Juan Martínez Hernández: “Hay que reconocer nuestra insuficiencia científica y técnica frente a la COVID-19”
El experto en salud pública Juan Martínez Hernández advierte de los riesgos que implica una desescalada precipitada: “es un error tremendo”.
Este experto en salud pública apunta al “adanismo” de las sociedades occidentales como uno de los pecados en la gestión de esta crisis. Y advierte que, mientras no haya una vacuna, las herramientas de las que disponemos no distan demasiado de las que ya existían hace un siglo.
Juan Martínez Hernández trabajaba en el Hospital Carlos III de Madrid en 2003. A este centro llegaron entonces todos los casos sospechosos en España del primer coronavirus, popularmente conocido como SARS (síndrome respiratorio agudo grave) o SARS-CoV. Este especialista en medicina preventiva y ex Director General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid hace varias referencias a aquella experiencia para evaluar cómo hemos actuado ante la pandemia del nuevo coronavirus.
La primera alerta sanitaria mundial del siglo XXI dejó en nuestro país un solo caso confirmado y ninguna víctima mortal. Después llegaron la gripe aviar y la pandemia gripal de la Gripe A. Y en esta última década el ebola y el zika. Tras este último virus Martínez Hernández escribió un artículo con tintes premonitorios en el que advertía de la necesidad de un “intenso esfuerzo de vigilancia, coordinación y actuación precoz” para controlar estas amenazas.
Este preventivista mantiene hoy su análisis y critica con dureza la gestión que se ha hecho en España y en casi todo Occidente de la actual crisis. Desde el confinamiento en su casa de Madrid, Martínez Hernández advierte también de los riesgos que implica una desescalada precipitada: “es un error tremendo”. “Esta pandemia no ha terminado: todavía tiene varias oleadas; no probables, sino seguras”.
¿Se ha aplicado en esta crisis algo de lo aprendido en las epidemias ocurridas durante el siglo XXI?
Lo cierto es que lo aprendido en estos últimos 20 años no se ha utilizado. Se ha pecado de adanismo, a pesar de que había experiencia previa de gestión. Por ejemplo con la pandemia (que nunca se llegó a producir) de gripe aviar de 2005 y para la que se generaron unos planes. En 2009 se gestionó la gripe A con estos planes y se hizo muy bien. Pero todo el mundo pensó que se había sobreactuado: se acusó a la OMS de actuar de manera interesada y de favorecer la venta de antivirales.
¿Por qué se actúa ante esta epidemia de una manera displicente, descreída y con un resultado fatal? Primero, hay una xenofobia cultural hacia todo lo que viene de China; y segundo, y más importante, por el precedente de la Gripe A. La sociedad no quería ni oír hablar de pandemias ni epidemias. Y para los científicos que están al cargo esto iba a ser como la Gripe A.
En un artículo del 18 de marzo mostrabas tu preocupación por el hecho de que la mayoría de los casos de enfermedad por el virus eran leves. ¿Ha sido esa una de sus grandes armas para expandirse?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cometido algunos errores, pero quizás uno de los más inadvertidos es la denominación de la enfermedad. COVID-19 es un nombre ridículo. Hay muchas enfermedades provocadas por el coronavirus. Para que no se perdiese la gente le llamaron Coronavirus disease, o COVID-19. Pero la enfermedad debió llamarse SARS-2 para poner en alerta al mundo en relación con el primer SARS.
La diferencia fundamental con éste es que el primero no ocasionaba enfermedad leve. El virus se reproducía mal en la nariz y la faringe, así que no había infectados con catarro viral de vías altas o portadores sanos. Todos los pacientes del primer SARS tenían fiebre e infección pulmonar, así que eran fáciles de reconocer. Los escáneres de temperatura de los aeropuertos los detectaban a todos.
En este nuevo coronavirus los casos leves o asintomáticos son los que propagan la enfermedad. Hay unas directrices de varias Comunidades Autónomas en los primeros días de marzo diciendo que estos casos no contagiaban. Eso fue un error de bulto.
Además es muy difícil mantener en aislamiento a personas que se encuentran subjetivamente sanas. Por eso yo también sostengo que las cuarentenas tienen que ser obligatorias, igual que los aislamientos en los hospitales.
La inversión en Salud Pública en España representa sólo el 1.1% de todo el gasto sanitario en nuestro país, según cifras del ministerio. ¿Es suficiente para enfrentar amenazas como esta epidemia y las que vengan en el futuro?
Es una cantidad insignificante, porque además ahí van incluidas las vacunas del Sistema Nacional de Salud. La dotación en recursos humanos ha sido ampliamente superada. La OMS destaca ahora la importancia de identificar a todos los casos… pues ya me dirás cómo, si no tienes epidemiólogos para hacerlo.
No hay técnicos de salud pública suficientes. En España hoy hay en torno a 1.500 casos positivos al día. Eso es imposible de controlar por el equipo de epidemiólogos de las comunidades autónomas. Hay que hacer una encuesta epidemiológica al paciente, identificar a los contactos, llamarles por teléfonos, ordenar cuarentenas en firme, etc. Es algo que hay que planificar y apostar por ello. Porque indudablemente vendrán otras pandemias. Aunque, como decía, esta no ha terminado, le queda recorrido para rato.
Pero es que además las alertas sanitarias son de lo más variado. Las amenazas nucleares están ahí por ejemplo, no se han desvanecido. Y aquí el abordaje es diferente. ¿Y acaso es que no bebemos agua del grifo todos los días? Por algo las instalaciones donde se potabiliza el agua están protegidas por la Guardia Civil. Porque cualquier desaprensivo puede echar desde pintura a un kilo de matarratas. Hay amenazas de todo tipo, intencionadas, no intencionadas, etc.
Con los recursos humanos y técnicos de los que disponemos hoy, ¿qué medidas habría que implementar en tu opinión para afrontar las próximas oleadas de este virus?
Hay que tener en cuenta que el SARS fue la primera enfermedad del siglo XXI que se erradicó con medidas no farmacológicas. Es decir medidas de control del siglo XIX o incluso antes: el aislamiento de los enfermos, la cuarentena de los contactos, las mascarillas, los guantes, las batas, los equipos de protección, etc. Esas son las herramientas de las que disponemos hoy. No podemos fantasear ingenuamente con una vacuna que no va a llegar próximamente o con un tratamiento que no va a servir.
Además tenemos un modelo que fue bastante útil en España y en toda Europa a finales del XIX y principios del XX: el modo en que se controló la tuberculosis, que fue la gran pandemia del siglo XIX. Se hizo algo inédito creando una red por toda Europa de hospitales anti-tuberculosos. De aislamiento y monográficos, dedicados exclusivamente a estos enfermos. Tuvieron una gran importancia porque separaron a los pacientes tuberculosos de los que no lo eran, evitando los contagios. Hasta el personal que los atendía había pasado ya la enfermedad. Y por tanto tenía una cierta inmunidad.
Este virus es más poderoso y más letal de lo que todavía se cree. Quedan muchas oleadas, no solo una. (…) Por tanto se necesitan hospitales monográficos para manejar la Covid-19. No para hacer nada especial, sino lo mismo que estamos haciendo: aislarlos y ponerlos en cuarentena. Son decisiones durísimas. O haces uno muy rápido como en China o decides algo todavía más duro, que un hospital ya existente se convierta en monográfico de esta enfermedad.
En definitiva, medidas del siglo XIX o principios del XX para una pandemia del siglo XXI…
Sí. Pero que se han demostrado eficaces por ejemplo en 2003. Es muy triste reconocer que no hay tratamiento, ni vacuna, ni los va a haber en breve. En la primera oleada el virus nos pilló fuera de juego. Ahora, que hay más capacidad de test PCR, podremos detectarlos y aislarlos mejor. Pero será enormemente complejo.
Hay que reconocer nuestra realidad material y nuestra insuficiencia científica y técnica frente a virus como este. Es cierto que la ciencia aplicada a este problema ofrecerá soluciones, pero no las tenemos a día de hoy. Entonces hoy hay que aplicar lo que hay. Es indudable que de cara a las futuras pandemias habrá que tener una fortísima inversión por ejemplo para identificar los patógenos de la fauna. Hay infinidad de patógenos en la fauna salvaje.
Pero esto no está exento de riesgos… Si nos ponemos a buscar en las cuevas de toda Asia y África murciélagos, que son grandes reservorios, para encontrar todos los virus que tienen, igual estamos destapando la caja de pandora. Porque esos bichitos que están en su cueva y que nadie les ha ido a molestar, quizás llegamos nosotros y generamos la nueva pandemia porque nos hemos metido donde no debíamos. Eso también ha pasado.