El arte de la policía para bautizar las operaciones policiales
Si por algo destacan nuestros agentes es por esa gracia e imaginación a la hora de bautizar las operaciones como si de una película de Woody Allen se tratase. ¿Tienen agentes especializados en guiones humorísticos que deciden el título? o ¿se reúnen, lanzan apuestas y deciden por consenso la opción más graciosa? ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de poner nombre a una operación o redada?
La ubicación geográfica y apodos influyen a la hora de bautizar las operaciones
Sin embargo, no desde el origen de los tiempos se ha podido disfrutar de este ingenio de los cuerpos de seguridad españoles. Hasta 1990 la Policía Nacional y la Guardia Civil bautizaban las tramas con el número de diligencia judicial, por ejemplo, 1406/89. Esta fórmula, además de ser muy poco creativa, llevaba a la confusión, por lo que en numerosas ocasiones eran los propios agentes los que le cambiaban el nombre y acababan usando el de la víctima o detenido. A partir de la década de los 90 se estableció la fórmula de denominar los despliegues policiales con algún detalle de la operación, así, de esta forma, el caso tendría mucho más impacto social y mediático. Aunque Fernández asegura que los nombres no son elegidos con el objetivo de que tengan más repercusión mediática. «Se elige una palabra clave para distinguir las tramas, sin más. El criterio es totalmente aleatorio».
Ejemplos hay para dar y tomar. Una de las operaciones con el nombre más cómico es la famosa ‘operación Chuleta’. Para quien no haya oído hablar de ella no se trata de un grupo de carniceros asesinos, no. Fue una redada llevada a cabo en 2015 contra profesores de autoescuela que se dedicaban a hacer los exámenes por los alumnos a cambio de un sobresueldo. Otro nombre curioso es con el que bautizaron a la trama en la que fue detenido un miembro del conjunto musical Locomía por tráfico de estimulantes. Como el grupo exhibía en sus actuaciones grandes abanicos, los oficiales parecen ser que lo tuvieron muy claro a la hora de nombrar el despliegue: ‘operación Abanico’. Pero los agentes que verdaderamente mostraron derroche de creatividad fueron los encargados del ‘caso Sudoku’. Lo primero que pensé fue que habían detenido a un peligroso falsificador de pasatiempos, pero lejos de todo pronóstico lo que cayó fue una banda de ciudadanos orientales especializados en hacer copias piratas de DVD y falsificar bolsos. Supongo que llamarla ‘operación Verbatim’ no hubiese tenido tanto gancho.
Hasta 1990 bautizaban las tramas con el número de diligencia judicial
De esta forma, debe de ser cuanto menos curioso cuando dos agentes se encuentran en una comisaría. Imagino que la conversación debe ser algo así como:
– Agente Martínez, ¿en qué operación estás tú?
– “Pues yo en la ‘operación Puzle’. Ha aparecido el cuerpo de un colombiano descuartizado y algunas partes han sido halladas en varios lugares de Madrid. ¿Y tú, agente García?”
– “Yo ando en la ‘operación Pecado Original’. Un tal Adán y una tal Eva…que han pasado de comer manzanas a traficar con estupefacientes».