'Lemon': cuando dos minutos bastan para concienciar del impacto real del plástico en el océano
Ocho millones de toneladas de plástico van a parar al océano cada año. España es el segundo país que más vierte al Mediterráneo
Ocho millones de toneladas de plástico van a parar al océano cada año. España es el segundo país que más plástico vierte al Mediterráneo, después de Turquía. Ingerimos y respiramos más de 50.000 microplásticos al año. Plástico, plástico, plástico[contexto id=»381817″]. «El plástico no mató a Kennedy», recuerda el divulgador científico José Luis Gallego. No lo hizo, entonces, ¿por qué esta insistencia de asociaciones, de científicos, de —algunos— Gobiernos, de —algunas— corporaciones?
Porque en 2050 habrá más plástico que peces en los mares. Porque también en esa fecha se sobrepasará la barrera de los 9.000 millones de habitantes. ¿Cómo va a mantener el planeta a tanta población? Los recursos terrestres serán insuficientes. «Actualmente solo se explota el 5% de los recursos disponibles en el océano, incluida la minería. La economía azul trata justamente de cambiar el paradigma». Da la clave Eduardo Balguerías, director del Instituto Español de Oceanografía, quien apunta que actualmente el océano ocupa el 70% de la superficie terrestre y apenas conocemos de él un 10%.
Balguerías ilustra su argumento, donde nunca pensó «que tendría la oportunidad de hablar», en el escenario del Teatro Real invitado por la Fundación Reina Sofía. Con la reina en el patio de butacas, la fundación estrena este jueves el cortometraje Lemon: dos minutos que son suficientes para concienciar sobre el impacto real, alejado de números, que tiene el plástico en el océano.
El estudio de animación Able&Baker, productor de la serie Love Death and Robots de Netflix, ha sido el encargado de producir este cortometraje de animación cuya banda sonora es obra de Fernando Velázquez, triple ganador de los premios Goya. El mensaje es claro e incluye un hashtag: #EnvasesConBuenFinal. Dos minutos bastan para entender el impacto del plástico y querer reducirlo, mitigarlo. Pero, ¿podemos vivir sin plástico? ¿Queremos?
El punto realista lo aporta la científica Auxiliadora Prieto, investigadora principal en biotecnología de polímeros en el CSIC. «Nuestro estilo de vida hoy en día no permite prescindir totalmente de los plástico, pero, entre todos, debemos reducir su consumo lo máximo posible», comienza Prieto, que añade que los plásticos son, además, «unos materiales óptimos y muy importantes». Pero tienen en su contra la resistencia a la degradación, prácticamente, están ahí para siempre, y su origen, sintetizados del petróleo. ¿Qué podemos hacer para recibir los beneficios del material sin acabar con los océanos?
Ahí entra en el juego la biotecnología: apostar por los bioplásticos de reemplazo. La investigadora ha explicado los procesos que están llevando a cabo los biotecnólogos con bacterias para producir materiales bioplásticos a partir de residuos. Estas son capaces de alimentarse a partir de muchos tipos de residuos y, desde el laboratorio, se pueden “domesticar” para producir bioplásticos. Este proceso permite fabricar botellas u otros utensilios que, después de usarlos, pueden servir como fuente de alimento para las bacterias mediante compostaje.
«Es el círculo perfecto», concluye Prieto, que apunta a una producción de plástico de base biológica que superará los 2,6 millones de toneladas para 2023. Cada año se producen 350 millones de toneladas de plástico. «Todavía queda muchísimo trabajo por hacer». Hasta entonces, el director del Instituto Español de Oceanografía recuerda: «La sostenibilidad de este planeta depende de cada uno, más allá de las administraciones, depende de nuestro comportamiento».