¿Cuántas horas necesitamos dormir realmente?
Según científicos, pasamos dormidos cerca de un tercio de nuestras vidas. Sin embargo, ¿cuántas horas necesitamos dormir realmente?
¿Es necesario dormir? La respuesta es clara y contundente: sí. A semejanza del hambre, la sed o la líbido, el sueño es una necesidad fisiológica. Pocas cosas hay sin las que podamos vivir, entre ellas el oxígeno, la comida y el agua. Y aquí también podemos agregar el sueño, ya que si obligas a un animal a mantenerse despierto por demasiado tiempo, lo matarás, algo que ciertamente también se aplica a los humanos.
Allan Rechtschaffen, uno de los investigadores del sueño más prominentes del mundo, afirmó en 1978: «Si el sueño no sirviera a una función absolutamente vital, sería el mayor error cometido jamás por la evolución». En los años 90, J. Allan Hobson, otro prestigioso especialista en la materia, comentaba con ironía que la única función conocida del sueño era curar la somnolencia.
Aunque poco se sabe del sueño, lo que sí está claro es que no es un lujo sino que es esencial para la salud física y mental. Según los científicos, pasamos dormidos cerca de un tercio de nuestras vidas y lo que sucede en nuestra cabeza durante este tiempo está lejos de resolverse. Sin embargo, ¿cuántas horas de sueño son realmente necesarias?
A menudo se dice que son ocho las horas que debemos dormir al día para poder descansar plenamente. Sin embargo, esto no parece ser del todo cierto, ya que el tiempo óptimo varía entre las personas y el momento de su vida en el que se encuentre. De esta forma, 18 expertos de la US National Sleep Foundation concluyeron después de una exhaustiva investigación que la cantidad ideal de horas durmiendo es de siete a nueve para adultos y de ocho a 10 para adolescentes. Los niños más pequeños requerirían mucho más, ya que los bebés recién nacidos necesitarían hasta 17 horas por día.
¿Por qué estamos atrapados en este ciclo de 24 horas?
A lo largo de millones de años de evolución, la vida se ha sincronizado profundamente con el ciclo día-noche a medida que nuestro planeta gira. Es lo que se conoce como ritmos circadianos, evidentes en casi todas las formas de vida y firmemente impresos en nuestra maquinaria biológica que continúan incluso en ausencia de aportaciones externas. Por ejemplo, las plantas mantenidas en un armario oscuro a una temperatura estable abren y cierran sus hojas como si pudieran sentir el sol sin verlo.
En la década de 1970, científicos encontraron un gen en las moscas de la fruta, que más tarde recibió el nombre de ‘período’, cuya actividad parecía aumentar y disminuir de manera confiable en un ciclo de 24 horas.
Más tarde, se demostró que los humanos tenemos este mismo gen situado en una pequeña área del cerebro llamada núcleo supraquiasmático (SCN). Esto sirve como un conducto entre la retina del ojo y la glándula pineal del cerebro, que bombea la melatonina, es decir, la hormona del sueño. Por ello tenemos sueño cuando oscurece.
¿Qué pasa con la salud física?
La falta acumulada de sueño puede tener consecuencias a largo plazo para la salud, incluso se ha relacionado con la obesidad, la diabetes, las enfermedades del corazón y la demencia. El año pasado, una revisión de 28 estudios existentes encontró que los trabajadores permanentes en turno nocturno tenían un 29% más de probabilidades de desarrollar obesidad o sobrepeso que los trabajadores en turnos rotativos. Además, también descubrieron, que los turnos de noche aumentan el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral en un 41%. Y es que según las investigaciones, la falta de sueño altera el metabolismo básico del cuerpo y el equilibrio entre la grasa y la masa muscular.
El insomnio ha sido conocido durante mucho tiempo como un síntoma común de demencia, y es que al parecer, el cerebro se «limpia» a sí mismo de las proteínas beta-amiloides relacionadas con el Alzheimer durante el sueño.
¿Todos los animales duermen?
La respuesta depende en parte de lo que se entiende como dormir, ya que no es lo mismo para todos los animales. La mayoría de los científicos aceptan dos definiciones: (a) estar inmóvil, (b) ser significativamente menos receptivo que cuando estás despierto.
Sobre la base de estos criterios, en 1967 se descubrió que las ranas reaccionan de manera similar cuando se les aplica descargas eléctricas durante el día y durante la noche. De la misma forma, hay animales que requieren poco sueño, como las jirafas adultas, que rara vez duerme más de cinco minutos seguidos, mientras que los murciélagos duermen durante unas 19 horas al día.
Los delfines tienen la capacidad de dormir con la mitad del cerebro despierto, lo que se conoce como sueño antihemisférico, y se cree que las aves migratorias son capaces de dormir mientras vuelan, al igual que los tiburones que duermen mientras nadan.