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Mordazas digitales

Una oleada de voces, cada día más poderosas, se preguntan hasta qué punto su libertad de expresión está siendo controlada en el universo digital. El clamor de la inquietud apunta principalmente a las que quizá sean las creaciones más fértiles de la web: las redes sociales.

Mordazas digitales

Con frecuencia se escuchan comentarios del estilo “Internet lo sabe todo”. Y es que la inabarcable red de redes es un pozo sin fondo de información, datos, titulares y opiniones que circulan sin descanso de un lado a otro del planeta de forma instantánea. Que nos parezcan útiles en su conjunto ya es otro cantar.

Pero no es necesaria ninguna tesis a estas alturas sobre lo que ha significado la aparición de Internet en nuestras vidas. Porque hay una oleada de voces, cada día más poderosas, que se preguntan hasta qué punto su libertad de expresión está siendo controlada en el universo digital. El clamor de la inquietud apunta principalmente a las que quizá sean las creaciones más fértiles de la web: las redes sociales.

Breve historia de un fenómeno de masas

Perfilar la trayectoria de las redes sociales no es una tarea fácil, ya que son muchos los sitios web que reclaman el honor de haber sido la primera comunidad global de internautas. Si nos ceñimos a las fechas, debemos señalar el año 1994 como un punto de inflexión en la comunicación digital: nace GeoCities, la primera página web con características similares a lo que hoy conocemos como red social. La idea era que los usuarios creaban sus propias páginas y las alojaban en diferentes barrios según su contenido.

Facebook nació en 2004 y actualmente cuenta con 1.700 millones de usuarios. (Foto: Carlos Barria / Reuters)
Facebook nació en 2004 y actualmente cuenta con 1.700 millones de usuarios. (Foto: Carlos Barria / Reuters)

En la siguiente década aparecerían más nombres como TheGlobe (1995), SixDegrees (1997), Friendster (2002) y MySpace (2003). Todos ellos forman parte del Salón de la Fama de los social media. Aunque en 2004 llegó la que se convertiría en la auténtica reina de este mundillo, Facebook, que actualmente cuenta con cerca de 1.700 millones de usuarios registrados. En sus orígenes se limitaba a ser una plataforma para que los estudiantes universitarios de Harvard estuvieran en contacto, pero rápidamente se transformó en un gigante indomable.

Censura en la red: ¿truco o trato?

Las diferentes legislaciones a nivel internacional fueron un quebradero de cabeza para Facebook, que a lo largo de los años ha ido limando su política de funcionamiento. En su hervidero de publicaciones, los desnudos se han convertido en el principal foco de controversia. Hace poco conocimos el caso de la fotografía de la ‘niña de Napalm’, publicada en primera página por el periódico más grande de Noruega, Aftenposten. En ella aparece una niña desnuda que huía de un bombardeo durante la guerra de Vietnam. El fotógrafo ganó el premio Pulitzer, pero su obra fue censurada en la red social. Después de una lluvia de críticas, Facebook rectificó su postura.

El año pasado ocurrió otro episodio también bastante curioso. Un fotógrafo alemán publicó una fotografía en la que aparecía él sentado en primer plano con un cartel en el que podía leerse “No compres en las tiendas de los extranjeros” y detrás una mujer con los pechos al descubierto. Facebook no dudó ni un momento y la eliminó de su base de datos al considerarlo contenido pornográfico. “La frase racista, como estaba previsto, no molesta a nadie en Facebook”, se lamentó el autor de la imagen.

Existe una barrera electrónica y un equipo humano que filtra nuestras publicaciones. (Foto: Pawel Kopczynski / Reuters)
Existe una barrera electrónica y un equipo humano que filtra nuestras publicaciones. (Foto: Pawel Kopczynski / Reuters)

Hablamos con Sergio de los Santos, director de laboratorio de la empresa de seguridad digital Eleven Paths. “Existe un ejército de operarios en las empresas de este tipo que se dedican a filtrar manualmente todo lo que se le puede escapar a los algoritmos, para bien y para mal. Ellos también se pueden equivocar y aplicar un criterio equivocado o controvertido”, comenta. Una medida que se une a la “primera barrera electrónica, completamente automática, que detecta imágenes pornográficas, desnudos y palabras ofensivas”.

Sobre este tema nació el famoso movimiento #FreeTheNipple, que buscaba eliminar, o al menos mitigar, la fobia exacerbada de Facebook a los desnudos. Consiguió el importante logro de hacer que la compañía modificara sus normas comunitarias, permitiendo “fotos de mujeres amamantando o que muestren los pechos con cicatrices por una mastectomía”. Sin embargo, sigue eliminando aquellas que “muestren los genitales o las nalgas en su totalidad y de una forma directa”.

Igualmente, las reglas del juego han cambiado en otro campo de la libertad de expresión. El cierre del medio digital Gawker pone en entredicho el abuso de poder que las redes sociales ejercen sobre la prensa. Y es que un accionista de Facebook logró llevar al medio a la bancarrota después de que publicara cierta información “incómoda” sobre su peculiar modus vivendi. Es tal la sumisión de los periodistas a las tecnológicas de Silicon Valley que incluso aplauden dócilmente en las ruedas de prensa que allí se celebran.

Crónica de una mordaza anunciada

Ruido, tanto ruido, como diría Sabina, es el que provocan las normas de uso de las redes sociales. Pero Facebook no es un caso aislado. En Twitter permiten ciertos tipos de contenido explícito en los tweets que estén marcados como “contenido multimedia sensible”, aunque eliminarán aquellos con “material pornográfico o que muestren violencia excesiva”. Instagram, que pertenece a la red de Zuckerberg, comparte muchas similitudes con ella y prohíbe la exhibición de pechos femeninos donde se vea el pezón. Tumblr presume de ser la ‘oveja negra’ en todo este meollo y acepta en sus publicaciones cualquier contenido (“Vive y deja vivir”, proclama).

Las redes sociales tienen sus propias normas de conducta. (Foto: Jon Nazca / Reuters)
Las redes sociales tienen sus propias normas de conducta. (Foto: Jon Nazca / Reuters)

“El límite está donde la red social quiera ponerlo. Si realmente nos detuviésemos a leer los términos de uso, nos bloquearía y no usaríamos nada, quedaríamos aislados. También es cierto que no muchas redes abusan en exceso de ese poder, al menos públicamente”, asegura Sergio de los Santos. Otras plataformas como Youtube dejan la censura en manos de sus propios usuarios. Si un amplio número de espectadores denuncia uno de sus vídeos, éste será susceptible de ser eliminado por un “equipo cualificado y multilingüe”.

El ¿futuro? de las redes sociales

Algunos expertos mantienen la teoría de que las redes sociales se dirigen inexorablemente hacia lo impersonal y anónimo. Los internautas tienden a limitar sus publicaciones y compartirlas sólo con quienes ellos quieran. Lejos quedaría por tanto aquella preferencia por destacar e impresionar a una gran cantidad de gente. Los blogs y la difusión global han ido dejando paso al intercambio anónimo y los pequeños grupos de mensajería.

“Las redes sociales seguirán actuando de forma conservadora hasta que un escándalo, desliz o pataleta lo suficientemente llamativa les obligue a rectificar. Entonces se reconciliarán con sus usuarios. Y así hasta que algo ocurra…”, vaticina Sergio de los Santos. Y lo que está ocurriendo es que los usuarios piden a gritos protección para su intimidad y libertad de expresión. Hasta dónde decidan adaptarse las redes sociales es imposible de saber con certeza. Y aunque parezca lo contrario, Internet no lo sabe todo.

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