THE OBJECTIVE
Medio Ambiente

¿Dónde está la verdadera suciedad en tu casa?

¿En el inodoro? ¿Debajo de los muebles del salón? ¿En las ventanas? Nada de eso. Te enseñamos a limpiar “de verdad” tu hogar, a partir de varios estudios científicos que arrojan datos asombrosos. ¿Limpias tu teléfono móvil alguna vez? ¿Sabes lo que realmente ocurre cuando tiras de la cisterna con la tapa abierta? Te damos una razón definitiva para bajarla antes de tirar. Y quizá para cambiar tu almohada por una mucho más moderna.

Suciedad en la casa

Un técnico en un laboratorio en Berlín toma muestras para analizar la cantidad de ftalatos encontrados en un cepillo de dientes (REUTERS/Thomas Peter)

Nuestro concepto de limpieza resulta extremadamente superficial y a menudo relativo. Consideramos limpio aquello que brilla, está ordenado y huele bien, y dedicamos muchos esfuerzos extraordinarios a tener los baños impolutos. Sin embargo, no estamos atacando los verdaderos nidos de gérmenes en nuestro hogar. Te sorprenderá descubrir en las siguientes líneas que la tapa del inodoro es uno de los lugares más limpios de la casa, y el que peor fama tiene. Y el trapo de cocina, quizá, el más sucio y peligroso.

El ejército enemigo de la cocina

La cocina es la gran fortaleza de los gérmenes y bacterias. Y allí se encuentra al menos uno de puntos más sucios de la casa: el fregadero. A menudo empleamos fuertes desinfectantes en los baños, sin embargo a nuestro fregadero lo damos por limpio después de aclararlo con un poco de agua. Eileen Abruzzo, responsble del control de infecciones en el Long Island Collegue Hospital de Brooklyn, asegura que en los restos de comida que quedan sobre los platos o en el desagüe, pueden reproducirse fácilmente Escherichia coli (e-coli) o salmonela.

Se trata de gérmenes que además puede transferirse muy fácilmente a las manos, a la boca, los ojos o la nariz, e incluso a otros alimentos que preparemos en nuestra cocina para próximo consumo.

Si en el suelo de nuestro baño podrían habitar 2 millones de bacterias por cada 5 centímetros cuadrados, 500.000 bacterias podrían hacerlo en cada pulgada del fregadero. Al menos son los datos que arroja la investigación del Dr. Kelly Reynolds de la Universidad de Arizona.

Erróneamente pensamos que el gel lavaplatos matará estas bacterias pero por lo general no es así. La solución definitiva para acabar con estos gérmenes pasa por el empleo de cloro en una limpieza a conciencia.

¿Dónde vive mejor una bacteria? El trapo VS la esponja

El estudio de C. A. Hilton y E. Austin sobre el “paño de cocina como fuente y vehículo de agentes patógenos transmitidos por los alimentos en el ámbito doméstico”, concluye que “el paño de cocina puede estar contaminado con altos niveles de bacterias y es capaz de transmitir estos organismos sobre las superficies de preparación de alimentos”.

Para alcanzar esta conclusión, los investigadores tomaron una muestra de 100 paños de cocina “en uso”, obtenidos de casas al azar, y se les realizaron test de Staphylococcus aureus, Salmonella y Campylobacter, encontrando contaminación de la primera de las bacterias en el 4%. La misma prueba se realizó también con esponjas de cocina, con similares resultados. Un estudio en cientos de hogares de Estados Unidos encontró que cerca del 7% de los trapos de cocina estaban contaminados con MRSA, además de encontrar “cepas peligrosas de E. Coli y otras bacterias”.

“A menudo utilizamos los trapos para limpiar” comida o líquidos derramados, afirma el profesor Reynolds, y a continuación los volvemos a utilizar “antes de lavarlos”: así propagamos los gérmenes, en vez de limpiar.

El informe de Austin concluyó que, en ambos utensilios, la costumbre de enjuagarlos en agua abundante “redujo considerablemente el número de bacterias transferidas”. Reynolds, por su parte, recomienda usar servilletas de papel para limpiar mostradores, encimeras, y mesas, y “guardar el trapo para secar las ollas y platos” que hayan sido lavadas. O mejor aún: hacerlo desaparecer y secar los platos al aire. Si no: “cambie los trapos o lávelos por lo menos dos veces por semana en agua caliente y cloro”.

El Global Hygiene Council es la entidad que se encarga de debatir las normas y procedimientos de higiene en todo el mundo. Su recomendación es lavar trapos y esponjas de cocina “en agua con temperaturas superiores a 60º para eliminar los gérmenes”.

Una buena razón para bajar la tapa (de una vez por todas):

El inodoro es para la mayoría de profanos la gran reserva de bacterias. Ya hemos visto que no es, ni mucho menos, el lugar más peligroso. Sin embargo, el estudio del Doctor Charles P. Gerba de la Universidad de Arizona resulta inquietante: “la contaminación en el baño ocurre cuando los inodoros son descargados y los organismos son emanados de la taza”. El empleo de los populares “limpiadores automáticos” puede reducir el número de organismos. No obstante, la limpieza doméstica que a menudo realizamos sólo contribuye a empeorar las cosas: “Limpiar los baños públicos únicamente con detergentes ocasiona la distribución de las bacterias intestinales en todo el baño”: según los casos examinados en este estudio, “no limpiar resultó en menos contaminación”.

Un documental de Discovery Channel realizó un seguimiento pormenorizado del proceso de tirar de la cisterna en el baño de Mike Rowe. El resultado, alarmante, se plasma en un vídeo que muestra cómo las partículas –y su verdadera identidad- saltan del inodoro a las cuchillas de afeitar, al jabón, o al cepillo de dientes próximo. Concluye este experimento sugiriendo que bajar la tapa antes de descargar la cisterna evitaría en gran parte esta dispersión de partículas contaminadas por todo el baño.

No obstante, el informe de Gerba insinúa que bajar la tapa no acaba con el hecho de que una bacteria como la salmonella sea liberada en la descarga del inodoro y se encuentre en aerosol, dándose además en el aire, en el asiento y en la propia tapa. “Después de seis días la bacteria ya no se encontró en el agua del inodoro. Sin embargo, Salmonella se aisló del biofilm debajo de la línea de agua en la taza del inodoro por 50 días”. Dicho de otr modo: sabe cómo sobrevivir en los lugares más inaccesibles.

Bajar la tapa previene “mínimamente la liberación de bacterias al aire”, pero Gerba cree que “el uso de un desinfectante durante la limpieza” resulta fundamental. 

¿Quién duerme en la almohada?

Seguro que nunca le ha prestado especial atención al cuidado higiénico este objeto de la cama, más allá del lavado periódico de sus fundas. Sin embargo, el doctor Art Tucker, director científico clínico en el Hospital de St. Barts, sí que lo ha hecho. Y el resultado es que, después de dos años de uso, más de un tercio del peso de una almohada está compuesto por saliva, ácaros, polvo, heces de ácaro, piel muerta, y bacterias.

La investigación surgió cuando en varios hospitales ingleses descubrieron que las almohadas eran un peligro potencial de contagio de bacterias como el Estafilococo Áureo. «La gente pone una funda de almohada limpia, y ve que huele bien y fresco”, pero ignora que hay “algo realmente desagradable debajo” según el Dr. Art Tucker. El hallazgo de Tucker no es agradable: hay todo un universo paralelo lleno de pequeños inquilinos en nuestras almohadas. 

La solución podría estar en las “almohadas de alta tecnología” que incorporen filtros como los de PneumaPure. Estos filtros funcionan como una membrana que impide el paso de bactarias, y se combinan con el sellado por fusión de la almohada, en lugar del tradicional cosido. Por supuesto, hay una alternativa más sencilla y barata: cambiar de almohada con mayor frecuencia.

El teléfono móvil

El teléfono móvil –y dispositivos como las tabletas- es una entretenida residencia para los gérmenes. Hay miles de ellos en cada centímetro, hasta el punto de que los análisis científicos dictaminan que “hay más contaminación en el teléfono que en la suela de un zapato, el inodoro, o el pomo de la puerta”. Más aún: “algunos teléfonos móviles tienen 500 veces la cantidad de gérmenes que el asiento del inodoro”.

Para colmo, cada vez con más frecuencia dejamos nuestro teléfono o tomamos prestado unos instantes el de otra persona. “El 30% de los virus pueden llegar a través de la punta de los dedos con sólo tocar la pantalla del teléfono de otra persona”, asegura Keeping it Kleen.

No es necesario tirar el móvil después de esto. Tampoco es recomendable sumergirlo en la bañera. Pero quizá sea hora de incluir el teléfono en nuestra rutina de higiene doméstica. Frotarlo con un pañuelo o trapo humedecido en alcohol puede ser una buena medida. Al igual que limpiar la carcasa y sus grietas con este mismo sistema.

Por otra parte, algunos fabricantes ofrecen kits de limpieza para sus aparatos que incluyen líquidos desinfectantes, toallitas, y diferentes pinceles y bastoncillos para acceder a todos los rincones del teléfono.

¿Qué peligro representan para la salud estos gérmenes?

No todas las bacterias causas enfermedades. La «Pseudomonas aeruginosa» vive frecuentemente en el suelo y no es dañina. Sin embargo, inhalada por un enfermo de fibrosis cística, puede resultar mortal. Por otra parte, bacterias intestinales como la E. Coli puede resultar mortal en algunos casos, como advierte la Organización Mundial de la Salud. 

“Los gérmenes conviven con nosotros”, explica a Investigations el Doctor Rafel Timermans, “a veces son gérmenes peligrosos, pero no siempre. Y muchos de ellos pasan de nosotros a las superficies, y de ellas, a otras manos. Hace muchos años se demostró que la principal vía de infección de muchas enfermedades respiratorias son las manos. El mecanismo es tocarnos la cara, luego tocar un objeto (papel, boligrafo, mesa, teléfono…), de donde lo coge otra persona que a su vez se lo lleva a la cara”…

“Con la aparición de las nuevas cepas de gripe se ha vuelto a estudiar la forma de transmisión”, añade el doctor, “las conclusiones son que las superficies son muy importantes para ello. En las oficinas hay que tender a no utilizar teléfonos compartidos, tener cuidado con los pomos de las puertas… Y en el hogar, lo mismo”.

En cuanto a los hospitales, “se han cultivado los gérmenes que hay en los fonendoscopios, en las batas, en las cortinas de los boxes de urgencias. ¡Hasta en las corbatas de los médicos! Y los resultados son abrumadores: son lugares muy contaminados y en los que no pensamos como fuente de infección. Y que lavamos poco”, denuncia el doctor Timermans.

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