Connie Yowell: "Los diplomas deberían tener fecha de expiración"
Connie Yowell es una investigadora especializada en Educación y Psicología, graduada en las Universidades de Yale y Stanford que durante más de 30 años se ha dedicado a estudiar cuál es el mejor tipo de aprendizaje para el siglo XXI y cuál es el mejor uso de los nuevos medios digitales en educación
Escuchar a Connie Yowell hablar acerca del futuro de la educación es refrescante. Sus ideas, sus planes y sobre todo sus acciones pueden lograr que hasta el académico más conservador o el más escéptico empiecen a replantearse ciertas certezas, y se sitúen ante el cambio no solo como espectadores que inmóviles asienten o niegan con la cabeza mientras miran a los paradigmas resquebrajarse, sino como protagonistas, como agentes de cambio, con renovado entusiasmo y ganas de contribuir activamente a ese futuro que Yowell describe.
Connie Yowell es una investigadora especializada en Educación y Psicología, graduada en las Universidades de Yale y Stanford que durante más de 30 años se ha dedicado a estudiar cuál es el mejor tipo de aprendizaje para el siglo XXI y cuál es el mejor uso de los nuevos medios digitales en educación. Antes de embarcarse en su nuevo proyecto, Collective Shift, una organización cuya misión es catalizar el cambio social a través de la educación y la tecnología, Yowell gestionó el programa educativo de la Fundación MacArthur durante 15 años, un programa de 150 millones de dólares sobre medios digitales y aprendizaje. Los insights recopilados durante esos 15 años dieron lugar a esa nueva iniciativa y reafirmaron su visión acerca de la necesidad de una educación innovadora, flexible, continua y no monopolizada por la escuelas o las universidades.
LRNG – «The Evolution of Learning» from LRNG on Vimeo.
Aprovechando su presencia en Madrid para participar en el ciclo ‘Tech & Society’ organizado por el Aspen Institute España y la Fundación Telefónica, conversé con Connie Yowell la mañana previa a su charla titulada «El futuro del aprendizaje en la era digital». La conversación empezó con la afirmación de que en la actualidad, en la mayoría de los casos, el acercamiento académico es obsoleto a la hora de formar a los estudiantes en las herramientas concretas que requiere el mercado laboral, y que son la industria y las instituciones privadas las que terminan rellenando ese vacío.
Es decir, los estudiantes se gradúan y obtienen un título solo para tener que seguir estudiando y, en la mayoría de los casos, teniendo que invertir más dinero. Yowell, a través de Collective Shift propone un acercamiento diferente en el que es la ciudad, con sus instituciones académicas, sus bibliotecas, sus museos, sus industrias, trabajando de manera concertada, las que educan a los individuos. Lo llaman «aprendizaje conectado» (connected learning), aquí empiezan pues las preguntas.
¿Cómo surge el término aprendizaje conectado?
La principal conclusión del trabajo que realicé en la Fundación MacArthur acerca de cómo mejorar los procesos de aprendizaje, aprovechando los nuevos medios digitales, se puede resumir con el término «aprendizaje conectado» y se puede explicar de manera bastante sencilla, el mejor aprendizaje ocurre cuando el estudiante logra conecta tres cosas: su pasión, eso en lo que más desea convertirse; un grupo que comparta el mismo interés, para que puedan trabajar en ello juntos, el aprendizaje es algo social; y que esa pasión, ese oficio, esa profesión, tenga algún impacto en el mundo real, que esté conectado con algo relevante, desde conseguir un buen trabajo o lograr una publicación, hasta ayudar a construir una mejor comunidad… la base de todo es que la pasión al unirse con el esfuerzo compartido tenga un impacto tangible. Eso es el aprendizaje conectado.
Parece tan lógico que resulta extraño que esto no sea lo que sucede actualmente… ¿no?
Exacto, actualmente ni los institutos ni las universidades están preparando a los alumnos alrededor de sus pasiones, el método educativo es estandarizado (todos los alumnos estudian exactamente lo mismo) y antiguo, ni siquiera la disposición -en filas- de los alumnos en las aulas propicia el aprendizaje en grupo. Por otra parte, nuestras ciudades no están trabajando de forma coordinada para lograr que los estudiantes que los colegios y las universidades forman consigan hacer algo relevante con su formación, ni siquiera lo más simple que es encontrar un empleo.
Lo emocionante es que ahora -en la era digital- tenemos las herramientas que nos permiten promover la participación. Las herramientas digitales hacen que sea mucho más sencillo participar e impactar a lo grande. ¿Cuánto cuesta convertirse en creador de cosas, de productos de audio o visuales? Es mucho más barato y más sencillo. Ahora hasta los niños pueden hacer películas. Y también contamos con las redes, bien sea Facebook o Google o la que elijamos para conectarnos con el mundo.
Lo increíble es que nuestras escuelas no están aprovechando esos recursos de la mejor manera. Las escuelas, en el mejor de los casos, te hacen ser mejor en algo, pero ese ‘algo’ no está necesariamente conectado con algo que realmente le interese a los chicos; no está conectado a un grupo de compañeros con el que desarrollar el aprendizaje; y tampoco está conectado con el mundo real. Esa conexión perdida es la que necesitamos que suceda en las ciudades, en nuestras comunidades, y lo que observé fue que hacía falta una estructura tecnológica que se encargara de unir los puntos, de eso se trata la iniciativa LRNG de Collective Shift, de proveer la plataforma para crear conexiones y sinergia.
LRNG – «The Connect» from LRNG on Vimeo.
¿Cómo entran las ciudades en la ecuación?
Trabajamos con los alcaldes. Para comenzar tenemos que tener un grupo político que apoye la idea, esos son los alcaldes. Pero también trabajamos con las organizaciones existentes en las diferentes ciudades, con las escuelas, las bibliotecas, los museos y, por supuesto, con los potenciales empleadores. Cada una de estas fuerzas con gran potencial educativo ahora mismo están separadas y necesitamos que trabajen juntas. Eso es lo que nuestra estructura tecnológica propicia. Si tienes un programa determinado, una charla, un taller, en donde sea que este esté y sea quien sea el que lo imparte, nosotros lo hacemos visible para que los estudiantes puedan encontrarlo.
Ahora mismo, si eres un estudiante y quieres encontrar un curso vas a Google y lo que encuentras de vuelta es un desastre, una lista desordenada de cosas. Nosotros, además de proveer un sistema que selecciona, organiza y agrega oportunidades de aprendizaje que no necesariamente ocurren en la escuela, vamos un poco más allá. Parte de nuestra labor es trabajar con los empleadores y preguntarles acerca de los trabajos que ofrecerán en el futuro y cuáles son las habilidades y competencias que un empleado potencial necesitará para poder hacer esos trabajos, y así organizamos con las comunidades múltiples oportunidades de aprendizaje que hagan que el estudiante adquiera esas habilidades.
Además, creamos una especie de «micro-credencial» al que hemos llamado «badge» (chapa en inglés) que implica que cualquiera que participe en cualquiera de los cursos, talleres, charlas o exposiciones, obtendrá esa micro-credencial a manera de reconocimiento. Creemos que en un futuro, finalmente los diplomas y los grados serán reemplazados por estas «badges» y que será más fácil para las compañías identificar las habilidades que necesitan.
Suena realmente ambicioso ¿cuándo comenzará este gran cambio?
El cambio ya está ocurriendo. Ya estamos trabajando en 10 ciudades de Estados Unidos. Creo que llevará unos 10 años terminar de cambiar el paradigma en una comunidad completa, en una ciudad grande como Chicago, pero ya está sucediendo en pequeños fragmentos. En la parte en la que nos estamos enfocando ahora mismo es el llamado «skills gap», esto puede ser traducido, en este contexto, como la distancia que hay entre las habilidades reales que los jóvenes adquieren en la escuela y las deseables por el mercado laboral.
Uno de los mayores retos que esto representa es que estas habilidades no son permanentes, no son fijas, en la era digital estarán cambiando constante y rápidamente, y no podemos predecir con exactitud cuáles serán. Eso significa que tenemos que convertirnos en estudiantes de por vida, y tenemos que estar aprendiendo en todas partes y todo el tiempo. Un poco como funciona actualmente el mundo de la medicina. Un médico no puede salir de la universidad e ignorar todos los avances tecnológicos porque sería negligente, tiene que seguir aprendiendo y preparándose. En ese sentido, los diplomas deberían tener fecha de expiración. Ese es el gran cambio y las escuelas no están preparadas para asumir eso.
Si piensas en las escuelas verás que la educación comienza a una edad particular, a una hora determinada del día, sucede de una manera particular y luego termina. También termina a una edad determinada y luego ya estamos fuera del sistema educativo. Eso no es suficiente para el futuro al que nos dirigimos porque el mundo está cambiando dramáticamente y, para mí, es inevitable que el cambio en el aprendizaje sea igualmente dramático.
Ahora mismo, en Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno y las universidades invierten miles de millones de dólares en educación superior y resulta que las compañías están invirtiendo aún más dinero para educar a sus empleados. Y eso es un problema, eso significa que algo no está funcionando de manera coordinada. El sistema educativo tiene entonces que cambiar dramáticamente si quiere seguir siendo relevante y llenar ese «skills gap».
Esto significa ceder un montón del poder de las instituciones educativas a una red, y eso de alguna manera altera su modelo de negocios ¿Han recibido feedback de escuelas o personas relevantes en el campo educativo?
Sí, están en estado de pánico. Pánico total. Pero en realidad creo que siempre tendremos universidades de élite, que cuestan mucho, pero que educan a menos del 1% de nuestra población. Las universidades que están en pánico son las que están debajo de esa distinción de élite; las pequeñas universidades privadas, las universidades estatales, temen al cambio y cualquier opción que permita a los estudiantes aprender de manera alternativa, desde estudios en línea o en MOOCs (Massive Open Online Courses, cursos masivos abiertos online) o en sitios alternativos. Además, ahora existen compañías que están dispuestas a contratar empleados basándose en lo que pueden hacer, no en el diploma que tengan.
Este aprendizaje conectado está relacionado con lo que llamamos «aprendizaje casual» y «aprendizaje social»… ¿como ir a un bar a escuchar una charla acerca de arte posmoderno o neurociencia?
Exactamente así es como creo que será el aprendizaje del futuro y lo que nuestra iniciativa pretende hacer es seleccionar y organizar ese tipo de eventos e integrarlos en rutas. En lugar de tener planes de estudio y libros de texto, tendremos una aproximación mucho más personalizada al aprendizaje, que estará guiada por aquellas cosas que llaman tu atención. Si estás interesado en ciencia, por ejemplo, podrás encontrar una serie de eventos, actividades y experiencias que podrán ser seleccionadas y conectadas de manera que funcionen para ti, considerando desde tu itinerario y tus horarios, hasta tus competencias y habilidades. La idea es ayudarte a diseñar la manera en la que puedes aprender más o adquirir más habilidades acerca del tema particular que te interesa y luego integrar las micro-credenciales en esa ruta que estás siguiendo para que además puedas tener un portafolio, un historial de tu aprendizaje, que le puedes enseñar a un empleador y decirle: «esto es lo que he estado aprendiendo y esto es lo que sé hacer.»
Las micro-credenciales y la capacidad de enfocar todas las experiencias hacia un fin concreto es lo que hace la diferencia… ¿no?
Sí, vivimos en un tiempo de abundancia de conocimiento, no hay escasez en ese sentido; el reto es encontrar esas oportunidades de aprendizaje, organizarlas e integrarlas en una vía, una ruta concreta hacia una meta, hacia un esfuerzo enfocado y no disperso.
Es increíble que las escuelas se sigan quejando de no tener suficientes recursos, cuando vivimos en un mundo de hiperabundancia. Es obvio que necesitamos un nuevo sistema, una nueva estructura, para que sea posible para todos acceder a esa abundancia de una manera personalizada, relevante, y que se conecte a un trabajo real.
¿Con qué grupo etario están trabajando actualmente?
Con el grupo de 15 a 25 años, los post-millennials. Creemos que son ellos quienes están más capacitados ahora mismo para convertirse en estudiantes independientes. Tienen habilidades digitales, están deseosos de ser empoderados para hacerse cargo de su aprendizaje y además son los que tienen el mayor potencial de estar desempleados en los próximos 4 ó 5 años.
Cuando se habla de los millennials en el mercado laboral, de hecho se dice que la capacidad de reinventarse continuamente es una de las cosas que más aprecian en una compañía ¿cuál ha sido la respuesta de las compañías al acercamiento que vosotros proponéis?
Las compañías han respondido de manera muy positiva, pero también están bastante confundidas. Una de las razones es porque una parte de la compañía, Recursos Humanos, que está a cargo de las contrataciones, es probablemente una de las más convencionales y menos innovadoras, y no necesariamente entiende lo que están buscando. Su trabajo, en esta época, es relativamente sencillo porque por el alto nivel de desempleo reciben cientos de CV, pero fallan al basar su búsqueda en un diploma que resalte de una universidad de élite. No están por la labor de complicar ese proceso que ya tienen bien estandarizado.
Por otra parte, los gerentes y los directores están realmente entusiasmados porque saben que este cambio les permitirá quedarse con la gente que contraten, lo que hace que -a corto y medio plazo- sus costos asociados a la contratación bajen. Y para los millennials, dado lo que sabemos de ellos, que no les gusta demasiado el trabajo repetitivo y que aprecian una compañía que les permita crear un cambio positivo en su comunidad, este sistema les permitiría formar parte de esa red de aprendizaje conectado, tal vez dando charlas, compartiendo su conocimiento.
Ese es parte del puente que queremos construir, no se trata solamente de preguntarle a las compañías qué habilidades y competencias necesitan, sino también de darles la oportunidad de conectar a sus empleados con esa gran red de aprendizaje en la comunidad en la que viven.
Finalmente, cuando hablamos de aprender basándonos en algo que nos apasiona ¿crees que la implementación de la Renta Básica Universal juega algún rol importante en este cambio de paradigma?
Diría que sí, pero soy estadounidense y considerando el presidente que acabamos de elegir no es algo que vea que pueda pasar pronto, por lo menos en Estados Unidos. Creo que es absolutamente necesario e inevitable, pero altamente contencioso políticamente y que nos tomará décadas llegar ahí. Como americana pienso que no va a suceder pronto en Estados Unidos, va a seguir sucediendo en Europa u otros países antes que en EEUU por cuestiones estrictamente políticas.
Connie Yowell está convencida de que sí es posible cambiar el paradigma educativo, convertir a las ciudades en grandes ambientes de aprendizaje, y así, con trabajo y cambio sostenido y continuo… cambiar finalmente el mundo. Sabe que es algo que no sucederá de la noche a la mañana, pero está trabajando para que ocurra pronto. Su entusiasmo es contagioso y la seguridad con la que transmite sus ideas y sus planes es alentadora. Aquí dejamos su charla en la Fundación Telefónica para quienes sientan más curiosidad.