Mala Rodríguez: «Marx era un hijo de puta»
La cantante jerezana deja la música de lado y se lanza al formato papel. Su libro ‘Cómo ser Mala’ cuenta su vida antes, durante y después de la fama de discos como ‘Lujo ibérico’ o ‘Dirty bailarina’
Mala Rodríguez no se anda con juegos. Es seria de trato, aunque se va soltando a medida que uno la entrevista. No es impostada. Es sigilosa y auténtica. Me dice que vea la serie The Morning Show porque es increíble. También me cuenta por qué la manicura en sus uñas largas es una forma de arte, que se las puede poner y quitar, que en 2015 no sabía cómo teclear con ellas pero que hoy es experta.
Es normal que sea sigilosa y se vaya desligando de esa fachada más seria a medida que la entrevista avanza porque a la Mala todos la conocen, está en los ojos y en el juicio de muchos. Mala es Mala en España o en Latinoamérica, desde que empezó a rapear y a mezclar diferentes influencias musicales en sus canciones ha sabido abrirse un espacio en la industria de la música. Sin embargo, es ahora, luego de varios discos, muchas giras, Grammys y fama que ha decidido contar su propia historia fuera de esos ojos que siempre la ven. Quiso escribir Cómo ser Mala.
Cómo ser Mala (Temas de hoy, 2021) es su primer libro de memorias donde la cantante relata su vida en varios capítulos que se titulan como las canciones de sus discos. A su vez, cada capítulo va acompañado de una pequeña introducción confesional de lo que vas a leer. No es de extrañar que para la cantante jerezana escribir un libro le de la libertad de ir más allá, ya que se tienen más formas de expresión. «En un libro tu puedes imaginar mucho más, en una canción también puedo imaginar, pero todo está supeditado a los acordes», afirma.
En estas pequeñas historias de abreboca, ese texto confesional que abre el capítulo tres, comienza afirmando: «‘Poco empática’. De las muchas cosas que se han dicho de mí, esta es de las que menos entiendo». Mala Rodríguez me dice que no lo entiende, que no es porque no sea cariñosa, ni antipática sino porque cree que mucha gente piensa que está en otro mundo, que además cree que tendrá algo de «Asperger», aunque rectifica, «yo empatía tengo, vaya, quizás es que no sé cómo demostrarlo».
A pesar de lo que comente la gente de su empatía, ella entiende que el primer deber es escucharse a uno mismo. Cómo ser Mala es un canto a sus relaciones más íntimas, a su vida y su carrera, un agradecimiento a quienes la han ayudado y a cómo ha logrado ser mujer dentro de la industria. «Creo que es importante entender el valor de ti mismo y esas palabras que están en los agradecimientos que me dediqué, me ayudaron mucho. Entonces por eso pensé, primero voy a agradecerme a mí. I wanna thank me como decía Snoop Dogg».
A medida que la lectura Cómo ser Mala va avanzando, podemos ver las diferentes versiones del ser humano, más que estrella de la música, qué es ser la Mala Rodríguez: así como te dice que la piratería fue lo que la impulsó a nivel internacional y que nunca cambiaría ese hecho aunque haya llegado a una gran disquera, también te cuenta que su carrera fue construida por su público, que se lo debe todo a ellos y no al marketing, aunque sabe que hoy en día ninguna artista podría construirse sin un concepto.
De La niña a Mala
A Mala le gusta que la llamen Mala, más que María. Se siente cómoda en ese alias que se convirtió en su nombre. Un apodo que empodera aunque se siente abrumada cuando le dicen pionera del empoderamiento femenino[contexto id=»381722″]. «Cuando te dicen eso es tener demasiada responsabilidad. Ya tienes responsabilidad cuando coges un micrófono. Imagínate que te digan tú eres la verdad de no sé qué». Más allá de la responsabilidad individual, la cantante ve que el empoderamiento femenino se debe a una responsabilidad grupal: «Yo creo que antes de mí ha habido más gente, ha habido otras mujeres. Siempre me siento como un eslabón más. Siento que somos una cadena y vamos armándonos. Con cada engranaje vamos haciendo que la cadena de apoyo sea más y más larga, más grande».
«Tengo buena intuición, soy valiente y me da igual caerme»
Haber crecido en un matriarcado con una madre que se sacrificó por ella, pero que le dio muchas alas para ser libre, fue creando una visión en la cantante de lo que tenía que hacer para sobrevivir en un mundo de hombres y cómo la autonomía era importante para seguir ese engranaje orgánico que va uniendo a las mujeres por generaciones. «Lo bonito es que vamos caminando y cada vez vamos adelantando más, ¿no? Lo importante es el trayecto. Me gusta pensar en una carrera de relevos. Mi abuela llegó hasta aquí, mi mamá hasta aquí, yo hasta aquí», me va señalando en la mesa donde conversamos.
A pesar del sacrificio de su madre, la cantante cuenta que para la edad que tiene, cree que es una mujer «que tiene la mente bastante abierta», porque «ella misma se da cuenta de que eso de sufrir es como una interferencia y por eso me ha dejado tanta libertad, por eso siempre le estaré muy agradecida, porque incluso aunque a ella le pareciera que era una locura lo que yo hacía, me dejaba y confiaba en mí».
La libertad que le proporcionó su madre construyó a una mujer segura y empoderada, como propia Mala afirma: «tengo buena intuición, soy valiente y me da igual caerme». Ese esfuerzo hizo que siguiera su instinto, se escuchó, vio lo que otros hacían y a ella le gustaría hacer. Fue así que Mala comenzó hacer pintadas de graffiti cuando era adolescente pero luego comenzó a rapear, a cantar y aunque le parezca extraño a muchos, los raperos más experimentados eran quienes la aupaban a seguir cantando. «Es muy importante tener gente que te valora, gente que tiene experiencia, que tiene cierta madurez y aprecia lo que tú haces».
Su entorno era unido, no siente que hubiese diferenciación entre géneros ni cree que la escena fuera machista. «Yo siempre he sentido apoyo, siempre» ratifica. «En Sevilla no ha habido nadie que me haya tirado para atrás, al revés, nosotros nos llevamos estupendamente bien. En Sevilla los niños con las niñas, todo el mundo. Siempre hemos sido muy acogedores entre unos y otros, siempre ha habido mucho cachondeo» aunque confirma que existía una disparidad de género porque «habían muchos más chicos que chicas que siguieran la movida», quizás, explica, «porque las chicas estarían pensando en otra cosa. ¡Hombre! A las mujeres no sé si se nos educa con doble rasero o no, pero era raro ver a una tía metida en el mundillo del callejeo, pero siempre ha sido muy agradable y ha sido una escena bastante unida».
«A las mujeres no sé si se nos educa con doble rasero o no, pero era raro ver a una tía metida en el mundillo del callejeo»
A Mala le gusta conocer el mundo desde la calle y las formas de expresión urbanas. «Me llamaba mucho la atención todo el asunto de la expresión mediante el rap y el flamenco«. Sin embargo, la cantante afirma que no podía con la rigidez de los palos en este género musical por eso quiso fusionarlo, encontrar su estilo. La fusión de estilos posiblemente venga de las referencias que Mala tenía en casa, su tío es colombiano y creció escuchando salsa y música latina. «Desde Carlos Puebla a Totó La Momposina o Mercedes Sosa, mucha música de cantautor de trova» son algunas de las referencias que retumbaban en sus oídos desde pequeña.
En mi ciudad hace caló y en el Caribe también…
Esas referencias musicales latinas y amigos como el reggaetonero Tego Calderón han creado una unión, que ha día de hoy, hace que la cantante pueda usar en la oralidad palabras propias del slang puertorriqueño, cubano o venezolano. Sus viajes y giras por el Caribe le han dado a entender otras conexiones con la vida, la amistad y el amor. «Cuando yo estaba allí, de repente me ponía a llorar porque entendía que sentía algo muy bonito, muy puro, sentía que era de otra época, que allí hay otra manera de amar. Para mí fue un germen, una locura llegar a Puerto Rico y a Cuba y ver cómo era todo, también a Chile o Colombia. Descubrir a la gente de México. Todo fue fascinante. Es un mundo bello que a mí se me había descubierto gracias a la música».
«Lamento terriblemente lo que está sucediendo, pero por una parte me alegro que por fin salgan a la calle»
Su conexión con Cuba también la hace entender las protestas actuales desde otro punto de vista, quizás, más empático: «me da muchísima pena lo que está pasando porque nadie lo entiende». De la política y la situación cubana la Mala sabe, por eso siempre afirma en las páginas de su libro que cuando pasa tiempo en Cuba «vive a la cubana», al entender las necesidades que sufren los cubanos en la cotidianidad. «Lamento terriblemente lo que está sucediendo, pero por una parte me alegro que por fin salgan a la calle, porque yo muchas veces no entendía porque no había una manifestación en mayúscula de la gente, porque todo el mundo hablaba bajito». No es de extrañar que en su libro sentencie «Marx era un hijo de puta» y que luego lo ratifique en la entrevista: «es verdad, Marx era un hijo de puta».
Capitalizar el cuerpo: ¿Quién no quiere dinero pa’ gastar en la ciudad?
Las estancias en el Caribe también han dado la oportunidad a Mala de entender otras relaciones con el cuerpo, el disfrute de él, el valor de lo físico y la falta de goce que, según ella, se impone desde la religión. «Es todo lo contrario a la sufridera, que yo creo que viene de la religión judeo cristiana total. En el Caribe no hay eso, me lo decía siempre una amiga. Allí se aprende a vivir de otra manera cuando tú te quitas esa cruz que tienes sobre el cuerpo». No es de extrañar que este destape haya fomentado críticas hacia ella, especialmente al abrirse una cuenta de Onlyfans. «Son críticas insensatas porque niegan la libertad femenina».
«Es mejor ser tu propio chulo»
Las críticas, afirma, suceden «porque es un mundo de hombres, donde hay más mujeres que viven en su mundo y algunas tienen el cerebro lavado. Yo no puedo hacer nada porque una persona entienda si no puede entenderlo. Pero lo que está claro es que yo no voy a dejar de hacer lo que yo quiera, cuando yo quiera, porque me parece que todo es muy hipócrita». La jerezana no se calla y, como comenta en su libro, hay un doble rasero existente para algunos artistas. Para Mala «es mejor ser tu propio chulo» y resignificar la palabra puta en vez de caer contradicciones de artistas como «Arcángel que dice que no respeta a cualquier mujer que enseñe su culo en Instagram y sin embargo hace un EP con Farina. ¿Entonces no respeta a Farina?». Mala abre un debate lleno de contradicciones sobre el cuerpo femenino, su sexualización versus los roles de la mujer.
Existe una relación tóxica en cómo se ve el cuerpo de la mujer, cómo se sexualiza o si se desea sexualizarse. Mala cree que se debe a que «no tenemos una buena educación. No estamos formados del todo y podemos caer en una relación tóxica y es difícil salir de ahí». No solo habla de las relaciones con el cuerpo sino de las relaciones de pareja. La cantante ha tenido que buscar sus “propios amuletos, santitos, libros o amistades” que la ayudaran a poder salir de esas relaciones, además de encontrar un camino para estar en paz con ella misma para «buscarte y no avergonzarte”.
Tengo un trato con mi madurez
Hablamos de la edad y la industria, me dice que vea The Morning Show porque ahí está todo lo que ella quiere expresar. «Antes eran sólo hombres los que envejecen en cámara porque a los hombre no le interesa ver a una vieja. Bueno, no le interesaba una tía con 40 años diciendo lo que le sale del coño, pero a lo mejor ahora a las chicas sí les interesa porque esas mujeres más maduras son referentes» afirma.
Esta necesidad de estar en contra de la caducidad de las mujeres a cierta edad por la industria es expresada también en el libro entendiendo que no es la propia industria sino los fans quienes deciden quién se va y quien se queda. Para ella la industria es casposa por quedarse solo con una etapa de la vida de las artistas, en vez de ver su complejidad. «Me interesa mucho lo que pasa en la vida de mujeres de 60, 50 o 40 años, porque yo veo que yo voy a llegar allí».
No es de extrañar que este libro le resuene a muchos y muchas de sus fans, ya que Mala describe su proceso de madurez sin pelos en la lengua desde ese “empezar a hacer las paces contigo mismo, con tu cuerpo, con todo lo que eres”, entendiendo que el camino siempre va de la mano con las lecturas, como Barbazul, con las que se puede “aprender a mirarse adentro”.
Cómo ser Mala es un ejercicio de sincera madurez y autenticidad, esa que brilla y retumba cuando la cantante responde las preguntas de esta entrevista. Si Cómo ser Mala ayudó a la cantante en sus procesos personales, su intención es que ahora ayude a otros, “la gente que lo lee me cuenta muchas cosas y veo que se siente identificada con algún momento que he vivido y me emociona mucho ver que todo tipo de gente busca aceptación, busca amor, porque es lo que yo también he buscado siempre”.