THE OBJECTIVE
Mundo ethos

Cuba: con la música a otra parte

Ocho jóvenes aprovecharon que se encontraban de gira en Puerto Rico con el Ballet Nacional de Cuba para acogerse a la Ley de Ajuste Cubano. Con los pies en suelo americano, comienzan su andadura hacia la libertad: un derecho escaso en el régimen castrista. La disidencia cubana sigue denunciando la violación de derechos humanos perpetua del gobierno de los Castro. Una realidad que suma más de medio siglo y miles de cubanos en el exilio huyendo de la represión y la pobreza.

Miembros del Ballet Nacional de Cuba se acogen a la Ley de Ajuste para no volver a la isla (Joe Skipper / REUTERS)

Dejaron de bailar al son del régimen castrista. Han colgado el tutú y las bailarinas del Ballet Nacional de Cuba, su peculiar cuartel general. Son voces disidentes, desertores. Su historia representa la de muchos cubanos que se despidieron de su tierra para echar raíces en un país donde la libertad no es una utopía ni los derechos humanos un lujo al que están condenados a renunciar. Pero esa oportunidad la brinda el gran enemigo de Cuba: Estados Unidos.

“Son jóvenes que se deslumbran creyendo que van a tener un futuro prometedor y, estadísticamente, la ma­yoría de los que abandonan la compañía se frustran y quedan en el ca­mi­no”. Es la interpretación de la directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, para el diario oficial, Granma. En la otra cara de la moneda se encuentran ocho jóvenes de entre 21 y 24 años del cuerpo de baile raso frustrados por la falta de oportunidades de su país. Siete de ellos fueron acogidos en Miami; el otro, permanece en Puerto Rico. “Artísticamente la compañía no se afectó», afirmó la Prima Ballerina Assoluta.

Lo cierto es que se trata de la segunda mayor deserción del ballet cubano en poco más de un año. En marzo de 2013, Ariadnni Martín (20), Randy Crespo (22), Luis Víctor Santana (23); Edward González (23) y José Justiz (20) dieron el paso. Era el 65º aniversario de la fundación de la compañía que regresó de México con siete integrantes menos. Seis de ellos cruzaron la frontera a Estados Unidos; el otro se quedó en tierras mexicanas.

Besar suelo estadounidense

Estados Unidos es para los exiliados cubanos una suerte de tierra prometida. De acuerdo con el último censo, realizado en 2010, el país acoge a 1,8 millones de cubanos. Representan el 3,7% de la población hispana, convirtiéndose en la tercera población. En primer lugar se encuentra México con un 64,9%, seguido de Puerto Rico (9,2%). Florida, California y Nueva Jersey son los estados con mayor presencia de cubanos del país. “El exilio natural del cubano es Miami”, dice Alejandro García Raga, desterrado en España desde 2008. Alejandro tiene a parte de su familia en Estados Unidos. “Mi padre llegó a Miami con 74 años. No tenía ningún tipo de ayuda aquí, no tenía derecho a pensión contributiva. Fue a ver a su hermana y se quedó en Estados Unidos para acogerse a esa Ley de Ajuste Cubano”, recuerda para Investigations.

Aprobada el 2 de noviembre de 1966 por el Congreso de los Estados Unidos, la Ley Pública 89-732, “The Cuban Adjustment Act”, ajustaba el estatus de los refugiados cubanos que se encontraban en suelo estadounidense. Tras su aprobación, podían solicitar la residencia permanente. La Ley de Ajuste Cubano establece que toda persona nacida en Cuba, su cónyuge o hijos menores de 21 años, podrán obtener la residencia permanente tras haber permanecido físicamente un año en el país. Además, debe cumplir una serie de requisitos: probar su origen cubano, haber entrado legalmente al país y disponer de un expediente delictivo limpio.

“Mi padre fue a ver a su hermana por que estaba enferma. Una vez allí, se quedó y se acogió a esta ley. Cubre necesidades básicas dependiendo de la edad. Él tiene ya una ayuda de por vida. Además, allá existe lo que se conoce como ‘Plan 8’ , parecido a las viviendas de protección oficial aquí”, explica González Raga a Investigations.

Los amordazados

Huir de Cuba es, en última instancia, huir de los artículos de la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, popularmente conocida como “ley mordaza”. La base sobre la que se construye el aparato represor del régimen castrista. “Es el recurso supremo de fuerza. El Gobierno se mantiene con la fuerza, eso es un hecho”, argumenta González Raga.

Alejandro González Raga está considerado preso político por Amnistía Internacional. Forma parte de lo que el castrismo convino en llamar el “Grupo de los 75”. Una cuestión que insiste en matizar. Asegura que los arrestados durante la Primavera Negra Cubana de 2003 no estaban unidos bajo ningún grupo de acción común. “Cada uno éramos de una provincia. Estábamos en la oposición. En mi caso, en el Movimiento Cristiano de Liberación que trabajaba en el Proyecto Varela desde Camagüey. Era el representante en la provincia. Hacía periodismo independiente. No soy periodista profesional. Contaba lo que estaba pasando y lo hacía medianamente bien. Solo eso”.

Pero fue suficiente para ser arrestado. Fue condenado a 18 años de prisión. Receptación y Especulación y Acaparamiento son los delitos que figuran en la sentencia. Actos delictivos que, según el mismo documento, se materializan en hechos concretos como, por ejemplo, su correspondencia con Yanisset Rivero Gutierrez -considerada por el régimen la principal cabecilla de la organización contrarrevolucionaria “Directorio Democrático Cubano- solicitando apoyo económico para financiar una publicación subversiva en Camagüey. También le acusan de enviar información “con el marcado interés de menoscabar la imagen del Sistema Socialista Cubano”.

En 2008, de repente, todo cambió. El Gobierno le ofreció el destierro como alternativa a su privación de libertad. España sería su próximo destino. “A día de hoy no sabemos qué criterios siguieron. Analizar la lógica del régimen es una locura, porque es una locura en sí mismo”, argumenta González Raga a Investigations. No obstante, considera que fue una elección aleatoria. Lo interpreta como un gesto hacia el Partido Socialista (PSOE), entonces en plena campaña electoral. “El Gobierno cubano siempre ha tenido un stock de presos para regalar”, sentencia.

Derechos humanos, una asignatura pendiente

El destierro no ha menguado el deseo de este cubano: regresar la libertad a su país. Su principal denuncia es la flagrante violación de derechos humanos que castiga la isla. La lucha continúa desde el otro lado del Atlántico; concretamente desde el Observatorio Cubano de Derechos Humanos. Tiene claro que la disidencia interna tiene las manos atadas dentro de Cuba: “Hagan lo que hagan los disidentes allá, está bien. El Gobierno lo controla todo. Cada calle tiene un Comité de Defensa de la Revolución donde los vecinos se vigilan y controlan entre ellos. El control es tan brutal que hace imposible que la oposición pueda enfrentarse al Estado. Además, el gobierno tiene capacidad de difamación brutal. Te calumnia con aspectos de tu vida privada. Es imposible salir indemne”, denuncia.

Los datos hablan por sí solos. Las detenciones arbitrarias se cuentan por cientos cada mes. Según el Observatorio Humano de Derechos Humanos, en el mes de abril se registraron 905 detenciones de este tipo en Cuba. Según este informe, 90 disidentes fueron agredidos físicamente por agentes policiales. Otros 104 detenidos fueron víctimas de “actos de repudio” y otras formas de hostigamiento. Una realidad no es ajena a los organismos, instituciones ni organizaciones internacionales. Así, por ejemplo, Human Right Watch elaboró un informe en el que recoge las sistemáticas violaciones de derechos humanos que sufren los cubanos: libertad de expresión y asociación, censura, detenciones arbitrarias, restricciones para viajar, hacinamientos en las cárceles, etc…

En la actualidad, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos trabaja para conseguir que la ONU ponga en marcha en Cuba el procedimiento 1503 con el objetivo de que se analicen y condenen las violaciones de derechos humanos. Será la segunda vez que lo hagan. “En realidad, de la ONU no esperamos nada”. González Raga sostiene que las Naciones Unidas no harán nada por cambiar la situación en Cuba. “Llaman la atención sobre el estado de los derechos humanos, pero no se traduce en hechos concretos. Llegan informes de la situación cubana, pero se queda ahí. No hay una forma de que eso vaya más allá. No se convierte en una medida. Se queda en argumentos,  en retórica”, se queja.

Mientras tanto, Cuba sigue apagando las voces que le resultan molestas dentro de sus fronteras. Pero fuera, sus exiliados se empeñan en elevar la voz. El resto del mundo, levanta de vez en cuando la mirada. Observa. Pero la mayoría calla. Y así, el régimen castrista suma años superando ya medio siglo al frente de un país sediento de libertad.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D