeísmo es mucho más sano que el monoteísmo porque te da una experiencia más amplia de la creencia al tiempo que acepta que otras personas tengan sus dioses, aunque tú no los quieras porque son los dioses del otro equipo», señaló.

La libertad casi absoluta que los seguidores experimentan durante un partido revela, de nuevo, lo más alto y lo más bajo de la condición humana. Sobre esto último, Critchley matizó: «Hay una dimensión moral del fútbol. Creo que nos hace mejores, pero lo hace reconociendo lo que es malo en nosotros. Eso está conectado con la violencia y el fútbol es un juego violento. Por la razón que sea, los seres humanos disfrutan viendo violencia, con suerte, sin estar envueltos en ella, de modo que el fútbol es una especie de violencia ritualizada, estilizada y formalizada. Ocasionalmente esa violencia atravesará la superficie y un jugador golpeará a otro. Y con los fans creo que es una forma de expresar y disciplinar la violencia más que un vehículo para la violencia».

Hablando de racismo, el autor se mostró optimista. «Creo que el deporte ha cambiado en los últimos 30 años y la tolerancia y la bienvenida de jugadores de otros lugares está lentamente transformando la compresión del racismo para bien. Hay muchos problemas, pero creo que está mejorando». Sobre el machismo, «depende de dónde te sitúes. En el Sur de Europa el fútbol sigue siendo un deporte eminentemente masculino y hay mucho machismo conectado a ello. En Estados Unidos, Noruega o Alemania el fútbol femenino está muy desarrollado».

La ecléctica producción ensayística de Critchley y su popular aproximación a la filosofía incluye ensayos sobre David Bowie, el suicidio o el humor. «Es la forma que tengo de entender la vida y el mundo que me rodea», aseguró con una sonrisa. «Intento trabajar a través de las pasiones que tengo en términos filosóficos. Para mí [la filosofía] no es algo abstracto sino la experiencia vivida y mi esperanza es que luego tenga su eco en los lectores». Precisamente ahora. «La filosofía es increíblemente relevante en este periodo de crisis y no es una forma de resolver la crisis, sino de reconocer la crisis y aceptarla. Las crisis pueden ser terribles, pueden destruir vidas humanas, pero también pueden poner a las personas a pensar y cuestionarse sus asunciones básicas y eso es la filosofía».

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