Lady Di, el icono pop que cambió el significado de las princesas
Algo cambió cuando una jovencísima Diana Frances Spencer, posteriormente Diana de Gales o Lady Di, entró en escena en la realeza británica.
Las que fuimos niñas en los años 90 crecimos de la mano de Disney. Películas con finales felices donde el príncipe y la princesa terminaban casándose, como si el matrimonio fuese la única opción para ser feliz, y ellas renunciando a su origen o a ser quienes eran, como por ejemplo La Cenicienta o La Sirenita. Unas películas que nos enseñaban que las mujeres sólo podíamos ser princesas o brujas. Y claro, ¿qué niña va a querer ser una mujer fea, con una verruga en la nariz, solitaria y con una joroba, para más ahínco?
Eran tiempos en los que no había una serie como The Crown para enseñar lo difícil que puede ser pertenecer a una familia real. La realeza siempre era un mundo de ensueño y ser princesa, vestir vestidos bonitos, esperar a nuestro príncipe azul para que en una alfombra nos llevase a un mundo ideal y llevar zapatos de cristal, era la fantasía más deseada por la mayoría de las niñas que vivimos aquella época previa a Pixar.
Sin embargo, algo cambió cuando una jovencísima Diana Frances Spencer, posteriormente Diana de Gales o Lady Di, entró en escena en la realeza británica. Sólo tenía 20 años cuando se casó con el príncipe Carlos de Inglaterra, segundo en la línea de sucesión al trono, y 13 años mayor que ella. La boda tuvo lugar el 29 de julio de 1981, y fue catalogada como la boda del siglo. 750 millones de personas vieron el evento por televisión.
Hasta entonces, todo lo que se sabía de la monarquía y sus miembros era aquello contado por los libros de historia o alguna película de época con formato muy blanco. Pero Lady Di, que hasta ese momento no aparecía en los textos históricos sino en revistas y programas del corazón, llegó para derribar el mito de Disney, destapar al resto de mujeres que el mundo de la realeza no es un mundo ideal y, sobre todo, mostrar al resto de mortales que ella era uno más. ¡Y tanto que era uno más! Con tan sólo 36 años, recién divorciada del príncipe Carlos, el 31 de agosto de 1997 la mujer que había sido princesa perdía la vida en un accidente de tráfico junto a su nueva pareja, el empresario egipcio Dodi Al-Fayed. 2.500 millones de personas sintonizaron su funeral.
Cuando se cumplen 21 años de su muerte, recordamos por qué Lady Di cambió el significado de las princesas.
Cercana y humanitaria
Andrew Morton, autor de la biografía no autorizada de la princesa, Diana: su verdadera historia, asegura que después de su boda con el príncipe Carlos, Lady Di «se sentó y respondió gran cantidad de las 47 mil cartas de felicitaciones que recibió junto con los 10 mil regalos de boda que le enviaron».
Según cuenta a la revista People Eleri Lynn, la comisaria de la exposición Diana: Her Fashion Story, la princesa nunca usaba guantes para cubrir sus manos –al contrario que la Reina Isabel II– porque le gustaba estrechar las manos de la gente y tener contacto directo con ellos. Porque si por algo se caracterizaba la que fue apodada como ‘La princesa del pueblo’ es por ese carácter afable y cercano con los ciudadanos pese a las críticas que recibió por ello. Diana de Gales era diferente y luchó por una monarquía diferente, menos rígida y más cercana a la gente.
Pequeños gestos humildes para desmarcarse de las líneas marcadas por Buckingham Palace a los que hay que sumar otros más grandes. Y es que ella decidió tomar un rol activo como princesa de Gales en lugar de pasar sus horas en palacio. De hecho, numerosos son los proyectos humanitarios en los que formó parte involucrándose en causas de pacientes con sida, ancianos y personas con adicciones, con lepra y con problemas diversos de salud. Su último compromiso de esta índole tuvo que ver con la erradicación de las minas antipersonales y pocos días antes del accidente que le causó la muerte, visitó Bosnia como parte de la Red de Sobrevivientes de Campos Minados.
También se la pudo ver al lado de personalidades como Nelson Mandela, el Dalái lama o la madre Teresa de Calcuta y presidiendo numerosas fundaciones benéficas.
Amiga de músicos y actores
Su afición y apoyo a la música y a los artistas, especialmente británicos, siempre fue señalado como uno de los rasgos más ‘alabados’ de la princesa. Durante su vida tuvo la oportunidad de conocer a los personajes más célebres del mundo de aquel tiempo como Elton John, quien ha afirmado en más de una ocasión que fueron confidentes durante el proceso de ambos para superar desórdenes alimenticios.
También se la pudo ver al lado Luciano Pavarotti de quien era asidua a sus conciertos cada vez que el tenor visitaba Reino Unido y con quien tuvo varias oportunidades de conversar; y no podemos hablar de sus relaciones de amistad sin mencionar a la actriz y cantante estadounidense Liza Minelli, juntas protagonizaron una de las fotos más icónicas de la princesa en la que se la puede ver junto a Minelli riendo y conversando en un ambiente distendido.
Otro de los encuentros más famosos de Lady Di fue con John Travolta. El 9 de noviembre en 1985, Diana y la familia Real llegaron a Estados Unidos en una visita protocolar, siendo agasajados por el presidente Ronald Reagan y su esposa Nancy en una recepción que se celebró en la Casa Blanca. Allí, se cumplió uno de los sueños de la princesa, bailar con Travolta. El actor, asegura que este fue uno de los momentos más memorables de su vida.
Por eso, tras su muerte muchos artistas amigos suyos se declararon en duelo. Wet Wet Wet y Primal Scream aplazaron su gira británica, U2 le rindió un homenaje en su concierto del 2 de septiembre en Edimburgo, Michael Jackson le dedicó el suyo del 3 de septiembre en Bélgica y Elton John, cantó en su funeral (el 6 de septiembre) una versión de Candle in the Wind -que compuso a la memoria de Marilyn Monroe- dedicada a la Rosa de Inglaterra.
Símbolo del buen vestir
La princesa Diana de Gales se convirtió en un símbolo del buen vestir al revolucionar los códigos que tenía la familia real haciendo uso del talento de grandes diseñadores. Fue la primera en cobrar conciencia de que la ropa que usaba en los eventos tenía un gran poder comunicativo. Por ejemplo, cuando visitaba hospitales vestía con colores luminosos para parecer cálida y accesible, y en sus visitas al extranjero usaba prendas inspiradas en los colores nacionales, como el vestido blanco con topos rojos que lució en Japón en 1986.
«Aprendió rápidamente a usar la moda como instrumento para transmitir mensajes y promover causas», explicó Libby Thompson, comisaria de la exposición Diana: Her Fashion Story, que puede verse en la que fue su residencia, el palacio londinense de Kensington, hasta enero de 2019.
De esta forma, Diana ayudó además a modernizar el vestuario de la realeza, incluso actualmente hemos podido ver a Meghan Markle, duquesa de Sussex y esposa del príncipe Enrique, y a Kate Middleton, duquesa de Cambridge y esposa del príncipe Guillermo, con looks inspirados en la madre de sus maridos.
Las princesas también se divorcian
Las princesas no se divorciaban en las películas, pero en la vida real sí. El 28 de agosto de 1996, Diana se divorció oficialmente de su marido, y se convirtió así en la única princesa no real de la historia del Reino Unido; sin embargo, pudo mantener su residencia en el Palacio de Kensington. Su propósito era mantener buenas relaciones con la Familia Real Británica por el bien de sus hijos (en ese momento, el segundo y el tercero en la línea sucesoria).
Lady Di además dejaba su corazón abierto en una comentada entrevista que dio a la BBC en 1995, donde habló desde sus problemas de desorden alimenticio hasta la poca vida sexual que tenía con su todavía marido, el príncipe Carlos, e incluso de la infidelidad del heredero al trono con Camila Parker-Bowles, de la que se dice, siempre estuvo enamorado, y con la que se casó en 2005. Un baño de realidad para las fantasías de las personas comunes con la realeza: problemas de poder, inseguridades, infidelidades.
De esta forma, Lady Di desmitificó la corona.