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Los destinos paradisíacos en las tierras más hostiles

El ser humano, viva donde viva, por naturaleza intenta mantener la dignidad. La naturaleza hace lo mismo. A pesar de la situación de caos político, social y económico que experimentan algunos países, existen paraísos en esos territorios que nos recuerdan que la belleza, aunque fugaz, siempre intentará conquistar y mantenerse erguida. En este Investigations buscamos los oasis dentro de las naciones más peligrosas del mundo. 

Los destinos paradisíacos en las tierras más hostiles

El sonido de una alarma, un disparo, un vehículo que pasa a alta velocidad, un asalto a mano armada o la explosión de un coche bomba son situaciones que ponen al cuerpo humano en estado de alerta. Así se vive en los países más violentos del mundo. La frecuencia cardíaca se acelera, la respiración se entrecorta, la sudoración aumenta así como los pensamientos que comienzan a fluir con mayor velocidad.

La respuesta fisiológica a un estado de relajación es todo lo contrario: disminuye el consumo de oxígeno, la tensión muscular se libera y se entra a un estado de satisfacción que acompaña a la percepción de que se puede actuar sobre el propio cuerpo y de forma voluntaria.

En los países que encabezan la lista de los más peligrosos del mundo estas sensaciones pueden experimentarse dentro del mismo territorio y con el pasar de apenas unos minutos. Al viajar de Tegucigalpa a Las Cataratas Pulhapanzak en Honduras o de Trípoli a los lagos de las dunas de Ihhan Ubari en Libia, se puede percibir, como también sucede en el ambiente, de qué manera el cuerpo pasa de un estado de estrés a uno de tranquilidad.

Una cuarta parte de las muertes violentas que ocurren en el planeta se producen en un grupo de países que apenas concentra el 4% de la población mundial. Siria, Afganistán, Honduras y Venezuela están entre las naciones que sufren las peores situaciones, según ha revelado la Organización de Naciones Unidas. Aun así, en estos lugares hallamos Paraísos donde la paz intenta mantenerse de pie.

Buscando la paz en medio de la guerra

El último puesto de El Índice Global de Paz de 2015 lo ocupa Siria, seguido por Irak y Afganistán. Siria es entonces el país más violento del mundo. Desde 2011 sufre una guerra civil que ha causado más de 200.000 muertos.

Entre los paraísos perdidos que buscamos, está uno que ha sido parcialmente destruido por el Estado Islámico: Palmira. La histórica ciudad siria tiene 4000 años de antigüedad y la guerra no la había opacado tanto hasta mayo de este año cuando el ISIL entró a controlarla. 

Teatro de Palmira, Omar Sanadiki/REUTERS

Después de que los yihadistas tomaran la localidad, no se ha podido determinar con exactitud cuántos de los tesoros de la ciudad se perdieron.

La Revista National Geographic en Español ha reseñado que según Michael Danti, director académico de Cultural Heritage Initiatives en American Schools of Oriental Research (ASOR), es difícil determinar qué ha sido sustraído por el Estado Islámico o antes por el ejército sirio, pero que en cualquier caso, los terroristas  han dañado dos exquisitas estatuas romanas, volaron en pedazos dos altares históricos construidos por adoradores chiíes y suníes, así como un león de piedra de 2.000 años de antigüedad.

A pesar de esta tragedia, Palmira sigue siendo un tesoro del mundo. Fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 268 – 272.

Patrimonio de la Unesco desde 1980, está situada al nordeste de Damasco, en el desierto de Siria. El Templo de Bel, mandado construir por Tiberio en el año 19 d.C. recuerda la anexión de Palmira al Imperio romano. Desde él desciende el resto de la ciudad, sus columnas llenas de ornamentación vegetal gastadas por el tiempo se mantienen de pie. El templo, sin techo, ya abierto, es un esqueleto hermoso que no teme en mostrarse. 

El Templo de Bel en Palmira, Omar Sanadiki/REUTERS

Otra localidad siria que a pesar de la lucha armada intenta mantener una atmósfera pacífica es Tartous. Para muchos sirios significa un respiro al mar. La localidad costera y fronteriza con el Líbano cuenta con el segundo puerto del país, después de Latakia. Fue construida de espalda al Mediterráneo porque antes el agua significaba el peligro de los piratas y de las invasiones. Esa ciudad fundada por los fenicios, gozó de numerosas inversiones extranjeras, al menos antes del estallido de la Guerra Civil hace 4 años. Comer, pasear e ir a la playa van de la mano con sentirse observado y nutrido por el legado que dejaron otras culturas que por allí pasaron: los griegos y los romanos.

En 2013, el Comité del Patrimonio Mundial decidió inscribir los seis sitios de Siria considerados Patrimonios de la humanidad, en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la situación del país. Muchos temen la desaparición de esos paraísos.

Además de Palmira, los lugares inscritos son: la Ciudad Vieja de Alepo, la Ciudad Vieja de Damasco, la Ciudad Vieja de Bosra, el Crac de los Caballeros y Qal’at Salah Al Din y las Aldeas antiguas del norte.

Esperemos no tener que literalizar y consolarnos en la frase de Marcel Proust: «Los verdaderos paraísos son los perdidos».

El último informe Carga Global de la Violencia Armada revela otro dato curioso: las tasas de violencia letales en algunos países en donde no existe ningún conflicto armado, tales como Honduras y Venezuela, han seguido aumentando, alcanzando así los niveles característicos de los países en guerra como Siria.

Algunos oasis en el país con más homicidios en el mundo

Honduras, es el país con más homicidios del mundo: 104 por cada 100.000 habitantes (2014). Aun así, en ese lugar azotado por la delincuencia, uno puede hallar algunos oasis en medio de la violencia. Las Cataratas Pulhapanzak sobre el Río Blanco, ubicadas en San Buenaventura al Norte del Lago de Yojoa, son consideradas unas de las más bellas de Centro América. La más impactante tiene una caída de 43 metros de altura, 9 metros menos que las Cataratas del Niágara. Visitantes cuentan que puedes acercarte bastante a la caída y si eres valiente, bañarte en el Río Blanco.

El balneario cuenta con cabañas, restaurantes y posadas, donde se respira la paz que se ausenta de Tegucigalpa.

En Pulhapanzak también se han descubierto restos arqueológicos de lo que podría haber sido el centro de una antigua cultura como la de los Mayas u otra anterior a esta.

Caminos de piedra, cerámicas y objetos antiguos están siendo estudiados por arqueólogos que aseguran que las estructuras pertenecen al período clásico tardío (600 al 900).

Otro lugar en Honduras que intenta ignorar lo que sucede en la urbe son Los Cayos Cochinos, un archipiélago compuesto por dos islas (Cayo Mayor y Cayo Menor) y otras 13 de menor tamaño ubicados en el mar Caribe, a 12 kilómetros de la ciudad de La Ceiba, en la costa norte del país. 

Cayos Cochinos, PRNewsFoto/CANATURH

“En uno de los cayos (Chachauate) vive una tribu llamada garífunas, donde se puede admirar la cultura ancestral de este pueblo descendiente de esclavos africanos”, cuenta uno de sus visitantes en un blog.

Es una zona protegida por su gigantesca riqueza natural. Sus arrecifes coralinos, que forman parte del Arrecife Mesoamericano -el segundo más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral en Australia-, atraen a buzos y amantes del mundo submarino.

El Paraíso en el país de la desesperanza

Venezuela se mantuvo en 2014 como el segundo país con mayor tasa de homicidios del mundo con 82 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de la Violencia que calculó casi 25 mil muertes violentas en 2013.

No hay cifras alentadoras. La desesperanza se acomoda en las salas de estar de los hogares venezolanos, pues este año se espera que la cifra de homicidios aumente.

En Caracas salir a la calle en coche y atender el móvil mientras pasa un motorizado al lado, suele aumentar los latidos del corazón. Es probable que el motociclista te saque una pistola para asaltarte y quitártelo, y si tienes mala suerte podrías perder la vida en el intento de querer conservar tu teléfono. Vivir en el barrio (zonas más humildes) es vivir luchando contra el hampa.

A pesar de esto, uno puede tomar un bus hasta Puerto Ayacucho (o si tienes más presupuesto un avión) y allí montar una de las pequeñas avionetas que te llevan a Canaima. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1994, es el sexto parque nacional más grande del mundo.

Cerca del 65% de Canaima está ocupado por mesetas de roca llamadas tepuyes y es considerado por algunos como el lugar más antiguo de la Tierra.

Ir en curiara (canoa) hasta El Salto Ángel es viajar al Paraíso dentro del Paraíso. Su caída de agua es la más alta del mundo, con unos 979 metros, generada desde el Auyantepuy.

El Salto Ángel, Jorge Silva/REUTERS

Aunque algunos pemones, indígenas nativos de la zona quienes suelen guiar los paseos, cuentan que mirar directamente al Salto Ángel puede traer mala suerte, miles de visitantes aseguran que la energía que se percibe es renovadora.

También en Venezuela se puede visitar el Archipiélago Los Roques. Son casi 50 islotes por conocer. Entre algunos: Madriski, Franciski, Crasqui, Cayo de Agua y Bajo Fabián.

El agua cristalina, la arena clara y la amabilidad de los roqueños contrasta con la hostilidad que reina en Caracas.

Archipiélago Los Roques, Jorge Silva/REUTERS

África y Asia: continentes hermosos y peligrosos

Entre los países que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha desaconsejado visitar, 13 están ubicados en el continente africano y 7 en Asia. Todos experimentan conflictos internos o inestabilidad política por lo que es imposible garantizar la seguridad de los turistas.  Los africanos están encabezados por Libia, mientras que los asiáticos por Afganistán.

“Libia era un paraíso hasta que comenzó la guerra”, ha narrado Tamara para The Independent, una enfermera del hospital de Nalut proveniente de Transnistria, un territorio separatista y uno de los lugares más pobres de Europa cercano a Ucrania. Es una de los miles de extranjeros que se asentaron en el país huyendo de las penurias de los suyos, aunque aceptando vivir bajo una dictadura.

Tamara, cuando habla de la guerra, se refiere a la Guerra Civil de 2011 que culminó con la caída del régimen de Muamar el Gadafi y el país sumido en un caos por la ausencia de un gobierno central.

La proliferación de grupos armados y el intento del Estado Islámico de ganar territorio complican aún más la situación turística del país. La sanitaria asegura que era feliz hasta que comenzó a oír los cohetes y disparos que volvieron loco a su esposo de 60 años, pero aun así, en medio del desierto que la guerra ha convertido a Libia, uno puede darse un chapuzón que busca curar las heridas. Las balas, el olor a sangre y muerte desaparecen ante los lagos de las dunas de Ihhan Ubari. Son 15 lagos de agua salada. El más grande se llama Mandara y el más llamativo es Umm el-Maa, apto para darse un baño, en el que a 1 metro de profundidad se pueden sentir las aguas termales.  

Lago Umm el-Maa, Crédito: Viajes Trekking y Aventura

Otro lugar hermoso que visitar es la antigua ciudad de Sabratha a orillas del mar Mediterráneo. Su teatro construido hace 2.000 años por los romanos es protagonista en los paseos a lo que alguna vez fue uno de los centros comerciales más importantes de la región.

Además de Sabratha, hay muchísimos otros oasis dentro de Libia, como las  Montañas Nafusa en Nalut, Derna y la fortaleza del cementerio alemán en Tobruk o La Basílica Ptolemais, el Palacio de columnas, el Teatro y el metro Cisternas en Ptolemais.

Teatro en Sabratha,  LIBYA-TOURISM/ Ismail Zitouny/REUTERS

El país más peligroso de Asia es Afganistán. Ocupa el tercer lugar entre los más violentos del mundo según el Instituto de Economía y Paz, después de Siria e Irak. A pesar del paisaje desalentador que ha resultado de la insurgencia de los talibanes y actualmente las amenazas del ISIL, en la nación islámica se halla un lugar esperanzador: los lagos Bandi Amir.

Están formados por represas naturales de mármol, depósitos minerales que retienen agua de color turquesa amuralladas por acantilados y montañas de formas que parecen esculpidas. El lugar fue convertido en el primer Parque Nacional de Afganistán.

Lagos Bandi Amir, Ahmad Masood AM/KI/REUTERS

El acceso a la zona es complicado por la falta de caminos y las minas puestas por milicias y los talibanes.

A pesar de los peligros a los que los turistas se exponen al visitar estos países, existen aquellos que no se resisten a conocer estos Paraísos que intentan ser opacados por las realidades locales pero que aún se mantienen de pie.

Anna Carolina Maier 

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