El Tour de Francia, la loca idea de un periodista deportivo
El Tour de Francia es la carrera por etapas más importante del mundo, además de ser el acompañante de las siestas estivales de los televidentes desde tiempos inmemoriales. Bueno, en realidad desde 1903 –o algo más tarde si tenemos en cuenta que a principios de siglo no había televidentes–. En 2018 el Tour de Francia cumple 115 años y echamos la vista atrás para ver de dónde viene la carrera ciclista por antonomasia.
El Tour de Francia es la carrera por etapas más importante del mundo, además de ser el acompañante de las siestas estivales de los televidentes desde tiempos inmemoriales. Bueno, en realidad desde 1903 –o algo más tarde si tenemos en cuenta que a principios de siglo no había televidentes–. En 2018 el Tour de Francia cumple 115 años y echamos la vista atrás para ver de dónde viene la carrera ciclista por antonomasia.
Como todos los grandes eventos deportivos, el Tour de Francia tan solo ha faltado a su cita con el ciclismo en tiempos bélicos. Por ello, julio es sinónimo de Tour. Y, también como otros eventos, este es un invento de la prensa. A principios del siglo XX, diversos periódicos deportivos galos como Le Vélo o L’Auto se dieron cuenta de que sus ventas aumentaban exponencialmente cuando cubrían información de carreras ciclistas. Partiendo de esa premisa, el periodista Géo Lefèvre logró convencer a su reticente director en L’Auto, Henri Desgrange, de que la creación de una vuelta a Francia era la mejor solución para multiplicar las ventas. Ya se habían realizado competiciones que cubrían muy largas distancias, como el recorrido París-Brest-París de 1200 kilómetros en 1891 o Burdeos-París de 576 kilómetros en el mismo año. Sin embargo, esta era la primera vuelta completa sobre pedales a todo un país.
En aquel primer Tour de 1903 había muy poquitas etapas, tan solo seis: París-Lyon, Lyon-Marsella, Marsella-Toulouse, Toulouse-Burdeos, Burdeos-Nantes y Nantes-París. En esas seis etapas se recorrieron 2.428 kilómetros y la velocidad media de los ciclistas fue de 25,679 kilómetros por hora. A pesar de que los números parezcan menores al lado de los de hoy en día –en la edición de 2017 hubo 21 etapas, se recorrieron 3.540 kilómetros y la velocidad media fue de 40,995 kilómetros por hora–, la celebración del primer Tour supuso todo un hito para el mundo del ciclismo.
En cuanto a los participantes, el plantel no era tan internacional como acostumbramos a ver en los tours modernos. La mayoría de ciclistas –todos aficionados en un deporte que estaba lejos aún de ser profesional– eran franceses, aunque había unos cuantos belgas, suizos, alemanes y para de contar. En total, 114 entusiastas ciclistas que participaban de manera individual. Originalmente, el Tour de Francia se disputaba individualmente, y estaba prohibido el trabajo en equipo. Los ciclistas podían optar por contar con patrocinador o no. No fue hasta 1930 cuando se legalizaron los equipos nacionales.
Los inicios fueron algo convulsos. El primer ganador fue el italiano nacionalizado francés Maurice Garin, que comenzó a montarse sobre una bicicleta en sus constantes cruces de frontera entre Italia y Francia en el Valle de Aosta cuando trabajaba como deshollinador. Garin fue descalificado en 1904 por realizar parte del recorrido en coche, y las siguientes ediciones del Tour estuvieron marcadas por diversos escándalos que culminaron en la exclusión de los cuatro primeros de la clasificación general del Tour de Francia 1904, en parte como resultado del uso no autorizado de la vía férrea.
Después de los primeros y convulsos años del Tour, se introdujo uno de los grandes atractivos: la carrera de montaña. Estas etapas son de las más comentadas y a menudo decisivas de los Tours. Menos las ediciones que no se celebraron por culpa de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el Tour no faltó nunca a su cita con el ciclismo en las carreteras francesas.
En cuanto a los famosos maillots, las camisetas que distinguen a los triunfadores de los demás ciclistas durante las etapas, no comenzaron a utilizarse hasta la edición de 1919 en el caso del maillot amarillo –el que distingue al líder de la clasificación general–; en 1953 se introdujo el maillot verde –el que identifica al líder de la clasificación por puntos-; y en 1975 se introdujeron el maillot de puntos rojos –que distingue al líder de la clasificación de montaña– y el blanco –que porta el ciclista menor de 26 años mejor ubicado en la clasificación general–.
La introducción de la televisión fue clave para la popularización del Tour a escala global. No fue hasta 1957 cuando se produjo el primer reportaje televisivo en directo, cuya buena acogida provocó que al año siguiente comenzaran a transmitirse fragmentos de etapa en directo por televisión. Además de la audiovisual, otras tecnologías han entrado en juego en este deporte típico del verano. Hoy en día se utilizan sensores, telas inteligentes, análisis de datos y hasta realidad virtual en un Tour que ha pasado de rústico a digital.
El Tour es también la historia del encumbramiento y decadencia de mitos. Nos acordamos aquí de Lance Armstrong. El ciclista estadounidense, que levantó siete Tours de Francia, terminó confesando que se había servido del dopaje, y le fueron retirados todos sus títulos, incluida la medalla olímpica que él mismo devolvió. Armstrong pasó de ser una leyenda viva del ciclismo a ser denostado por el deporte en general, pero realmente no fue más que la cara visible de una disciplina deportiva muy exigente y que difícilmente puede ir a más sin ayudas externas. El dopaje ha acompañado durante años a este deporte, y el Tour de Francia no se libra. En España hay otras gran leyenda, Miguel Induráin, sobre quien planearon también las sospechas de dopaje. Sea como fuere, Induráin se mantiene como uno de los cuatro ciclistas con más victorias en el Tour –todos con cinco–, junto con Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault.
Existió un Tour de Francia femenino –conocido como la Grande Boucle– que comenzó en 1955 –desde 1984 se disputó con regularidad– hasta el año 2009, convirtiéndose en una de las pocas carreras femeninas con una duración superior a una semana junto al Giro de Italia femenino y el Tour de l’Aude Femenino– este también ya desaparecido–, aunque durante sus últimos 15 años sin relación con la carrera masculina. La dificultad del proyecto y el pobre seguimiento de este deporte femenino provocó su eliminación del circuito. Tras su desaparición, La Route de France, creada en 2006, es considerada la heredera directa de esta prueba.
El británico Chris Froome es el actual vencedor de la gran carrera de ciclismo más importante del mundo que nació, hace 115 años, por la loca idea de un periodista deportivo. Sus retos son ahora superar los escándalos de dopaje con mano férrea y mantener la emoción de un deporte que algunos ven como de otro siglo en la era donde fútbol, baloncesto o tenis reinan sobre todos los demás.