'Antiguas pero modernas': Cuatro rebeldes decimonónicas para entender el presente
‘Antiguas pero modernas’ es un ensayo entre la biografía y la novela de aventuras que rescata a cuatro mujeres periodistas sepultadas por la historia oficial: Rosario de Acuña, Carmen de Burgos, Aurora Bertrana y Sofía Casanova.
La periodista y escritora Mar Abad publica Antiguas pero modernas, un ensayo entre la biografía y la novela de aventuras que rescata a cuatro mujeres periodistas sepultadas por la historia oficial: Rosario de Acuña, Carmen de Burgos, Aurora Bertrana y Sofía Casanova.
Mar Abad cree que la Historia tiene una memoria muy corta. Por eso se lanzó a rescatar, cual Indiana Jones de las hemerotecas, a cuatro mujeres periodistas que, a pesar del éxito y reconocimiento que disfrutaron hace un siglo, hoy son unas verdaderas desconocidas. Ellas son Rosario de Acuña, librepensadora decimonónica, aplaudida dramaturga y pionera del feminismo. Carmen de Burgos, defensora del derecho al divorcio y el sufragio femenino además de la primera mujer corresponsal de guerra. Aurora Bertrana, pionera del jazz, defensora del amor libre, escritora, viajera empedernida y política. Y Sofía Casanova, poeta y cronista de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique y la Segunda Guerra Mundial.
“Yo he descubierto otra historia que jamás en la vida me habían enseñado. Y cuando empiezas a buscar es como un electroshock: ¿cómo se puede silenciar así a la mitad de la población, la mitad que, además, se ha llevado siempre los trabajos más ingratos? Me parece ignorante, canalla y zafio, y creo que realmente hay que revertirlo”, afirma Abad, periodista, directora de la revista Yorokobu y autora de Twittergrafía, el arte de la nueva escritura junto a Mario Tascón, El folletín ilustrado y De estraperlo a postureo. “Hasta hace poco pensábamos que las grandes mujeres eran una anomalía de la Historia. Juana de Arco. Emilia Pardo Bazán, que se salvó porque era la díscola, pero era aristócrata, monárquica y católica. Yo con 20 años no me preguntaba por qué solo estudiaba hombres y me creí esta milonga de que las mujeres solo habían estado en casa. Pero las mujeres han desaparecido de manera intencionada”, añade.
El resultado de sus pesquisas –y dos años de trabajo– se puede devorar en Antiguas pero modernas (Libros del KO), un libro que va más allá de la biografía para dar voz a sus protagonistas, cuatro mujeres que escopeta, bañador o pluma en mano, narran sus sueños, sus deseos y sus contradicciones. Cogen de la mano al lector y le permiten viajar al pasado para, desde allí, imaginar cómo vivieron, cómo lucharon y cómo exigieron su libertad, sacrificándose y sufriendo el rechazo de la sociedad para abrir paso a las mujeres que vendrían detrás.
“Yo he intentado que desapareciera mi voz como narradora”, asegura Abad, que en sus páginas intenta reflejas el tono, las expresiones y la manera de hablar de cada una de estas rebeldes. “Me interesa qué dijeron y cómo lo dijeron”, por ejemplo, “cuando Carmen de Burgos entrevista a Emilia Pardo Bazán copio literalmente lo que publicó Carmen de Burgos. Porque, ¿quién es nadie para retocar ni una coma de lo ella escribió?”, señala. “Siempre he intentado ir a las fuentes directas porque cuando se habla de ellas o se resumen sus vidas siempre se acaba tergiversando”, dice Abad, que optó por concentrarse en las hemerotecas. “También he hablado con muchos académicos y he ido a archivos” como el de la Guerra Civil Española de Salamanca para investigar sobre la masonería, sociedad de la que muchas de ellas formaban parte, o el de Almería, que atesora muchísima información sobre Burgos. “Tienes que dedicar muchas horas y saber que solo el 10% del tiempo encuentras algo. Pero todo son hilos que tiran unos de otros”, añade.
Rosario de Acuña (1851-1923), el librepensamiento
Periodista, dramaturga, escritora, activista, empresaria, científica, aventurera, montañera, pionera del feminismo… todo esto y mucho más fue Rosario de Acuña. En 1876 y con solo 25 años presentó su primera obra de teatro, Rienzi el Tribuno, un atronador éxito que marca el principio de una fructífera obra y de Antiguas pero modernas. Condesa, como su coetánea Emilia Pardo Bazán, siempre ignoró sus privilegios. Y después de abrazar el librepensamiento fue definitivamente rechazada tanto por aristócratas como por burgueses.
Activa feminista, Acuña era muy contundente cuando hablada. Y Abad rescata algunas citas: “Antes de ser hija, esposa y madre, eres criatura racional”, “El alma católica nos lleva a ser montón de carne inmunda, cieno asqueroso que es necesario sufrir en el hogar por la triste necesidad de reproducirse” o “Esta hora nuestra”, la de las mujeres del siglo XIX, “es la hora del sufrimiento, la hora de nuestras descendientes es la hora de la emancipación”.
Carmen de Burgos (1867-1932), quiero vivir mi vida
Su extensísima obra y su apasionante existencia son inabarcables. Periodista y primera mujer corresponsal de guerra, novelista, intelectual, activista, viajera, pionera del feminismo, fue una de las personas más influyentes de su época. “Carmen de Burgos fue mucho más importante que Valle Inclán, no porque escribiera mejor, sino porque se dejó la vida por que tuviéramos el divorcio, el sufragio femenino y educación”, cuenta Abad.
Casada con solo 16 años, De Burgos sufrió el maltrato y las infidelidades de su marido. Sus tres primeros hijos fallecieron prematuramente y, cuando la cuarta logró sobrevivir, huyeron juntas a Madrid. En 1901 y con 34 años, Colombine comenzó una nueva vida en la capital: escribió un sinfín de artículos periodísticos, 150 libros y defendió siempre la libertad y la independencia de la mujer. “Las mujeres tienen que entender que ellas son dueñas de sus vidas y el cura y el hombre no tienen nada que decir”, palabra de Burgos.
Aurora Bertrana (1892-1974), el amor libre
La primera banda de jazz formada solo por mujeres en Europa fue fundada por Aurora Bertrana en Ginebra en los años 20. Desde niña quiso escribir, pero su padre pensó que estudiar letras no era propio de una señorita, y puso en sus manos un violonchelo.
Viajera incansable, Bertrana recorrió el mundo y después de tres años en La Polinesia escribió sus crónicas sobre el amor libre. Porque en estas islas descubrió fascinada que las mujeres vivían sin estar casadas, tenían hijos sin importar quién fuera el padre, cuidaban a la prole en comunidad y las cortesanas eran tan respetadas como cualquiera.
En los años 30 entró en política, pero pronto abandonó porque decía que sus colegas la ponían en el escenario para captar el voto femenino, pero luego no la dejaban opinar. Además, escribió sobre el amor entre dos hombres o una mujer que cuestiona el matrimonio en El inefable Felipe.
Sofía Casanova (1861-1958), la mujer alma
Periodista y escritora, Sofía Casanova se casó con un polaco místico que cambió su vida. Tanto que, viajando con él, acabó narrando la Primera Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique y la Segunda Guerra Mundial, entrevistó a Leon Trotsky e incluso trabajó como enfermera. Casanova apoyó firmemente la dictadura de Primo de Rivera y a los sublevados franquistas en la Guerra Civil, hecho que tampoco la salvó del olvido.
“La dictadura de Franco enterró con una apisonadora la memoria y el pensamiento de Carmen de Burgos y Rosario de Acuña; a Aurora Bertrana la intentó enterrar en vida. La censura franquista las quitó de en medio por rojas. Sofía Casanova apoyó al bando nacional y desapareció primero, por ingratitud del Franquismo, después, por facha”, explica Abad en el libro. Y en conversación con The Objective abunda en la cuestión diciendo: “El Franquismo arrampló con la historia anterior, borraron muchas cosas, por supuesto a todas las mujeres, y tenemos una laguna que hemos arrastrado hasta hace poquísimo. Por ejemplo, cuando Franco ganó la guerra en la primera lista de autores prohibidos Carmen de Burgos estaba entre las primeras. Había que aniquilarla y se hizo una quema pública de sus libros en Almería”, señala. “Como el Franquismo fue tan terriblemente machista, más que el siglo XIX, arrastramos una cultura, una ideología, una forma de ver todo tan machista que, sin querer, todos hemos contribuido a hacer esta historia machista”, señala.
Por todo ello, Abad defiende que Antiguas pero modernas es un libro de Historia y no un tratado feminista, lo cual explica del siguiente modo: “Desde un planteamiento profundamente feminista yo no quiero que este libro esté en las estanterías del feminismo. Es Historia y a mí me hiere pensar que la historia de Alfonso XIII o Canalejas está en la vitrina grande de la Historia con mayúsculas, pero si la protagonista es una mujer la ponemos en la estantería morada”. Y remata: “La historia de las mujeres hecha por las mujeres a mí me recuerda a las cositas de mujeres”.
Rosario de Acuña, Carmen de Burgos, Aurora Bertrana y Sofía Casanova escribieron tanto sus propias historias como la Historia. De manera que cualquier etiqueta les queda pequeña. “Lo que estas mujeres hicieron socialmente ha sido mucho más importante que, por ejemplo, lo que hizo Ramón Gómez de la Serna, que fue pareja de Carmen de Burgos. Recordamos a los hombres porque hicieron unas greguerías muy graciosas y nos olvidamos a las mujeres que se dejaron la reputación, el pellejo y su vida para que otras mujeres cuidasen mejor de sus hijos, tuviesen confianza para no aguantar a un marido que las pegaba, intentaran buscarse un trabajo y ser independientes. Me parece una injusticia catastrófica”, sentencia Abad.
Para terminar esta charla y comenzar el libro, Abad eligió la siguiente cita de Paul Preciado: “El feminismo adolece de un olvido crónico de su propia genealogía. Ignora sus gramáticas, olvida sus fuentes, borra sus voces, pierde sus textos y no tiene la llave de sus propios archivos”. Un anticipo del siguiente paso. “La revolución pendiente es la revolución posgénero. Realmente el día que dejemos de dividirnos entre hombres y mujeres, norte y sur, blancos y negros, será el momento en que nos podamos acercar a la igualdad”, afirma Abad. Y concluye haciendo memoria: “Ahora que se habla tanto del feminismo, afortunadamente, parece que pensamos que lo hemos inventado nosotros. Y yo pienso qué vista tan corta. El feminismo lo inventaron en el XIX estas mujeres que sufrían destierros y eran amenazadas de muerte. Sin desmerecerlo, nosotros solo tenemos que salir y pegar dos gritos en la Gran Vía. Me parece de una miopía grandísima pensar que el feminismo de hoy es muy bravo y muy valiente cuando realmente fueron ellas las que empezaron todo por nosotras. Los 8M son de llorar de emoción, pero no olvidemos que no lo hemos inventado nosotras, que si no hubiese sido por las pioneras del XIX, las que siguieron en la Segunda República, las hippies de los años 60 y 70 lo de hoy sería imposible”.