La moda del yoga se multiplica
Nos proporciona estabilidad a nivel de sensaciones y de emociones; equilibra nuestro sistema nervioso; hace que canalicemos mejor el estrés; y nos ayuda con los problemas posturales. El yoga no es un tratamiento psicológico ni un deporte, es simplemente una práctica que cada vez está más extendida en una sociedad enferma de prisa.
Nos proporciona estabilidad a nivel de sensaciones y de emociones; equilibra nuestro sistema nervioso; hace que canalicemos mejor el estrés; y nos ayuda con los problemas posturales. El yoga no es un tratamiento psicológico ni un deporte, es simplemente una práctica que cada vez está más extendida en una sociedad enferma de prisa.
Un dato: en Estados Unidos, 36 millones de personas practicaron yoga el año pasado; cuatro años antes, en 2012, fueron 20 millones. El incremento es importante y también se ha producido en otras partes del mundo porque “los beneficios que nos puede aportar se conocen más, y es una práctica más accesible a todos los niveles, y a todos los grupos sociales”, cuenta a The Objective Manuel Luque, subdirector de la Escuela Internacional de Yoga de Madrid.
«El yoga puede parecer más suave de lo que realmente es»
El incremento afecta a varios colectivos, es decir, cada vez hay más hombres que practican yoga, aunque las mujeres siguen ganando por goleada. Cuando le preguntamos a Manuel Luque por qué esta práctica es más común entre el sexo femenino, nos cuenta que el yoga no va dirigido a ningún colectivo concreto ni a ningún sexo en particular, pero, “y es una opinión personal, puede parecer más suave de lo que realmente es”.
Los jóvenes también acuden de manera más habitual a este tipo de práctica, principalmente por dos motivos: estrés y problemas posturales. “Indudablemente, el ritmo de vida que llevamos y todas nuestras actividades diarias dejan poco espacio para parar. La práctica de yoga nos permite parar y mirar con más atención a lo que nos rodea, a lo que nos sucede y a la vez trabajamos físicamente”.
Estilos de yoga
Hay tres grandes estilos de esta práctica milenaria que nació en la India y que se empezó a popularizar a escala internacional en el siglo XIX. De esos tres tipos parten todos los demás, según afirma Manuel Luque. El Hatha Yoga, el Iyengar Yoga y el Ashtanga Yoga, que comparten una misma raíz, unas mismas posturas (asanas, en sánscrito) y unos mismos ejercicios de respiración (pranayamas) “pero luego cada estilo tiene una forma de hacer o resalta y potencia un aspecto de la práctica”. Al final, el objetivo es impulsar la salud del cuerpo, tanto física como mentalmente hablando.
El Iyengar Yoga busca la precisión y el alineamiento en cada una de las posturas. Esa precisión y ese alineamiento se consiguen a través de instrucciones muy precisas y también de elementos externos (otro tipo de soportes) que facilitan esos ajustes. «Esa es la base, el alineamiento equilibrado entre músculo y esqueleto», afirma en la BBC, Gustavo Ponce, uno de los maestros de yoga en América Latina.
El Asthanga Yoga busca la sincronización entre la postura y la respiración en una secuencia que enlaza una postura con otra a través de un cierto número de respiraciones. “Esto es simplificado al máximo”, nos advierte el subdirector de la Escuela Internacional de Yoga de Madrid.
El Hatha Yoga es la práctica más popular. Es la que da origen a la práctica de las posturas y de las respiraciones en una sesión de yoga, pero sin ningún tipo de pretensión. Sin buscar la sincronización entre los dos aspectos como hace el Asthanga yoga, y sin buscar la precisión como el Iyengar yoga, «que también trabajan postura y respiración».
Más conciencia de nuestro mundo
En el reciente estudio llevado a cabo en Estados Unidos, y que citábamos al principio de este artículo, también se resaltaba una característica importante de todas aquellas personas que practican yoga: están más concienciadas «sobre la salud, sobre el medioambiente y sobre la comunidad en la que viven». Los expertos en esta disciplina corroboran esta teoría porque afirman que el yoga nos hace ser más conscientes de todo lo que nos rodea. «Nos hace ser más conscientes de nosotros mismos, de nuestras sensaciones, de nuestros estados anímicos. Eso nos hace también ser más conscientes del mundo que nos rodea y que habitamos, entonces, lógicamente, si yo quiero algo bueno para mí, voy a querer que mi entorno también esté bien porque eso también me va a ser devuelto. Las personas que practican yoga tienen una comprensión de su entorno más acorde con las necesidades que requiere el medioambiente», afirma Manuel Luque.
A medida que aumenta la gente que quiere practicar yoga, aumentan también los centros en los que se imparte, por eso es importante informarse bien sobre dónde queremos llevar a cabo esta práctica (si es que estamos interesados), y sobre todo, cuál es el estilo que más se ajustaría a nosotros mismos, con el objetivo de evitar cualquier tipo de lesión. Con todo ello, si decides probarlo, adelante, porque «la práctica de yoga está acondicionada para cualquier persona y para cualquier nivel de edad», nos comenta Manuel Luque, quien lleva más de veinte años practicándolo.