Green New Deal: el ambicioso plan de Alexandria Ocasio-Cortez para revolucionar el medioambiente en EEUU
El plan climático más ambicioso de la historia norteamericana es todavía una quimera, pero juega un importante papel político
Ahora que los demócratas pueden regresar a la Casa Blanca –veremos cómo–, dentro del Partido Demócrata se evidencian la separación entre centristas y progresistas. De entre estos últimos, destaca especialmente Alexandria Ocasio-Cortez, congresista por Nueva York, quien lleva liderando el ala progresista del partido azul desde 2018, cuando fue elegida.
En los últimos meses, AOC –como es conocida informalmente– ha intensificado su lucha climática a través del Green New Deal, un gran y ambicioso plan medioambiental que ha estado presente, también, en la campaña de las presidenciales que han dado como ganador a Joe Biden. Pero ¿en qué consiste este nuevo acuerdo verde? ¿Cómo influirá en la política estadounidense en los próximos cuatro años? Aquí algunas claves:
El Green New Deal de AOC, Bernie Sanders y otros notables del ala progresista del Partido Demócrata es, como decíamos, un plan medioambiental muy ambicioso. El más ambicioso de la historia norteamericana. Para empezar, pretende descarbonizar la economía estadounidense en 10 años, algo que teniendo que cuenta que Estados Unidos es el segundo país más contaminante, detrás de China, supone toda una revolución tanto económica como social. El objetivo: llegar a cero emisiones en este breve periodo de tiempo, una meta que de ambiciosa se antoja inalcanzable, incluso para los expertos más optimistas.
Para lograr este ideal, el Green New Deal propone apostar por las energías renovables, cambiar los viejos coches, aviones, camiones y barcos por métodos de transporte limpios y sostenibles, adaptar toda la industria, mejorar las infraestructuras y proteger el 100% de los bosques. Todo esto en 10 años que, como decíamos, se antoja inalcanzable –al menos en tan poco tiempo–.
La parte green del asunto ya está explicada. La otra parte hace referencia –y es, en parte, un homenaje– al New Deal que el presidente Franklin D. Roosevelt lanzó para superar los estragos económicos de la Gran Depresión allá por los años 30 del pasado siglo: un conjunto de programas y proyectos de naturaleza intervencionista que buscaban combatir la desigualdad y mantener los empleos, algo que también busca este Green New Deal. Como en aquella batería de medidas en el Estados Unidos de entreguerras, este nuevo acuerdo verde aspira a poner en marcha una movilización de recursos sin precedentes, un verdadero estímulo económico verde.
La ración socioeconómica de la propuesta es todavía más ambiciosa que la medioambiental, sobre todo para los estándares estadounidenses –en Europa no nos choca tanto, tal vez, por nuestra perspectiva del Estado de bienestar–. Pero para la sociedad norteamericana, las medidas propuestas por AOC y compañía suponen todo un revulsivo: garantizar el derecho a tener una baja médica y de paternidad, a disfrutar de unas vacaciones y de una pensión pública, el acceso a la educación y a la sanidad para todos, así como a la vivienda… Cosas que, como mencionaba, no nos parecen tan locas en Europa pero que en Estados Unidos, así de entrada, suenan a socialismo. En realidad, el argumento de los progresistas es el siguiente: aunque luchemos como nunca para paliar los efectos del cambio climático, debemos asegurar el bienestar de aquellos que se verán más afectados por esta emergencia. En definitiva, sentar las bases de un nuevo sistema productivo.
Aunque ya en 2016 el propio Sanders llevaba entre sus propuestas de campaña un novedoso plan climático, el Green New Deal empezó a sonar con fuerza precisamente a partir de 2018, cuando esta nueva tanda de congresistas apareció en escena. Surgió fundamentalmente como una respuesta política a la Administración de Trump, que –como ya hemos explicado en estas páginas– ha causado importantes estragos en la lucha contra la emergencia climática.
El Green New Deal, desde un punto de vista puramente práctico y político, es ahora mismo una quimera. Para que el Gobierno de Biden pudiera lograr ponerlo en marcha, necesitaría no solo un gran consenso social, sino que aparte de ocupar el Despacho Oval, debería ostentar una mayoría holgada tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, algo que de momento no parece que vaya a cumplirse. Sin embargo, que este acuerdo esté en el debate público es un gran paso. La inversión verde está ganando peso en el conjunto de políticas públicas, así como en las iniciativas privadas, a ambos lados del Atlántico, y es posible que apuntando alto se consiga llegar a unos acuerdos más básicos con los que emprender la lucha de cero. De momento, el Green New Deal norteamericano ha surtido efecto a escala internacional, ya que tiene un símil –menos ambicioso, pero más factible– en el Pacto Verde Europeo, la hoja de ruta para dotar a la Unión Europea de una economía sostenible.