Laura Santolaya, P8ladas: "Antes se censuraba el cuerpo y ahora se censuran las opiniones"
Hablamos con la ilustradora Laura Santolaya, creadora de P8ladas, sobre feminismo y libertad de expresión y humor gráfico.
De una necesidad de gritar al mundo aquello que ella no se atrevía a manifestar surgió esta figura «canalla y sin pelos en la lengua»: P8ladas, un personaje que vive en un mundo en el que «cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad». Rebelde e incorrecta, P8ladas es un ser libre que ha arrasado en las redes sociales a través de las agudas viñetas de su creadora, la ilustradora Laura Santolaya, una ‘pamplonica’ que hace ya diez años decidió crear un blog, ‘Prohibido escuchar canciones ñoñas’, dando lugar a unas de las viñetas más conocidas de España. «Nunca pensé que aquellas tímidas reflexiones ilustradas que surgían al compás de mis canciones favoritas saldrían de la pantalla y, con el tiempo, además se plasmarían en varios libros», cuenta la dibujante a The Objective.
El humor y la música están siempre presentes en sus viñetas, por eso recientemente ha conseguido unirlos en su nuevo libro, de igual nombre que el blog, ‘Prohibido escuchar canciones ñoñas’, un relato ilustrado con propuestas para acompañar con música cada estado de ánimo, por ejemplo, «rock para la tristeza, blues para la melancolía, jazz para la frustración…», recomienda la ilustradora quien, si bien asegura que «las canciones de Maná deberían estar prohibidas», de vez en cuando se permite escuchar alguna canción lenta de los Backstreet Boys y las Spice Girls.
Con más de 160.000 seguidores en Instagram, este personaje femenino muy irónico y «un poco hater«, cuenta con humor situaciones de la vida cotidiana con un mensaje contrario al habitual. Ahora, Santolaya, que se inspira en Forges o en el humor de Garfield, sueña con que su otro yo animado sea tan conocido como las fiestas de su tierra. Mientras tanto, su mayor recompensa es cuando alguien le cuenta una historia y le dice: «¡eso se merece una pocholada!».
Cada vez son más las personas condenadas por expresar su opinión a través de las redes sociales, canciones o espectáculos… ¿Dónde están los límites de la libertad de expresión?
Lo que yo me pregunto es si la cárcel a veces marca ese límite. Es decir, si sé que voy a ir a prisión por decir ‘X’, si ese tiene que ser el límite y yo digo que no. Lo que sí me resulta desproporcionado son las condenas. El rapero Pablo Hasel, por ejemplo, ha sido condenado a dos años de cárcel por el contenido de 64 mensajes publicados en Twitter y una canción en YouTube. Me parece algo desproporcionado ya que es la misma condena que se le aplica a una persona que durante años ha estado maltratando a su familia.
Pero, ¿hasta que punto una persona tiene derecho a desearle la muerte a otra refugiándose en la libertad de expresión?
Por un lado me cuesta pensar que poner un tuit sea delito. Estamos equiparando delitos como abusar de un menor o matar a una persona, como he comentado, con un tuit o una frase en una canción. La sensación que tengo es que estamos asistiendo a una criminalización de las redes sociales. El contexto en el que se producen esos tuits o comentarios –en referencia al caso de Hasel o Cassandra– es muy importante. Por ejemplo, el chiste de Cassandra en el año 2000 en plena era del terrorismo hubiera sido imposible.
En muchos casos se toma la anécdota como un delito. Quizá lo que se busca es poner condens desmedidas para que se amplifique el mensaje y la gente no hable de ciertos temas. Sin duda hay que poner un correctivo y unos límites a este tipo de comentarios o tuits pero, desde luego, no en esa medida.
¿No es contradictorio hablar de libertad de expresión y límites?
Totalmente. La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero cuando esa libertad entra en conflicto con otro tipo de derechos fundamentales, como pueden ser el derecho al honor o a la igualdad, estos deberían prevalecer sobre la libertad de expresión. Ya conocemos el dicho: ‘Tu libertad termina donde comienza la mía’.
¿Dónde están los límites del humor gráfico?
Yo creo que en el mismo punto que en cualquier ámbito. Si no hubiera limites en el humor y en el humor gráfico no se produciría la risa.
¿A la hora de expresar un pensamiento, hay más libertad de expresión en el humor?
Depende. Ejemplo de ello es la condena a Cassandra por los tuits sobre Carrero Blanco. Buenafuente en un programa reciente llevó a un colaborador disfrazado de ‘Carrero Negro’ y se hicieron chistes sobre eso. ¿Qué diferencia hay? En este caso el contexto es muy importante. Es un programa de humor.
«Estamos asistiendo a una criminalización de las redes sociales»
-Laura Santolaya
¿Crees que una viñeta puede hacer más pupa en las conciencias que muchos discursos?
Yo creo que sí porque es más rápida. El humor gráfico elimina barreras porque te hace entender el punto de vista del otro aunque no compartas esa opinión. Juega con las expectativas. Además, las viñetas y el humor gráfico se comparten de forma más rápida que cualquier otro formato, por lo que el mensaje cala en más personas.
Recientemente publicabas una viñeta muy crítica titulada ‘Los tiempos cambian, la censura también’, ¿hay más censura ahora que antes?
A veces da la impresión que sí. La diferencia es que antes se censuraba el cuerpo y ahora las opiniones. No hemos avanzado nada, al contrario, hemos retrocedido. Pienso ahora en las canciones de Alaska o en las de Barricada o Ska -P y me pregunto: ¿Ese tipo de canciones estarían permitidas ahora?, ¿qué pasaría si en aquellos años se hubieran aplicado las medidas que se están aplicando actualmente?
¿Te han censurado alguna vez alguna viñeta?
Sí. Una vez un medio con el que frecuentemente publicaba viñetas no me publicó una sobre la abdicación del rey.
En los últimos años, el libro ilustrado ha crecido de forma exponencial, ¿hay un mayor reconocimiento por el trabajo de los ilustradores?
Sí. Y creo que se debe a los canales digitales, que han ayudado muchísimo a la difusión. Es como cuando la fotografía sustituyó a la ilustración, todo avanza según la tecnología.
«El feminismo no es un tema individual, sino de solidaridad con todas las mujeres»
-Laura Santolaya
¿Qué harás el próximo 8 de marzo?
Al principio pensé en hacer solo el parón de dos horas. Pero después pensé: «No, yo no quiero apoyarlo a medias. Voy a hacer huelga todo el día e ir a la marcha, porque es necesario». Es el momento de que todas las mujeres salgamos a la calle a reivindicar nuestros derechos. Las mujeres no estamos equiparadas ni estamos en la misma situación de igualdad que los hombres, sólo hay que ver los datos.
¿Sin nosotras el mundo se para?
Desde luego.
¿Te defines feminista?
Completamente feminista.
¿Y qué opinas de aquellas mujeres que dicen no serlo?
Me sorprende que haya mujeres que no se consideren feministas, que no quieran la igualdad. Muchas de ellas quizá crean que porque no les ha pasado algo o no se identifiquen con algún caso, el problema no existe. Trataría de hacerles ver que el feminismo no es un tema individual, sino de solidaridad con todas las mujeres. El objetivo de mis viñetas no es decirle a la gente lo que tiene que pensar, sino hacerles pensar.
¿Crees que hay feministas radicales que buscan un mundo hembrocentrista, como aseguran varias de estas voces?
Yo creo que o se es feminista o no se es. No creo que haya feministas radicales. Evidentemente no creo en una igualdad sin los hombres. Es un tema de todos, no solo de mujeres.
¿Puede tener el feminismo daños colaterales?
No creo. Muchos aseguran que un daño colateral ha sido el fin de las azafatas en la Fórmula 1, una opinión con la que no estoy de acuerdo, ya que lo que se ha hecho ha sido erradicar un comportamiento completamente machista. Se estaba cosificando a la mujer. No creo que haya que ser mujer para llevar un paraguas o sujetar una botella de champagne. También lo puede hacer un hombre. Me parece fenomenal ese tipo de medidas.
¿Cuál crees que el problema femenino más habitual en el trabajo?
Yo he estado nueve años trabajando en una gran multinacional y la desigualdad en cuanto a salarios existía. Lo mismo que la desigualdad para acceder a diferentes puestos directivos, que era evidente. La mujer tenía que parar su vida profesional para cuidar a sus niños. Vi cómo a un compañero que quería cogerse la baja paternal para que su mujer siguiera trabajando le miraban como un bicho raro.
¿Crees que hay algún Harvey Weinstein español en el mundo de la cultura?
¡Uf…! No lo sé. Si lo hay, yo no lo conozco.