Proteger las razas de ganado autóctonas también es conservar la biodiversidad
La desaparición de las razas ganaderas autóctonas y los sistemas ganaderos extensivos está teniendo consecuencias en la conservación de la biodiversidad
La humanidad se enfrenta actualmente —y lo hará durante las próximas décadas— al reto de alimentar a toda la población. Al mismo tiempo, se debe reducir el impacto que los sistemas alimentarios tienen sobre la naturaleza.
La intensificación agraria de las últimas décadas ha supuesto una amenaza para las especies silvestres y sus hábitats. Pero también ha afectado a la agrobiodiversidad: la diversidad biológica relevante para la alimentación, la agricultura y los agroecosistemas.
Todo lo anterior ha provocado un intenso debate, tanto académico como político, sobre cómo debe gestionarse el territorio.
Las razas ganaderas autóctonas, amenazadas
Las razas ganaderas son un elemento destacado de la agrobiodiversidad ganadera; se consideran su unidad de manejo y conservación. Son grupos de animales domésticos con características físicas y productivas semejantes y heredables, que permiten diferenciarlos de otros grupos de animales.
Estas razas han sido (y siguen siendo) desarrolladas por las prácticas humanas. Garantizan la variedad de fuentes de alimento de origen animal, son el medio de vida de numerosas comunidades rurales y proporcionan numerosos servicios para el bienestar humano (como fibras y otros subproductos).
Estos animales son considerados un bien público global por el Banco Mundial. Asimismo, desempeñan un importante papel en el funcionamiento de los agroecosistemas, dependiendo de cómo se desarrollen los sistemas y prácticas de producción.
Por ejemplo, los herbívoros domésticos influyen en la estructura de la vegetación, en la diversidad animal que depende de esta y, por tanto, en la dinámica de las comunidades. Por otro lado, las deposiciones del ganado contribuyen a la disponibilidad de nutrientes y a su circulación en el agroecosistema. En general, el ganado ayuda a configurar paisajes más heterogéneos y complejos.
A lo largo del siglo XX, y especialmente en su segunda mitad, la industrialización y mejora de las técnicas productivas y reproductivas (como la inseminación artificial) han fomentado la difusión por todo el planeta de un grupo reducido de razas, altamente especializadas. Normalmente, junto con la expansión de sistemas ganaderos intensivos, manejadas bajo condiciones controladas.
El fenómeno ha llevado al remplazo, cruzamiento o abandono de las razas ganaderas autóctonas (aquellas adaptadas localmente). La FAO señala que solo un 10% de las razas ganaderas locales (autóctonas de determinados territorios) no están amenazadas.
Por qué conservar la agrobiodiversidad
Para conservar la biodiversidad son necesarias no solo zonas protegidas, sino también amplias áreas que tengan un manejo que respete las necesidades de la vida silvestre. Es muy común encontrar altos índices de biodiversidad en los paisajes agrarios que rodean las áreas protegidas.
En Europa, un 50% de todas las especies viven en agroecosistemas. La Lista Roja de Hábitats muestra que un 53% de todos los hábitats amenazados son pastos. La desaparición de las razas ganaderas autóctonas y los sistemas ganaderos extensivos está teniendo consecuencias en la conservación de la biodiversidad.
En España, la ganadería ha tenido una gran importancia histórica, tanto a nivel económico, como social y cultural. La diversidad de ambientes y culturas en el territorio ha favorecido la aparición y reconocimiento de más de 150 razas ganaderas autóctonas. Muchas, como la oveja merina negra, la vaca tudanca o el asno andaluz, se encuentran actualmente en peligro de extinción.
La diversidad de usos humanos ha afectado también a la distribución de la diversidad silvestre en nuestro país. Sin embargo, hasta la fecha apenas se ha estudiado cuál es la relación entre la vida silvestre y la diversidad de razas ganaderas, pese a que podría ser de gran interés para su conservación.
Distribución la diversidad silvestre y ganadera
En un trabajo publicado recientemente hemos estudiado cómo se relaciona la distribución de especies nativas de vertebrados silvestres y las razas ganaderas autóctonas en la España peninsular. Hemos considerado 128 razas bovinas, equinas, porcinas, ovinas y caprinas.
Nuestro objetivo es mejorar la comprensión sobre la relación entre la diversidad silvestre y ganadera. Al mismo tiempo, nos parece importante identificar áreas donde se puedan aplicar estrategias de conservación integradas con efectos positivos en ambos tipos de diversidad.
En general, nuestros resultados muestran que aquellas zonas que albergan una mayor diversidad de razas autóctonas también muestran una mayor diversidad de vertebrados silvestres. Las relaciones positivas encontradas están mediadas por los gradientes climáticos característicos del territorio peninsular.
Una posible explicación para esta relación entre la diversidad silvestre y ganadera podría tener que ver con el papel que las razas y los sistemas de producción tienen en el funcionamiento y la estructura de los agroecosistemas. No obstante, sería necesario realizar más investigación para indagar en los mecanismos que subyacen en esta relación.
Gestión del paisaje y conservación
Nuestros resultados muestran que, cuando se trata de usos ganaderos extensivos y sostenibles, y en contextos donde estos usos han generado un gran número de razas autóctonas, la ganadería podría ser una actividad favorable para mantener la biodiversidad silvestre.
Implementar acciones de conservación integradas podría beneficiar no solo a las razas ganaderas autóctonas, sino también a la fauna silvestre, especialmente en áreas con una larga historia de usos agrícolas y ganaderos. Todo ello permitiría fomentar la conservación de la biodiversidad más allá de las áreas protegidas, incluyendo los paisajes ganaderos.
Nuestro trabajo abre nuevas preguntas de investigación. Por ejemplo: ¿podrán estos resultados extrapolarse a otras áreas con distinta historia de usos humanos? En todo caso, contribuyen a la mejora de la sostenibilidad de los sistemas ganaderos y la conservación de la biodiversidad.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.