El gran divorcio de los espumosos
Vender con la misma denominación vinos de 3 y de 125 euros es incomprensible para los mercados, y aquí tenemos demasiados de 3.
La cegata política española en todo lo referido a la agricultura, consistente en producir lo más posible a cualquier precio, es decir, cada vez más barato, daña a amplios sectores como el del aceite de oliva. En el del vino hemos llegado ya al paroxismo con un número creciente de bodegas que renuncian por las buenas a sus anteriores denominaciones de origen para no seguir cargando con la imagen de sus regiones –incluso de alguna de prestigio como Rioja, de la que se marchó la prestigiosa Artadi- en los mercados mundiales: vino español, vino industrial y barato.
Donde la desbandada es ya tan total que uno llega a perderse es en el sector que más ha tirado sus precios, el de los espumosos antaño reunidos bajo la Denominación Cava. Algunas bodegas de prestigio siguen -¿por ahora?- dentro de ella, pero desde hace ya varios años el goteo de los que huyen de esa imagen de cava a 3 euros prosigue y se intensifica.
La primera ola fue la de los cavas catalanes de la primera zona geográfica productora, el Penedès, varios de los cuales aceptaron la propuesta de la DO Penedès –hasta entonces de vinos tranquilos- y se pasaron, como hizo la familia Colet, a ser “Penedès Clàssic”. Luego fue un espíritu libre, el de Pepe Raventòs, de Raventòs i Blanc, que patentó una suerte de ‘denominación privada’ –en realidad, una marca-, Conca del Riu Anoia, y dejó también el Cava.
Este año, el gran estallido: varios de los productores de fama mundial como Gramona y Recaredo se han unido bajo la marca colectiva Corpinnat –que no suena demasiado atractiva, francamente, aunque en catalán sí es más inteligible- y han acentuado la desnudez de la DO Cava, cada día más aislada.
Pero no ha terminado ahí el asunto. Ahora es posible producir en la Unión Europea vino de calidad sin la menor DO, sólo como ‘vino de Francia’ o ‘vino de España’. Y como las últimas botellas de productores reputados como Can Ràfols dels Caus no llevan la menor indicación de origen o marca colectiva, habrá que concluir que ése es su nuevo camino.
Es caótico todo y va a confundir dentro y fuera del país. Pero así está acabando el sector del vino en España, que sigue no de muy lejos el ejemplo de los espumosos. Vender con la misma denominación vinos de 3 y de 125 euros es incomprensible para los mercados, y aquí tenemos demasiados de 3.