¿Es cierto que todo el mundo se está yendo de Whatsapp?
¿De verdad todo el mundo se está yendo a Telegram? Analizamos los últimos escándalos de seguridad de Whatsapp y sopesamos las ventajas de Telegram.
Según el informe anual State of Mobile 2019, de la consultora App Annie, el número de usuarios de Whatsapp habría superado al de Facebook, estando por encima de los 1.500 millones de usuarios. Muy lejos de los 200 millones de usuarios de Telegram.
Según el Informe Anual de Redes sociales de IAB Spain, el 85% de los internautas españoles utilizarían Whatsapp (superando ya a Facebook, que se queda en un 83%).
Pero algo sucedió el pasado 13 de marzo, en lo que se ha conocido como el peor fallo de servicio de su historia, cuando las plataformas de la compañía de Mark Zuckerberg estuvieron caídas parcial o totalmente durante casi 24 horas. Al parecer esta incidencia le supuso a Telegram un aumento instantáneo de seguidores de 3 millones. ¿Seguirá esta tendencia al alza?
Los escándalos sobre la seguridad de Whatsapp
Pavel Durov, cofundador de Telegram, siempre ha presumido de tres cosas: de su crecimiento orgánico (no gastar dinero en publicidad), de no tener accionistas y de la privacidad de su servicio de mensajería instantánea, Durov no ha revelado jamás a nadie los datos privados de sus usuarios. De hecho, recientemente se jactaba en su blog de que, a diferencia de Whatsapp, Telegram tiene el código abierto. Dijo: “No ha existido un solo día en los 10 años de historia de Whatsapp en el que fuera segura”. Afirmó también que Whatsapp le copiaba las ideas, y sentenció que en casi seis años de existencia, Telegram no ha tenido ninguna filtración importante o problemas de seguridad, “a diferencia de lo que sucede con Whatsapp cada pocos meses”.
En principio, Whatsapp tiene un sistema de encriptado de extremo a extremo. Sin embargo, dos escándalos recientes han puesto en entredicho a la compañía (y su concepto de seguridad). El primero se produjo cuando, de casualidad, a comienzos de este mes de mayo, el desarrollador de Microsoft, Bertrand Le Roy, descubrió cómo la app, a pesar de estar cifrando los mensajes, filtra información confidencial. Le Roy descubrió cómo, al compartir con un amigo un enlace de vídeo, Whatsapp había interactuado con Youtube para generar la típica foto de miniatura (thumbnail) que se asocia al enlace. Youtube asocia esa petición a un ID único de usuario y, así, recolecta información del usuario. Telegram, por su parte, crea las previsualizaciones en su servidor y no en el dispositivo del usuario, por lo que ninguna empresa externa puede saber exactamente quién realizó dicha petición.
El segundo escándalo reciente tiene que ver con el software Pegasus, el cual permitía espiar a los usuarios realizando una llamada de voz. Se cree que el NSO Group está detrás del ciberataque, una empresa privada relacionada con los servicios de espionaje de Israel. Según informó Citizen Lab, aislando los pasos que seguía el software para acceder a los teléfonos se ha conseguido averiguar cómo el programa funcionaba a través de Whatsapp.
Rápidamente Whatsapp recomendó a sus usuarios instalar su última actualización, en la cual se habría incluido un parche que soluciona el error. La actualización constante de versiones como medida de protección frente a la aparente impenetrabilidad de Telegram. ¿Será suficiente la invitación de Pavel Durov a los internautas para que se pasen a Telegram o a otros servicios de mensajería instantánea para provocar una migración masiva?
¿De verdad nos importa tanto la seguridad?
A pesar del escándalo de Cambridge Analytica, y aunque con una cierta lentitud, Facebook sigue creciendo (subió un 8% de usuarios durante el año pasado). Las consecuencias de este escándalo no llegan de parte de los usuarios quienes aparentemente se rehusan a abandonar la red, pero sí en forma de sanciones a la compañía. La propia Facebook calcula que la sanción que le pueda imponer la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos (FTC, por sus siglas en inglés) podría oscilar entre los 3 y los 5 mil millones de dólares. Según un anuncio reciente de Business Insider, la caída en picado de la reputación de Facebook es un hecho y las jóvenes generaciones no quieren trabajar en la compañía. CNCB afirmó que la aceptación de ingenieros de software había caído hasta el 50% a comienzos de este año.
La clave está en el hecho de que tanto Facebook como Whatsapp aglutinan su público más numeroso entre las generaciones mayores (54% y 51% respectivamente), que en principio tiende a darles un uso familiar. En un estudio reciente David Watson y Carl Öman, investigadores de la Universidad de Oxford, calcularon el número de usuarios de Facebook que habrán muerto dentro de 50 años, el resultado: 500 millones de usuarios activos mensuales muertos. De no incorporar a las nuevas generaciones entre sus usuarios, ambas empresas acabarán convirtiéndose en cementerios digitales.
El efecto bar lleno
Todo el mundo tiene Whatsapp (o al menos esa es la sensación que quieren que tengamos). Tu tía, tu madre, tu abuela, tus primos, y no hay manera (o parece, al menos, una cosa bastante difícil) de que cambien esta red por otras formas de mensajería más segura.
Sin embargo, expertos en privacidad y seguridad en Internet como Marta Peirano abogan por el uso de sistemas de mensajería de código abierto, como Signal, por ejemplo. Signal es una red promovida por Open Whispers System y apadrinada por Edward Snowden, y funciona como un sistema de mensajería open source cifrada que ofrece la opción de autodestrucción de mensajes, de establecer límites a la extensión de los estos o de guardarlos bajo contraseña, entre otras. Es importante destacar que Whatsapp utiliza la tecnología de Signal. Lo que, de alguna manera, le confiere (¿le confería?) un aura de prestigio.
Cuenta Peirano, con Signal paradójicamente ocurre que “cuando entras por primera vez y estas en la agenda de contactos de otra persona, esa otra persona recibe una notificación, y me parece llamativo porque lo usa gente que quiere privacidad y no me parece nada privado que de repente la gente se entere de que otra gente tiene Signal”. Es algo que sucede también con Telegram, pero esto, para un público más amplio, es un factor que le suma puntos frente a la opción menos amable de Signal (existe la creencia de que quien lo utiliza está manejando información sensible o no quiere que se sepa qué está haciendo). Existe la opción de Facebook Messenger, sí, pero es un sistema de mensajería que, aunque esté cifrado end-to-end, puede recolectar metadatos.
Analizando Telegram podríamos decir que aglutina varios factores que la pueden convertir en la nueva favorita para un público amplio: es un sistema sencillo de usar que es muy similar a Whatsapp, tiene también los famosos stickers que atraen a un público más joven (de hecho, las desarrolló primero que Whatsapp), avisa a otros usuarios de la incorporación de tus contactos propicia el efecto bar lleno, y al quedarse toda la información en la nube, Telegram pesa menos en tu teléfono y no lo llena de los cientos de fotografías, memes y vídeos que circulan por los grupos, como sí hace Whatsapp. Telegram también permite mandar vídeos más largos y fotos más pesadas, nos ofrece la posibilidad de crear supergrupos sin límite de usuarios y la de archivar los chats.
Y, lo más importante, para los que quieran seguir manteniendo la privacidad, y aquí aglutina lo bueno de Whatsapp y lo bueno de Signal, tiene chats secretos, información confidencial que no queda registrada en la nube. ¿Serán suficientes argumentos para desbancar a Whatsapp?