¿Por qué ha subido tanto el precio de la luz?
¿por qué hay tanta diferencia en nuestra factura de luz de un mes a otro cuando nuestro consumo, más o menos, siempre es el mismo?;
No hay nada que pueda doler más a nuestro bolsillo que pagar cifras desorbitadas por la factura de la luz doméstica. Más aún cuando sabemos que el 70% de esta, esto es, unas dos terceras partes de lo que pagamos, son impuestos: impuestos eléctricos (aproximadamente el 5%), tasas municipales (1,5%), impuesto a la generación eléctrica (7%), IVA (21%), tasa hidroeléctrica (25,5%), tasas nucleares y tasa ENRESA.
El precio de la luz no da tregua y sigue registrando niveles máximos impropios de esta época del año. El coste mayorista de un megavatio hora (MWh) se ha situado este miércoles en los 74,58 euros, récord de 2018 y un registro desconocido en este mes desde hace una década. Además, el pasado mes de agosto el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista español fue de 64,33 €/MWh, tratándose del precio medio mensual más alto del año y el segundo agosto más caro tras el de 2008, que fue de 70,10 €/MWh.
Ante este panorama, en el Gobierno se han encendido las alarmas y a contrarreloj buscan fórmulas para aliviar los precios. Aunque quizá, apunta a The Objective Fernando Ferrando, director de la Fundación Energías Renovables (FER), «no hay que meterle tanta mano al mercado sino a la responsabilidad del Gobierno que fija el 70% de la factura».
Sin embargo, llegados a este punto, si las 2/3 partes de lo que pagamos es un impuesto fijo y no variable, al menos, hasta el momento, ¿por qué hay tanta diferencia en nuestra factura de luz de un mes a otro cuando nuestro consumo, más o menos, siempre es el mismo?; ¿cuánto influye económicamente esta otra tercera parte y de quién depende?
Fernando nos explica que esta variación se debe al mercado eléctrico, conocido como pool, que en esta ocasión ha experimentado una nueva subida histórica. ¿La razón? Por un lado, se ha reducido la electricidad generada por las energías renovables hidráulicas y eólicas, que son más baratas, por aquella electricidad generada por las centrales de gas y carbón, lo que aumenta los precios; y además se ha producido un encarecimiento de los derechos de emisión de CO2, una tasa que cada central paga por cada tonelada de CO2 emitida. Según apunta el director de la FER, «antes la tonelada de CO2 estaba a siete euros el MWh y ahora a unos 20 euros».
¿La tendencia seguirá al alza?
¿Se pueden bajar los precios?
«Lo que necesitamos es cambiar el modelo de fijación de precios y de cargas del modelo eléctrico». Entre las medidas que propone la Fundación Energías Renovables destacan las de cerrar las centrales nucleares y descarbonizar para depender más de las energías renovables, una tarea pendiente para España –que cuenta con la capacidad de generar estas energías– desde hace décadas. Ferrando lo tiene claro: «Esto no es un problema técnico, es un problema político».
¿Qué soluciones propone el Gobierno?
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, comparecerá en el Congreso el día 19 y para entonces quiere tener claras las líneas de acción. En este sentido, ha dicho que hay que adoptar medidas para asegurarse de que esos incrementos no incidan ni en la economía ni en los sectores sociales más vulnerables y que la atención a los 4,6 millones de personas que están en situación de pobreza energética debe ser prioritaria, aunque paralelamente se inicie una «reflexión más profunda» sobre los componentes que hacen aumentar la factura eléctrica.
No está claro, por lo tanto, si para esta fecha habrá anuncios de medidas concretas. Con todo, ya habrá conclusiones sobre si es posible cambiar un sistema de fijación de precios marginalista, beneficioso para las compañías de electricidad, pero no tanto para usuarios y consumidores.