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Los otros cien latigazos de Meriam Ibrahim

Daneil Wani y Meriam Ibrahim son un matrimonio de Sudán perseguido por la sharia. La ley islámica condenó a 100 latigazos y a la horca a Meriam, por renunciar al Islam y casarse con un cristiano. No habían transcurrido 24 horas después de su liberación -por irregularidades en el proceso- este martes, cuando las autoridades volvieron a arrestarla; esta vez, junto a su esposo y sus dos hijos. Ahora, intentan de nuevo huir del país, con ayuda de EEUU.

 

Meriam Ibrahim, condenada a 100 latigazos y a morir en la horca por su matrimonio con un cristiano en Sudán (STR/Getty Images)

No deberían ser más que una familia feliz de Sudán. Sin embargo, viven castigados por la fe que profesan, condenados por su credo. Daneil Wani y Meriam Ibrahim son un matrimonio cristiano perseguido por las leyes de un país donde impera la sharia: Sudán. Ella ha sido condenada a pena de muerte por adulterio y apostasía del Islam. Apenas 24 horas después de que el tribunal de apelación de Khartoum anulase su sentencia, las autoridades sursudanesas arrestaron al matrimonio y sus dos hijos en el aeropuerto. Frustraron su intento de dejar atrás su pesadilla. Aunque, recuperada su libertad, volverán a intentar abandonar el país, al amparo de Estados Unidos.

La historia de amor de Daniel Wani y Meriam Ibrahim ha sido truncada por la sharia. La ley islámica se interpuso en su camino el pasado mes de mayo. En esa fecha, Meriam Ibrahim, de 27 años, fue condenada a muerte. Se le acusaba de apostasía y adulterio. Por este último delito recibiría cien latigazos. Su delito había sido contraer matrimonio con un cristiano. Ninguno de los cargos que pesan sobre ella ha podido ser probado.

Por un puñado de negocios

El principal argumento que condena a Meriam es su religión, haberse convertido al cristiano. Sin embargo, Meriam no es una cristiana conversa. A pesar de ser hija de padre musulmán, se crió como cristiana cuando su progenitor la abandonó siendo una niña de apenas seis años. Su madre, muerta en 2012, no puede apoyar este argumento. Imposible demostrar que no incurrió en apostasía. Más aún cuando Meriam se negó a renunciar a su fe cristiana a cambio de su libertad. Si no lo hacía, la separarían de su familia. Su matrimonio no tendría validez ante la ley islámica que rige el país y sus hijos serían considerados ilegítimos.

En una ocasión, ya en la cárcel, dijo a su marido: «No voy a renunciar al cristianismo solo para que pueda vivir. Sé que podría seguir viva convirtiéndome en musulmana y sería capaz de velar por nuestra familia, pero necesito ser honesta conmigo misma».

Pero el testimonio de su hermano, Al Samani Al Hadi Mohamed Abdullah, contradecía su versión ante el tribunal de Khartoum que la juzgó. A su hermano no le tembló la voz cuando, en una entrevista a CNN, aseguró que fue él quien la había denunciado ante las autoridades en agosto de 2013. Afirma que Meriam nació como Abrar Al Hadi, pero que cambió su nombre tras ser drogada por su marido “con unas pociones mágicas” para lograr que se convirtiera.

Sin embargo, la versión de su hermano  fue refutada por una ONG estadounidense que está pagando los costes legales de Meriam. De acuerdo con la misma, la denuncia responde a una disputa familiar. Su familia pretende hacerse con el control de una serie de empresas con cierto éxito. Se trata de un supermercado, una granja y un salón de belleza.

Matrimonio invalidado por la ley islámica

Según el acta matrimonial, Daniel Wani y Meriam Ibrahim se dieron el “sí quiero” el 19 de diciembre de 2011. El matrimonio tuvo lugar en la parroquia de la catedral de St. Matthew, un imponente edificio en el centro de Jartum. Fue una boda entre cristianos. Sin embargo, la condena sobre Meriam por apostasía invalidaba el matrimonio, pues era considerada una mujer musulamana. Ante esta sentencia, ambos cónyuges se convertían en adúlteros. Así lo establece la ley islámica. Un cristiano no puede casarse con una musulmana.

Pero el drama no acaba ahí. Daniel Wani y Meriam Ibrahim eran padres de un niño cuando se dictó sentencia. Invalidado su matrimonio por la ley islámica, sus hijos pasarían a ser considerados ilegítimos por la misma legislación. Martin, de tan solo 20 meses, permaneció arrestado junto a su madre en prisión. Pero Merian ingresó en prisión embarazada de ocho meses. El tribunal decidió entonces aplazar la ejecución dos años. En este tiempo, Meriam daría a luz a su hija y la amamantaría antes de cumplir su condena. Así, el 27 de mayo, la pequeña Maya, nacía en el hospital de la prisión de Orduman. Su madre daba a luz en prisión, con los pies atados.

Lo que dicen las leyes

Sudán es un país multirreligioso. No obstante, desde su independencia en 1956, los conflictos entre las diferentes religiones han desangrado a su población década tras década. De acuerdo con el Banco Mundial, en el país conviven 10,84 millones de personas. De ellas, la mayoría son musulmanas (71%). Los cristianos representan un 16% de la población.

El Gobierno actúa con el Islam como religión del Estado y el ordenamiento jurídico está regido por la sharia. Todo ello a pesar del artículo 8 de la Constitución donde se establece la separación Iglesia-Estado y declara que todas las religiones serán tratadas por igual. La sharia se aplica a todos los habitantes del país. No importa la religión que profesen. Solo así se explica una condena de muerte para quienes apostatan o la imposición de castigos corporales para otro tipo de delitos, entre ellos, el adulterio.

24 horas después, regresa la pesadilla

El curso de su historia daba un giro radical este 23 de junio. El tribunal de apelaciones ordenaba su liberación y cancelaba la sentencia que la condenaba a cien latigazos y a morir en la horca por los delitos de adulterio y apostasía. Se abría un nuevo capítulo en su vida. «Meriam está libre y ahora está volviendo a casa», confirmaba a la BBC Elshareef Ali, abogado de la joven. Sus abogados argumentan que el caso se basó en afirmaciones débiles, contradictorias e inconsistentes.

Pero su libertad apenas la pudo disfrutar 24 horas. Las autoridades de Sudán detenían a a Meriam y su familia en el aeropuerto cuando intentaban abandonar el país. Según fuentes consultadas por la cadena británica BBC y citadas por Europa Press, Ibrahim y su familia fueron interceptados por unos 40 agentes de seguridad. Al parecer, no tenían la documentación adecuada para salir del país.

La intervención de Estados Unidos fue clave para que la agonía, en este caso, fuese de apenas unas horas. En ello tuvo mucho que ver la doble nacionalidad de su marido. Daniel Wani es un ciudadano estadounidense residente en New Hampshire. Su huida está amparada por Washington.

La lucha por su libertad abrió una nueva batalla. Amnistía Internacional y Ayuda a la Iglesia Necesitada, las dos organizaciones que han liderado la batalla por su liberación, volverán a la carga. Intentarán que la comunidad internacional presione a las autoridades de Sudán del Sur para que todos los casos tengan un final feliz. Deben conquistar un derecho fundamental: la libertad religiosa.

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