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El virus del hambre: la gran crisis alimentaria que viene

La COVID-19 duplicará el número de personas en situación de crisis alimentaria antes de final de año, alcanzando los 265 millones de personas

El virus del hambre: la gran crisis alimentaria que viene

Acción contra el Hambre

El coronavirus está agravando el hambre en un mundo hambriento. La pandemia golpea las bases de la alimentación mundial creando nuevos epicentros del hambre en todo el planeta. Y es que con apenas un tercio del llamamiento humanitario por la pandemia financiado, todo apunta a que la COVID-19 duplicará el número de personas en situación de crisis alimentaria antes de final de año, alcanzando los 265 millones de personas (las estimaciones en enero eran de 135 millones), según Naciones Unidas. Esta cifra marcaría un récord dramático en la historia de la humanidad.

El COVID-19 es la gota que ha colmado el vaso para millones de personas que ya tenían que hacer frente a los efectos de los conflictos, el cambio climático y la desigualdad, y a un sistema alimentario disfuncional que ha empobrecido a millones de productores de alimentos, y de trabajadores de ese sector.

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Imagen: Rodrigo Abd | AP

«Estamos muy preocupados por las cifras que se están produciendo y lo estamos observando día a día sobre el terreno», cuenta Antonio Vargas, responsable de salud y nutrición de Acción Contra el Hambre, que muestra la necesidad de poner el foco en las consecuencias alimentarias que trae esta pandemia para millones de personas. Se estima que un número importante de familias ha reducido en un 80% sus recursos económicos.

El número de personas en situación de crisis alimentaria antes de final de año alcanzará los 265 millones

De esta forma, Vargas detalla que el confinamiento de casi la mitad de la población mundial ha puesto en jaque a 2.000 millones de trabajadores informales que dependen de su actividad diaria para ganarse el arroz o el pan cada día. Las consecuencias más dramáticas: el aumento de más de un 14% del porcentaje de niños y niñas que podrían morir cada mes por desnutrición como consecuencia de la pandemia. Lo que se traduciría en 10.000 muertes infantiles más por mes, sobre todo en países con un sistema de salud ya frágil antes de la pandemia, como en varios países del continente africano, donde se ha producido un aumento de la mortalidad materna e infantil echando por tierra décadas de avances conseguidos con mucho esfuerzo.
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Imagen: Aboud Hamam | Reuters

Dónde y sobre quién impacta más

Aunque el epicentro mundial de la pandemia no esté en los países con más hambre, el golpe para los sistemas alimentarios, la caída de las economías informales o la reducción de los servicios de prevención y tratamiento de la desnutrición hacen temer un aumento del hambre en estos países. Pero al impacto económico, exponencialmente mayor en países sin ERTES ni subsidios, hay que sumar los efectos directos de la salud: “El colapso de sistemas sanitarios con la enfermedad, o simplemente el miedo de la población a acercarse a lugares que podían estar repletos de carga viral, ha dejado sin atender a otras enfermedades. Esto es especialmente grave en el caso del tratamiento de la desnutrición, y también lo es la suspensión de los programas de prevención», explica Antonio Vargas, que pasa a desgranar brevemente la situación en los siguientes territorios donde  la pandemia ha sido solo una crisis más, añadida a las que ya vivían.

  • En América Latina, con países como Perú (+860.000) o Colombia (+937.999) a la cabeza de las cifras de contagios, se calcula que 29 millones caerán en la pobreza tras la pandemia. En Perú, explica el responsable de Acción contra el Hambre, durante el confinamiento los supermercados tuvieron que cerrar. Sin embargo, sólo el 30% de la población tiene frigorífico, por lo que los productos tenían que ser consumidos de manera muy rápida y sin la posibilidad de reponerlos ante el cierre de comercios. «Se han perdido décadas de avances de manera muy rápida y va a costar volver a recuperarlos», hace hincapié Vargas, que también destaca la situación en Venezuela (+85.000), donde la situación es «especialmente grave» para los cuatro millones de venezolanos en movimiento por todo el continente americano, o para para los millones de centroamericanos que han visto disminuir drásticamente la llegada de remesas de países como EEUU, y que adoptan medidas de adaptación extremas como el endeudamiento o el trabajo infantil.
  • En África, donde afortunadamente la enfermedad no ha tenido ni la intensidad ni la letalidad de otras regiones, preocupa especialmente el impacto sobre un sistema de salud ya frágil antes de la pandemia, frenando la respuestas a otras patologías, como la tuberculosis, una enfermedad que se cobra alrededor de 18 muertes por hora y más de 157.000 vidas al año, según la OMS. “Hemos tenido que hacer esfuerzos ímprobos para que la población no abandonase los programas de prevención de la desnutrición y para continuar garantizando el tratamiento a los niños y niñas con desnutrición aguda”, explica Antonio Vargas, que también destaca el aumento de otras pandemias, como el sarampión, que causa miles de muertes anuales, sobre todo en niños menores de cinco años.
  • En Oriente Próximo la subida del precio de alimentos básicos parece imparable, como en Siria, un país sumido en una guerra desde hace más de nueve años, y donde una persona tiene que dedicar 240 veces más de recursos para llenar su canasta básica. En el Líbano los precios de los alimentos se han duplicado desde mayo.
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Imagen: Hassan Ammar | AP

En este sentido, Manuel Sánchez Montero, director de incidencia y relaciones institucionales en Acción contra el Hambre, destaca la importancia de los trabajadores humanitarios, con serias trabas a la hora de actuar en estos territorios debido a las graves dificultades de movimiento con las que se encuentran para aportar la ayuda humanitaria, de la que dependen casi 170 millones de personas en el mundo. 

Así, Sánchez Montero reclama la necesidad de que los trabajadores humanitarios sean considerados trabajadores esenciales, al igual que el personal médico o de servicios básicos, a todos los efectos y se eliminasen todas las trabas administrativas y logísticas a su despliegue.

De esta forma, aunque buena parte de expertos se han afanado en tranquilizar a la población mundial pues, evidentemente, en los países más desarrollados el desabastecimiento es una utopía, a la crisis sanitaria que ha generado el coronavirus a nivel mundial con más de un millón de fallecidos, hay que sumar una crisis alimentaria sin precedentes cuyas consecuencias puede ser devastadoras.

 

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