Fue la puerta de entrada de los bikinis y la modernidad. Apostó por un modelo urbanístico en altura que aprovecha al máximo los recursos. Superó la estacionalidad del turismo de sol y playa atrayendo no solo a jóvenes y a familias, sino a personas mayores todo el año. Lanzó al estrellato a Julio Iglesias y Raphael y hoy es el hogar de María Jesús y su acordeón y el festival de rock y garage Funtastic Dracula Carnival. Leo Bassi batió un récord Guinness en sus playas. Y laureados fotógrafos como Martin Parr quedaron fascinados con sus paisajes humanos y urbanos. Esto y mucho más es lo que cuenta el libro Ensayo y error Benidorm.
Como toda gran ciudad, Benidorm cuenta con un mito fundacional digno de su celebridad. En 1953 Pedro Zaragoza, alcalde de aquel pequeño pueblo pesquero de Alicante que decidió transformar en una capital del ocio mundial, viajó al Pardo para hablar con Francisco Franco. El motivo de la audiencia: el uso del bikini, que el alcalde había autorizado ganándose las denuncias de la Guardia Civil y el arzobispado de Valencia. No se conocen los términos de la conversación, pero el dictador dio su permiso para utilizar la escueta prenda de baño, abriendo las puertas del turismo internacional, la revolución sexual y, para muchos, la libertad.
Por grandilocuente que pueda sonar, esta es una de las conclusiones de Ensayo y error Benidorm (Editorial Barrett), un libro que trata de sacudirse los prejuicios que atormentan a la ciudad vacacional reuniendo los testimonios de profesionales de toda índole con las historias de sus vecinos, testigos de su radical transformación. Periodistas, fotógrafos, escritores, músicos o arquitectos comparten así páginas con una familia de hoteleros, una madre coraje o varios alumnos de primaria. Todos ellos recorren el pasado, el presente y el futuro de una urbe denostada por su atractivo popular, un oasis para las clases medias y bajas con mucho que reivindicar. Empezando por el famoso bikini.
“La sociedad española evolucionó mucho en esta época y parte de esa apertura llegó por Benidorm”, cuenta Zacarías Lara, coeditor de Barrett junto a Manuel Burraco. “El bikini puede parecer una anécdota, pero es una muestra de cómo entró la modernidad” y una serie de conquistas que en el libro relata, entre otros, María Teresa Campos, a pesar de la coincidencia de nombres, no la presentadora, sino una modista de Benidorm.
“La gente vivía con una libertad grandísima. Aparte de que Don Pedro hizo que la gente fuera más moderna, que no se preocuparan tanto del qué dirán ni nada de todo esto, la gente iba en bikini por la calle, que antes eso no se veía nunca. Entonces había mucho machismo, por supuesto, y los hombres se paraban a decirnos cosas: «¿dónde vas con esa ropa?», «quítate eso que llevas puesto», «por qué vas pintada así», eso era para morirse”, explica Campos en este plural ensayo, que transcribe una entrevista concedida al programa de Televisión Española Ochéntame otra vez. “La libertad de entonces era que podías ir vestida como te diera la gana, que podías pintarte como quisieras, que podías ir a las discotecas, pero bien”, continúa diciendo esta mujer, madre de cinco hijos que tuvo que reinventarse cuando su marido la abandonó para irse con una alemana y, según cuenta, la primera en ponerse bikini de la ciudad. Y va más allá porque asegura que esta metamorfosis les permitió hasta usar su propia lengua. “En aquella época, por ejemplo, en el colegio no nos dejaban hablar valenciano. Llegó el turismo y hablábamos lo que nos daba la gana. Era como si le hubieran tapado la boca a Franco. Entonces, nos vimos como liberados”.
Los rascacielos ‘sostenibles’
El modelo de ciudad que Zaragoza imaginó y su forma de darla a conocer también son dignos de elogios en este libro. Como defiende Boris Strzelczyk, arquitecto y guía turístico, “promovió un planeamiento urbanístico visionario para la época, fue un precursor de lo que hoy llamamos marketing de destino y sentó las bases de un modelo económico turístico. Aprovechó el potencial de su magnífica situación geográfica y climática; definió y apostó por un modelo coherente y lo implantó con buen criterio”. Porque a diferencia de lo que comúnmente se piensa, ese modelo mastodóntico de rascacielos es mucho más sostenible que las urbanizaciones que pueblan la costa mediterránea, destruyendo e invadiendo el medio natural. Esta última opinión es de los arquitectos Carlos Ferrater y Xavier Martí, artífices del Paseo de la Playa de Poniente de Benidorm, Premio Nacional de Arquitectura 2011, y también la comparte Lara.
“Las grandes edificaciones consumen muchos menos recursos que los chalets, así que en este sentido está mucho mejor planificado”, señala el editor. Solo hay que pensar en esas ciudades fantasma que pasan prácticamente todo el año vacías y sus necesidades de alcantarillado, tendido eléctrico, recogida de basura o, simplemente, el uso del suelo. “Y al ser una ciudad pequeña, la mayoría de la gente se desplaza andando”, añade Lara.
Urbanismo costero y aprovechamiento de recursos
En medio siglo, Benidorm ha pasado de encarnar el sueño español de las ansiadas vacaciones, como muestra el final de la primera temporada de Cuéntame cómo pasó, donde toda la familia Alcántara viaja a la ciudad a veranear y ver, por primera vez, el mar; a ser despreciada por asociarse con el turismo de masas y los jubilados extranjeros tostándose al sol. Pero Lara también defiende este modelo de turismo, cuyo mayor acierto fue lograr que esta enorme maquinaria funcionara todo el año, desestacionalizando el turismo al trabajar en verano con familias y jóvenes y en invierno con personas mayores. “Esa imagen de turismo masificado y turismo para gente con pocos recursos no tiene por qué ser algo malo. Benidorm es un lugar de un turismo que ha sabido adaptarse a las circunstancias: desde el boom de los años 60 y 70 hasta el IMSERSO han sabido atraer turistas todo el año para no sufrir la temporalidad”, comenta en este sentido el editor.
Festivales, películas, fotografía y neón
Musicalmente, esta metrópolis puede presumir de haber tocado todos los palos. El Festival Internacional de la Canción de Benidorm catapultó a la fama a estrellas como el Dúo Dinámico, Raphael o Julio Iglesias. A día de hoy, María Jesús y su acordeón siguen haciendo sonar Los Pajaritos todas las tardes en su Rincón. Pero, además, cientos de músicos desconocidos se ganan la vida en hoteles y restaurantes. Desde hace más de una década se celebra el Funtastic Dracula Carnival, tres noches de rock, punk y garage. Y Los Nikis cuentan con el honor de haber sufrido la censura por haber criticado a la ciudad en una de sus canciones. Episodio este narrado por Joaquín Rodríguez, bajista y letrista del grupo, en el libro.
Benidorm ha sido también sido el futurista escenario de la alucinada película de Ion de Sosa Sueñan los androides. Estrenada en la Berlinale y en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, este homenaje a Blade Runner entre el thriller y la ciencia ficción imagina una España apocalíptica en el año 2052. Por cierto, la entrevista de Zaragoza y Franco también ha inspirado un corto, oportunamente titulado Bikini y protagonizado por Carlos Areces como el dictador, que se puede ver en Filmin.
Mención aparte merecen las instantáneas que jalonan el libro, destacando la portada, del premiado fotógrafo de Magnum Martin Parr. O las arquitecturas de Roberto Alcaraz, que recopila en su cuenta de Instagram.
Con todo, estas no son las únicas voces de Ensayo y error Benidorm. Una noticia falsa de El Mundo Today se cachondea de la ciudad relatando la apertura de su primera playa budista. El libro también recuerda cómo Leo Bassi entró en el Libro Guinness de los Récords al llegar a su playa con su flotador-pato de siete metros de altura y 250 kilos de peso. Y la escritora Marta Sanz intenta reconciliarse con sus recuerdos de la infancia en la ciudad.
En definitiva, este libro es un mosaico de visiones, relatos e historias que reconstruyen y resignifican Benidorm. Un lugar que “como todo lo que importa no te deja indiferente”, afirma la filóloga y editora Christina Linares. “El Nueva York de quienes no han soñado nunca con ir a Nueva York”, asegura el escritor Kike Parra. Un oasis de neón donde prácticamente todos los sueños se pueden hacer realidad a un módico precio y que cada día renace en los ojos de sus habitantes.