¿Ha llegado el 'true crime' español para quedarse?
Identificación, emociones fuertes, fascinación por la psique de los asesinos… hay muchas razones por las que el ‘true crime’ ha llegado para quedarse.
Es imposible entender el auge que en la actualidad experimenta el género del true crime sin mencionar el éxito masivo que tuvo el podcast Serial en 2014, la notoriedad adquirida por la serie de Netflix Making a Murderer (2015) o la cálida acogida del podcast en tono de comedia My Favorite Murder (2016).
Serial es una serie de investigación periodística dirigida por Sarah Koenig cuyo éxito radica en la humanización que hace de los criminales y en su capacidad de involucrar a los oyentes convirtiéndolos en una suerte de detectives sui generis. Por su parte, Making a Murderer presentaba la complejidad del sistema judicial estadounidense y planteaba una serie de dudas válidas sobre la culpabilidad de su protagonista, Steven Avery. Finalmente, My Favorite Murder sirvió por una parte para normalizar el interés del gran público por los crímenes reales, y por otra parte, para compartir el sentimiento de soledad que aquejaba a muchas de las personas interesadas (sanamente) por las historias de crímenes verídicos (particularmente las mujeres).
Esta, de hecho, es una de las claves del gran éxito del true crime, o de las historias reales noveladas (o relatadas en forma serial, à-la-Dickens): la participación e implicación del oyente/lector/espectador.
No todos los asesinatos se cometen en Baltimore
El caso español para el true crime más masivo (y audiovisual) arranca un poco más tarde. No es hasta el año 2017, cuando la productora Bambú y Antena 3 estrenan la miniserie Lo que la verdad esconde. El caso Asunta, basado en el asesinato de la niña Asunta Basterra por sus propios padres. Esta fue la primera incursión en el true crime no solo de una televisión española, sino basada en un caso real español.
A esta le ha seguido Bajo escucha. El acusado (2019), centrada en el doble asesinato sucedido en 2013 en Almonte Huelva, cuando Miguel Ángel Domínguez y su hija de ocho años, María, fueron cosidos a puñadas por alguien cuya identidad aun es desconocida. El crimen de Alcasser, un relato documental de 4 capítulos producido por Netflix que analiza e investiga uno de los crímenes más macabros y polémicos de la historia de España: el secuestro, violación y asesinato de Míriam, Toñi y Desirée, tres adolescentes del municipio valenciano de Alcácer. Y Muerte en León, sobre el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco.
Del lado de la producción editorial, se ha destacar dos colecciones basadas exclusivamente en el true crime, una de origen extranjero, Serie Negra, dirigida por Antonio Lozano para RBA y otra netamente patria, Sin ficción, de la editorial Al Revés, comandada por Marta Robles.
Del lado de los podcasts/radio, dos son los programas más influyentes: Negra y criminal, el pionero podcast de Podium dirigido por Mona León Siminiani (que mezcla casos reales nacionales y extranjeros con ficción y que lleva ya cinco temporadas: dos en la Cadena Ser y tres en Podium Podcast) y Crims, programa de la radio pública catalana capitaneado por el veterano periodista Carles Porta y basado en casos más o menos recientes acontecidos en territorio catalán.
El efecto boomerang
Una de las primeras cosas que llama la atención en el desarrollo del true crime en España, y en la que coinciden prácticamente todas las personas contactadas para este reportaje, es que ha sido la ficción televisiva la que ha provocado la aparición de los libros en los que se novelan crímenes reales o se presentan con las herramientas de la ficción sucesos verídicos (y no al revés, como había venido sucediendo en la gran mayoría de los casos durante todo el s. XX).
Sin embargo, la falta de material no es la razón para que ésta no se haya desarrollado en España, según opina Toni Muñoz, periodista de sucesos de La Vanguardia y autor de Sólo tu me tendrás (Península, 2019), basada en el conocido como “Crimen del pantano de Foix”. De hecho, cuenta Muñoz, que al comienzo de su carrera una de las primeras cosas que le llamó la atención fue la cantidad de crímenes impactantes y de sucesos «muy heavy» que sucedían en España y a los que no se les daba cobertura. Respecto al matiz crucial que añade el true crime frente al periodismo de sucesos, acota Muñoz que “en un diario básicamente al principio ya le cuentas al lector el final y, en cambio, en el libro puedes ir generando intriga”. Ampliación del contexto, digamos.
¿Qué busca el lector/espectador de true crime?
En la cuestión de la intriga y la emoción ahonda el periodista y escritor barcelonés Álvaro Colomer, quien opina que “estamos viviendo en una sociedad aburrida. La gente quiere sangre y ver casos reales básicamente porque está aburrida, su vida es muy rutinaria y necesitan el tipo de emociones que ficción les da de una manera irreal. Las emociones son más intensas cuando se trata de casos reales”. Mona León Siminiani recalca también la emocionalidad que permite la identificación (propiciada por la cercanía de los casos), gracias a las técnicas ficcionales e inmersivas del true crime.
Emociones, intrigas, sí, pero también se trata del hecho de que oyentes, lectores y espectadores pueden “confirmar sus creencias acerca de la maldad de las personas, reafirmar sus prejuicios y miedos como razonables y beneficiosos. Satisfacer su curiosidad y mantener su identidad psicosocial en el entorno cultural e histórico en que vive”. Esto sería lo que el público busca en las novelas e historias de no ficción criminal, según el Catedrático de Psicología de la Violencia en la Universidad de Barcelona, Antonio Andrés Pueyo.
Por su parte, Carlos Zanón, escritor y comisario de BCNegra, opina que la gente que se acerca al true crime tiene “la voluntad de explicarse el crimen violento yendo a la fuente original, al sabor primario”. Y es que “en un mundo de fake news -nos dice-, donde no importan los hechos sino el relato de los mismos quizá hay esa voluntad de atar la narración a una verdad factual”.
Desde un punto de vista más literario y considerándolo en comparación con la ficción noir y su largo reinado, Antonio Lozano cree que el true crime ha venido a servir “de contrapeso a la ligereza con la que deglutimos ficciones criminales y apela al morbo infinito que nos despierta acercarnos a algo tan incomprensible como ‘el mal’ real”. Miguel Ángel Díaz Ortega, de la librería Som Negra, cree que no son necesariamente las circunstancias externas las que alientan el ague del true crime, sino que se trata de la evolución natural del lector de noir que busca entender, ponerse en la mente de un criminal, por natural curiosidad. Por su parte, Alba R. Prieto, de la web Negra y Mortal agrega que el lector busca “autenticidad, veracidad, conocimiento, investigación y, algo muy importante: poder recrear la secuencia de los hechos de la historia”.
Zanja el asunto Mona León Siminiani al recordar a Jim Thompson, parafraseándolo: “nosotros hablamos del asesino en ti”, sentencia. Y de ahí, precisamente, se deduce algo sobre lo que ella misma llama la atención: la incomprensión de factores psicológicos e incluso psiquiátricos de los criminales nos produce curiosidad.
¿Y qué dice el true crime sobre nosotros?
Recuerda Mona León Siminiani cómo, a diferencia de otros países como USA o Inglaterra, incluso Francia, en España la crónica negra siempre ha estado más vinculada a los sucesos, y se trataba “desde la espectacularidad, la violencia o el morbo, más que desde la indagación en la mente criminal”. No obstante, como hemos comentado, eso ha cambiado en los últimos años, y se ha empezado a considerar que “los crímenes de cada época resumen o glosan de algún modo las inquietudes de esa época, sus sombras”, afirma Siminiani.
De ser así, ¿qué dicen de nosotros como sociedad, el asesinato de Isabel Carrasco, el de Asunta Basterra o el así conocido como “el crimen de la guardia urbana”, aquel triángulo sentimental protagonizado por tres miembros de la Guardia Urbana de Barcelona y que terminó con un cadáver carbonizado, metido en el maletero de un coche, al lado de un desolado pantano?