La cantautora chilena, que se ha convertido en un fenómeno de la música latina, dará un concierto en Madrid y Barcelona el próximo noviembre para presentar su nuevo tema, ‘El Beso’.
A Mon Laferte le gustan los besos lentos, tiernos; también los besos violentos, arrebatados, mordidos. Incluso los ‘chupeteados’. Lo que no le gustan son las despedidas. Por eso, porque los últimos besos siempre “son recaídas” y “termino cayendo o llorando, o vuelvo a la cama con el tipo”, su nuevo single te zarandea para bien, en la pista de baile.
La cantautora chilena, ganadora de un Grammy por su anterior álbum, ‘La Trenza’, aún es una desconocida en Europa, aunque sus álbumes batan récords de ventas en Internet y tenga más de 20 millones de seguidores en las redes. Pero su meteórica carrera musical empezó muy temprano y no estuvo exenta de dificultades.
Nacida en Viña del Mar, una ‘ciudad jardín’ de la provincia de Valparaíso (Chile), a los 15 años empezó a tocar en la calle –“lo hacía porque tenía que juntar dinero para mi familia y las primeras veces me daba terror y nadie se paraba, pero poco a poco fui ganando soltura. Es maravillosa la libertad que te da irrumpir en la rutina de la gente y que se paren porque conecten con tu voz”-. Su abuela Norma, de la que heredó su nombre –Norma Montserrat- alentó siempre sus sueños de convertirse en artista y aunque la fama le llegó tras participar en un programa de talentos de la televisión chilena, jamás olvidó los inicios de esa adolescente introvertida que escribía canciones sentada en la puerta de casa porque no conocía mejor forma de expresar todo lo que sentía.
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Un álbum rompecabezas
“No aprendí”, confiesa, hablando de las despedidas. Si bien en ‘La Trenza’, un álbum mucho más denso, folklórico, le dedicó un tema a su padre, que se marchó de casa cuando tenía 7 años –“tuve que esperar a los 30 para escribirle la canción de lo que nunca le dije”-. Y ahora sella con ‘El Beso’ otra nueva etapa en su carrera mucho más divertida, en la que nos invita a “dejar de hablar” y a aprovechar el momento, hacer que ‘el adiós’ valga la pena.
La historia detrás de este tema todavía es un misterio, igual que el título del álbum que aparecerá a finales del año. Eso sí, lo conforman diez canciones que son como piezas de un enorme puzzle musical y nos cuentan otra historia mayor cargada de humor y sarcasmo. “Quería hacer algo más conceptual y ser un poco más actriz que cantautora, porque estoy en otra etapa más experimental y estética”, cuenta. Y eso justo lo que podemos ver en el videoclip de ‘El Beso’, dirigido por el cineasta y músico Omar Rodríguez-López, miembro de la banda de rock The Mars Volta, donde Mon Laferte le baila al actor mexicano Diego Luna sobre una mesa larga y donde se hace una clara alusión a La última cena de Da Vinci.
Sin besos de Judas, sino uno enredado, que ahogue y rompa, Mon vuelve a arriesgarse y reinventarse en este álbum. “No entiendo por que está tan valorado mantenerse fiel a un estilo”, afirma. Y aunque no quiere que la comparen con nadie –la han llamado la ‘Amy Winehouse’ chilena-, sus influencias son muchas, desde el cine y la estética de Almodóvar –“copio su estética descaradamente”-, a los boleros ‘corta-venas’ e incluso la pintura impresionista.
-Mon, tanto hablar de finales… ¿Te acuerdas de tu primer beso? –le pregunto.
-Sí y no me gustó, fue medio asqueroso. Con el segundo intentaba verme desde fuera, como si estuviera en una película, en vez de sentirlo. Pero el tercero ya sí.
Ahora no puede parar de hacerlo –“soy una besucona, lo que más me gusta de España es que se den dos besos y al final te lleves cuatro”-; a pesar de que nos besemos más bien poco en general. En los conciertos que dará el próximo 8 y 13 de noviembre en Madrid y Barcelona habrá que remediarlo.