Muñoz Machado, director de la RAE: 'La lengua española acepta muy bien el mestizaje'
La RAE quiere “liderar la transformación o el afianzamiento del español como una lengua de ciencia y tecnología”, según Muñoz Machado
La Real Academia de la Lengua (RAE) se enfrenta a un gran reto histórico: la emergencia de tecnologías del lenguaje basadas en Inteligencia Artificial (IA). Las máquinas inteligentes son capaces de aprender cómo hablamos y también podrán ser fuentes de interferencia e intervención en la evolución natural de la lengua. Además, la lengua de la IA tiende a diversificarse, por lo que es esencial tomar medidas con rapidez. “Por estas razones, las Academias ya están trabajando por la unificación y normativización de la lengua de la IA”, según reconoce la institución en su página web.
Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949), que fue elegido director de la RAE el 20 de diciembre de 2018, se ha marcado como objetivo que la institución “lidere la transformación o el afianzamiento del español, con 570 millones de hablantes, como una lengua de ciencia y tecnología”. El director de la RAE añade como retos conseguir una mayor presencia del español en un entorno tecnológico dominado por el inglés y “evitar que la utilización de la lengua española por las máquinas produzca una fragmentación de nuestra lengua”.
¿Goza el español de buena salud en este momento?
El español es una lengua muy consolidada, normalizada, con un sistema de reglas que le asegura estabilidad y unidad. Es una lengua madura, que difícilmente puede ser gravemente alterada por las revoluciones tecnológicas, por muy importantes que sean. En todo caso, las novedades lingüísticas que se están implantando de la mano de la tecnología suponen la apertura de nuestro idioma a una cantidad importante de neologismos. No es, sin embargo, algo radicalmente nuevo. La lengua española ha aceptado siempre muy bien el mestizaje.
¿Cuál es el reto principal desde la perspectiva de la lengua?
El primero concierne a la transformación de las herramientas donde radica la doctrina lingüística, hasta ahora de base analógica, para llevarla a entornos e instrumentos digitales. La Academia Española está transformando su tricentenario Diccionario en un diccionario nativo digital. Esto implica una mayor facilidad en su utilización, un notable incremento del número de vocablos, locuciones y expresiones que lo integran, y una gran ampliación de la información sobre cada lema o entrada que la obra ofrece.
En segundo lugar, la tecnología digital utiliza preferentemente, hasta ahora, el inglés. Tenemos que conseguir una mayor presencia del español.
Y tercero, tenemos que evitar que la utilización de la lengua española por las máquinas produzca una fragmentación de nuestra lengua, que ha podido ser evitada gracias, sobre todo, al trabajo de la Academia durante los últimos trescientos años.
¿De qué forma ha afectado la digitalización al uso de la lengua?
Quizá lo más llamativo es que tenemos a nuestra disposición una información inabarcable sobre cualquier tema. Y también se han generado unas posibilidades de comunicación entre los ciudadanos de todo el mundo, principalmente a través de la constitución de comunidades virtuales, que resultan asombrosas comparadas con los recursos que teníamos hasta hace poco. Se ha multiplicado la comunicación escrita, principalmente. Y se ha adaptado la lengua escrita a formas de expresión concisas, a mensajes de pocas palabras. Emergen los dialectos de la red.
En el último número de la revista Telos, que edita Fundación Telefónica para el análisis y la prospectiva de los cambios que está provocando la tecnología, hemos escrito sobre la voz y, entre otros aspectos, sobre la forma en que se abre camino como interfaz entre humanos y máquinas. ¿Ve una oportunidad para el español en esta nueva oralidad entre humanos y máquinas?
Sí, desde luego. Por más que las nuevas tecnologías de la comunicación hayan nacido en entornos de lengua inglesa, la comunicación entre las máquinas y los humanos tiene que llevarse a cabo utilizando la lengua nativa de cada usuario. Los fabricantes de máquinas hablantes no pueden pretender que se entiendan con todos en inglés. Entre otras razones porque tendrían que despreciar un mercado que, en el caso del español, está formado por más de quinientos millones de personas. Demasiado suculento para no tenerlo en cuenta. Por otra parte, si las máquinas sólo utilizaran el inglés, la revolución digital estaría conduciendo a un mundo muy poco igualitario en el que se incrementaría la marginación de los desfavorecidos, que no tendrían acceso al progreso que trae la inteligencia artificial.
El dominio anglosajón en la tecnología, ¿cómo condiciona el futuro de nuestra lengua, del español?
Es natural que las corporaciones que inventan o progresan en el desarrollo de la tecnología bauticen sus inventos utilizando palabras propias de su lengua. Esto es inevitable. Pero esto no es incompatible con que se difundan simultáneamente palabras o expresiones que puedan sustituir las expresiones foráneas por otras propias del español. A veces es difícil porque no encontramos equivalentes. En tales casos acaba imponiéndose la palabra inglesa original, bien en crudo, es decir, sin españolizar de alguna manera, y otras veces con adaptaciones.
Se dice que lo que no tiene nombre no existe. El hecho de que asimilemos la terminología anglosajona en nuestro vocabulario cotidiano ¿condiciona el avance tecnológico en español?
No hay ningún invento que no tenga nombre, ningún avance tecnológico que no esté bautizado. El español no deja huecos. O usamos, como acabo de decir, palabras del español castizo para designar los nuevos inventos y avances tecnológicos, o pedimos ayuda a las lenguas extranjeras, y no tenemos el menor inconveniente en integrarlas en nuestro vocabulario.
¿Cree, como algunos responsables políticos y empresariales afirman, que se abre una oportunidad para el español a partir del desarrollo de la inteligencia artificial?
Desde luego que sí. Uno de los proyectos estratégicos más importantes de la Real Academia Española es el concerniente a la lengua en el entorno de la inteligencia artificial. Hemos denominado LEIA a este proyecto, y estamos trabajando junto con Telefónica y las grandes compañías tecnológicas globales en un gran pacto estratégico para que la utilización de la lengua española por las máquinas dotadas de inteligencia artificial se incremente y se atenga a pautas acordes con la doctrina establecida por la Academia a lo largo de los últimos trescientos años. Es decir, que se ajuste también a las reglas lingüísticas que observan los humanos.
En la RAE se están desarrollando en la actualidad “proyectos de alcance panhispánico”, en colaboración con las academias de la Lengua de todos los países hispanohablantes, y “de gran envergadura”, como el proyecto LEIA tendente a fomentar la mayor presencia de la lengua española en el ámbito de la inteligencia artificial. El avance tecnológico ¿une o distancia a las comunidades hispanohablantes?
En el proyecto LEIA participarán las veintitrés Academias de la Lengua. Es, por tanto, una iniciativa panhispánica para asegurar la unidad de la lengua española, usada por las máquinas, en todo el mundo. La unidad del español ha sido una preocupación constante de la RAE, retada de nuevo por la eventual diversificación del español de la inteligencia artificial. Tenemos que seguir atendiendo esa política esencial con nuevas acciones e ideas.
Por otro lado, se ha incrementado mucho la facilidad con que se produce la intercomunicación entre las veintitrés academias de la lengua española existentes en el mundo para nuestros trabajos y obras lingüísticos, desde el Diccionario general al Diccionario Panhispánico de Dudas, al Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, a la Ortografía y la Gramática. No digamos la inmensa información que tenemos ahora para la preparación de los corpus lingüísticos que nos informan sobre la evolución del léxico, el uso real de las palabras, la emergencia de vocablos nuevos, o la decadencia de otros.
Hace unos años, en noviembre de 2007, algunos medios de comunicación titularon “La eñe conquista el ciberespacio” con motivo de la incorporación de la presentación de los dominios multilingües en Internet, el uso de la ñ, las tildes y del resto de caracteres propios del español en las direcciones digitales. Se planteó entonces como una iniciativa para poner en valor la lengua española en Internet y en el desarrollo de la Sociedad de la Información. ¿De qué forma han impactado las tecnologías de la información y de la comunicación en el trabajo de la RAE?
La transformación está siendo espectacular. Piénsese que hasta hace no muchos años la Academia trabajaba con fichas, en las que aparecían, escritos a mano, los vocablos incorporados al Diccionario con sus definiciones y variantes. Ese trabajo se hace ahora con la ayuda de potentes recursos electrónicos. Nunca los diccionarios se han podido llevar a cabo con mejor información lingüística que en la actualidad porque contamos con bases de datos y corpus que tienen una envergadura fenomenal, integrados por cientos de millones de fórmulas.
No debe ser nada fácil para una institución que vela por conservar la tradición y por cuidar la lengua desempeñarse en un contexto de extrema complejidad, de globalización; urgida por los desafíos de la sociedad del conocimiento y la realidad cada día más predominante de los escenarios digitales en el mundo. ¿Se hace más difícil el trabajo de los académicos en este ecosistema conocido como VUCA (por sus siglas en inglés): volátil, inestable, complejo y ambiguo?
Sí, mucho más complejo. También, necesariamente, más intenso. Pero, en definitiva, más atractivo, enriquecedor y completo que nunca.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.