Los derechos que le quedan por conquistar a la mujer saudí ahora que puede conducir
Las mujeres saudíes ya pueden conducir. La novedad, aplaudida en todo el mundo –el país de Oriente Medio era el único en que las mujeres tenían prohibido ponerse al volante–, entraba en vigor este domingo. El país anunció por primera vez sus planes de levantar la prohibición de conducir a las mujeres en el pasado mes de septiembre, después de que el rey Salmán, el padre del príncipe heredero, emitiera un real decreto que permitía al gobierno emitir licencias de conducir a «hombres y mujeres por igual». Desde hace unos días, no solo pueden ostentar un carnet de conducir, sino que pueden poner la llave en el contacto, arrancar, y circular sin que ninguna autoridad policial les castigue. Lo que no está asegurado es que ese castigo no venga por parte de una sociedad profundamente machista.
Las mujeres saudíes ya pueden conducir. La novedad, aplaudida en todo el mundo –el país de Oriente Medio era el único en que las mujeres tenían prohibido ponerse al volante–, entró en vigor este domingo. El país anunció por primera vez sus planes de levantar esta prohibición en el pasado mes de septiembre, después de que el rey Salmán, el padre del príncipe heredero, emitiera un real decreto que permitía al gobierno emitir licencias de conducir a «hombres y mujeres por igual«. Desde hace unos días, no solo pueden ostentar un carnet de conducir, sino que pueden poner la llave en el contacto, arrancar, y circular sin que ninguna autoridad policial les castigue. Lo que no está asegurado es que ese castigo no venga por parte de una sociedad profundamente machista.
Con este pequeño paso, las mujeres saudíes son un poco más iguales a los hombres sobre el papel. Pero solo un poco. Si en España hablamos de que en cuestiones de género tenemos igualdad legal pero no real, en Arabia Saudí ni siquiera hay igualdad legal. No es el único país de la región en el que los derechos de las mujeres se ven vulnerados sistemáticamente en una estructura social que hace del término “patriarcal” su más clara definición, pero ahora que se celebra este hito no está de más recordar el largo camino que queda por recorrer. Un camino que, si se hace en coche, tal vez se haga más ligero que andando. Arrancamos:
Hacer uso del espacio público
Un aspecto que está en el día a día de todos es hacer uso del espacio público. Ya sea para dar un paseo, ir al trabajo o disfrutar de tiempo de ocio, cada día que pisamos la calle lo hacemos con absoluta normalidad. En Arabia Saudí las mujeres no pueden transitar libremente por los espacios públicos. En el país del apartheid de género –concepto ampliamente utilizado por parte de activistas defensores de los derechos humanos–, las mujeres no pueden disfrutar de los espacios mixtos libremente. En Arabia Saudí hay parques, playas y transportes públicos exclusivos para hombres y mujeres. Incluso la mayoría de edificios públicos cuentan con áreas o entradas segregadas por sexo. Las mujeres deben tener un guardián a su lado, al que llaman mahram, para acompañarlas y mantenerlas lejos del pecado.
Este guardián varón suele ser el marido o un pariente cercano, incluso su propio hijo. Por norma, las mujeres no pueden salir de casa, ir al médico o a comprar sin la compañía de este hombre. No hacerlo puede conllevar penas. Incluso hay casos atroces como el de una joven que fue violada en grupo y, al no estar acompañada de su mahram, fue castigada incluso más duramente que los hombres que la violaron. Más allá del espacio público, esta segregación por sexo establece por norma que las mujeres no pueden estar a solas en la misma habitación con ningún hombre, a menos que sea su padre o su marido, lo que a menudo deriva en un aislamiento social y familiar.
Construir su vida sin la tutela de un hombre
El hombre como guardián no está solo presente en los espacios públicos, lo está en absolutamente todos los aspectos de la vida, haciendo que se vea anulada y despojada de su derecho a vivir su vida libremente. Las mujeres no pueden viajar, ni dentro ni fuera del país, sin el permiso de un hombre. Tampoco pueden abrir una cuenta en el banco, como en los tiempos más oscuros de la dictadura franquista en España, sin la firma de un hombre. Cuando se trata de trabajar, las mujeres no pueden recibir remuneración ni firmar un contrato sin el visto bueno de su guardián y, por supuesto, tampoco pueden recibir educación superior ni casarse sin el permiso de un tutor varón.
El día a día y los proyectos vitales de las mujeres están completamente supeditados a las decisiones de los hombres. Tampoco pueden alquilar un apartamento, comprar una casa o abrir un negocio por su propia cuenta. En definitiva, no pueden vivir ni construir su vida libremente sin la tutela de un hombre. Tienen menos libre albedrío que un menor de edad en cualquier país occidental.
Libertad sexual
Si en la mayoría de aspectos sociales las mujeres quedan relegadas a un papel secundario, ni hablar del plano sexual. Las mujeres se ven con frecuencia despojadas de su libertad sexual, e incluso son sometidas a abusos y violaciones. El Consejo de Ministros de Arabia Saudí aprobó a principios de este año un proyecto de ley para ilegalizar el acoso sexual que contempla penas de hasta cinco años de cárcel y multas de 300.000 riales (cerca de 69.300 euros) para los responsables, con el fin de atajar este problema enraizado en este patriarcado. Por otro lado, Arabia Saudí es uno de los tres países que imponen regularmente la pena de muerte por adulterio, junto con Irán y Sudán.
En cuanto a la diversidad sexual, las mujeres no cuentan con muchas opciones bajo el amparo de la sharía. En Arabia Saudí las lesbianas son castigadas con 75 latigazos si son descubiertas, y se enfrentan a la pena de muerte en caso de reincidir por cuarta vez. La realidad social provoca que muchas adolescentes elijan tener una pareja de su mismo sexo por la dificultad que presenta la segregación de sexos. En los últimos años, ha habido un repunte de jóvenes que se visten como hombres para poder disfrutar de su libertad, aunque sea disfrazadas. La policía religiosa saudí es consciente de esta circunstancia y se empeña con más ahínco que nunca en perseguirlo.
Tener la custodia de sus hijos en caso de separación o divorcio
Uno de los grandes dramas para las saudíes que son madres es ver cómo arrebatan de sus vidas a sus propios hijos. Si los menores varones tienen siete años o más y las niñas nueve –cuando la etapa más demandante de la crianza ha pasado–, las mujeres no tienen derecho a tener la custodia de sus hijos, después de una separación. A pesar de esta circunstancia, Arabia Saudí tiene la tasa de divorcios más alta de Oriente Medio, según datos del Ministerio de Justicia saudí, por lo que son muchas las mujeres que dejan de tener la custodia de sus hijos.
Desde Amnistía Internacional en España defienden que “Arabia Saudí tiene que reformar urgentemente las leyes que tratan a la mujer como ciudadana de segunda clase en comparación con el hombre, especialmente en asuntos familiares como el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos e hijas y la herencia”.
Protestar por sus derechos
Las mujeres saudíes se ven despojadas de todos estos derechos, pero tampoco tienen capacidad real para protestar por conquistarlos. Ocho activistas que han trabajado durante años por conseguir que las mujeres saudíes puedan conducir continúan a día de hoy en la cárcel “por su trabajo pacífico de defensa de los derechos humanos”, denuncia Amnistía. Entre ellas están las destacadas activistas Loujain al Hathloul, Iman al Nafjan y Aziza al Yousef. Algunas llevan más de un mes detenidas sin cargos y podrían ser sometidas a juicio en el tribunal antiterrorista y condenadas a hasta 20 años de prisión por su activismo, según advierte la ONG.
“La represión del príncipe heredero Bin Salmán contra activistas en favor de los derechos de las mujeres y la disuasoria campaña de difamación que se sigue librando contra estas mujeres en los medios de comunicación saudíes es una muestra de que el príncipe heredero está silenciando las voces de activistas o reformistas que cuestionan el discurso gubernamental sobre las reformas en el país”, sentencia Samah Hadid, directora de campañas en Amnistía Internacional en el Oriente Medio.
Los medios occidentales se han precipitado al alabar la decisión del príncipe heredero de abrir la posibilidad de conducir a las mujeres y en calificarle de reformista. Arabia Saudí accede a presiones internacionales para modernizar el país, sin embargo para muchos activistas este no es más que un lavado de cara.