Suicidio infantil, la otra cara de las armas en Estados Unidos
Asesinatos, atentados, tiroteos que terminan en matanzas. Las leyes estadounidenses de control de armas, que contemplan la posesión de armas como un derecho del ciudadano, tienen otro efecto muy negativo y en aumento en el país: el suicidio infantil. En 2013, el suicidio superó al homicidio como tercera causa de muerte entre niños y la cifra no ha dejado de aumentar. Entre 2007 y 2014, el número de suicidios infantiles cometido con un arma de fuego aumentó un 60%, alerta un estudio publicado en la revista Pediatrics.
Asesinatos, atentados, tiroteos que terminan en matanzas. Las leyes estadounidenses de control de armas, que contemplan la posesión de estos instrumentos como un derecho del ciudadano, tienen otro efecto negativo y en aumento en el país: el suicidio infantil. En 2013, el suicidio superó al homicidio como tercera causa de muerte entre niños y la cifra no ha dejado de aumentar. Entre 2007 y 2014, el número de suicidios infantiles cometidos con un arma de fuego aumentó un 60%, alerta un estudio publicado en la revista Pediatrics.
Aunque el comportamiento suicida es muy difícil de detectar (el estudio cita «hallazgos previos» que indican que «muchos de los que intentan suicidarse se pasan 10 minutos o menos deliberando»), la investigación alerta de varios factores que empujan a los niños a terminar con su vida de un disparo. «Los suicidios infantiles con armas de fuego fueron precipitados principalmente por crisis agudas y factores vitales estresantes como problemas criminales, escolares o de relaciones».
Los investigadores señalan que para «reducir el comportamiento suicida adolescente» existen «programas que ayudan a los niños y a los jóvenes a manejar las emociones y desarrollar habilidades para reducir problemas en relaciones, en el colegio y con sus compañeros». Subrayan también la importancia del trabajo de los médicos para prevenir desenlaces fatales. «Los pediatras y otros proveedores de cuidados primarios pueden jugar un papel importante a la hora de detectar depresiones y otros riesgos de salud conductual, como abuso de alcohol, para ayudar a que los adolescentes reciban un cuidado y seguimiento apropiados», ya que «los factores de salud mental fueron también evidentes en el suicidio con armas de fuego entre niños».
Los antecedentes de Estados Unidos
Estados Unidos tiene una normativa de acceso a las armas muy polémica tanto dentro como fuera de sus fronteras, que data de su Guerra de la Independencia, librada a finales del siglo XVIII. El derecho a poseer un arma de fuego suele contemplarse como una forma de defenderse contra potenciales agresores, pero en el país es legal que un civil acceda incluso a armas de guerra. Y este derecho se encuentra protegido por la Segunda Enmienda de la Carta de Derechos o Bill of Rights, que reza: «Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas». Esto ha propiciado una cultura en la que las armas llegan a formar parte de la vida cotidiana, incluso la de los niños. Organizaciones como la polémica Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) organiza «días de la juventud» para enseñar a los más pequeños a utilizar armas.
Una comparativa del número de muertes provocadas por armas de fuego en distintos países publicada por The New York Times ilustraba lo excepcional que es la situación de Estados Unidos con respecto al resto de países occidentales desarrollados, ya que allí mueren por culpa de las armas de fuego 31,2 personas por millón al año (cifra equivalente a la de los accidentes de coche), mientras que en España esa cifra caía hasta 1,6 personas por millón. O lo que es lo mismo, una muerte provocada por un arma de fuego en España es tan frecuente como en una muerte causada por una «exposición excesiva al calor natural» en Estados Unidos.
A la hora de enfrentarse al suicidio, además de la facilidad del acceso a las armas también está el riesgo que supone la facilidad del acceso a la información, que se encuentra a golpe de clic desde la aparición de Internet. Por eso buscadores como Google han tomado medidas. Si un usuario español, por ejemplo, introduce las búsquedas «suicidio», «métodos de suicidio» o «quiero morirme», entre otras, lo primero que aparece es un teléfono de ayuda a personas con comportamiento suicida (902 500 002) y un enlace a la web del Teléfono de la Esperanza.