Maltrato a personas mayores: un problema silenciado
Uno de cada seis mayores de 60 años sufre violencia psicológica, ataques físicos, agresiones sexuales o abusos económicos
Una de cada seis personas mayores sufre malos tratos en el mundo y el 33% de los ancianos que están en residencias es víctima de abusos, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, estas cifran descienden, «aunque no existen demasiados estudios y la mayoría de los casos de maltrato permanecen ocultos», ha apuntado Montserrat Lacalle, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Por ejemplo, según el informe Factores de riesgo del maltrato de personas mayores en la familia en población española, elaborado por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, el 0,8% de los ancianos decía sufrir maltrato por parte de algún familiar. Los cuidadores de personas mayores con dependencia reconocían, por su parte, tasas mayores de maltrato: en concreto del 4,5%.
«Se prevé que el maltrato a las personas mayores vaya en aumento», ha advertido Lacalle, ya que la población envejece y cada vez habrá más personas dependientes, uno de los factores que multiplica el riesgo a la hora de sufrir malos tratos. La población mundial de mayores de 60 años pasará de 900 millones en 2015 a unos 2.000 millones en 2050, según la OMS. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los mayores de 65 años constituyen el 17% de la población total, porcentaje que se elevará al 23% y al 30% en 2031 y 2050, respectivamente. También aumentarán las personas más ancianas: en 1998, solo 3.474 españoles tenían más de cien años; a finales de la próxima década, las proyecciones apuntan que serán más de 100.000.
Un problema invisible: los mayores no denuncian
¿Es consciente la sociedad del abuso que sufren las personas mayores? Según el estudio ‘Percepción de la población sobre los maltratos a las personas mayores’, presentado por el Grupo Mémora, el 26% de las personas consultadas afirma conocer en primera persona casos de maltrato hacia la gente mayor. De estas personas, un 72% conoce un caso, un 20% dos casos y un 7,5% hasta tres.
Sin embargo, los expertos denuncian que el maltrato a los ancianos es un problema casi invisible. En este mismo estudio se ha detectado que «la mayoría de las personas no denuncia por miedo o vergüenza». Y tampoco es un problema que interese demasiado, a juzgar por la pocas investigaciones que se llevan a cabo sobre el tema: «A pesar de su frecuencia y de sus graves consecuencias para la salud, los malos tratos a las personas de edad continúan siendo una de las formas de violencia menos estudiadas en las encuestas nacionales de salud y una de las menos incluidas en los planes nacionales de prevención de la violencia», denuncia Alana Officer, asesora superior de salud del Departamento de Envejecimiento y Ciclo de Vida de la OMS.
«Es muy difícil que una persona dependiente denuncie a su cuidador», admite Lacalle, «máxime si es un familiar o un hijo; y muy pocas de las denuncias siguen adelante». Muchas personas maltratadas se sienten culpables, creen que son una carga y temen acusar a sus hijos o parejas por miedo a lo que pueda ocurrir si lo hacen. ¿Quién les cuidará si estos faltan? ¿Qué les ocurrirá a sus familiares si la denuncia sigue adelante? El maltrato dentro del hogar permanece oculto, explica Lacalle, aunque se da en mucha mayor proporción que en los centros de atención a personas mayores. Sin embargo, dice, suelen salir a la luz los que ocurren en estas instituciones. «Y aunque existen, por supuesto, y hay que establecer todas las medidas para evitarlos, no tienen tanta incidencia si se tiene en cuenta el gran número de personas que acuden o viven en estos centros. En el hogar no hay controles; en las instituciones, sí», dice.
A mayor dependencia, mayor posibilidad de maltrato
La mayor esperanza de vida viene acompañada de un incremento de personas con enfermedades degenerativas y dependientes y, en consecuencia, aumentará el número de ancianos maltratados. «No por la edad», matiza Lacalle, «sino por la situación de dependencia». También se eleva el riesgo si hay un solo cuidador o si este depende económicamente de la persona a la que atiende.
Las estadísticas también desvelan que son más las mujeres mayores que sufren maltratos respecto a los varones, «pero esto puede deberse a que ellas tienen una mayor esperanza de vida y más riesgo de sufrir deterioro cognitivo», explica la profesora de la UOC. El estrés, el síndrome del trabajador quemado o la sobrecarga de los cuidadores también son factores que incrementan el riesgo. En todo caso, sobre todo «son las características del agresor, no las de la víctima, las que incrementan el riesgo de que se dé una situación de maltrato. Desde esta perspectiva, cualquier persona mayor podría convertirse en víctima de violencia si se encuentra con un individuo con ciertas características», se explica en el estudio llevado a cabo por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
«En muchos casos la persona que ejerce el maltrato ni siquiera es consciente», dice Lacalle, sobre todo si este maltrato es psicológico. Según el estudio ‘Prevalencia de malos tratos hacia personas mayores que viven en la comunidad en España’, publicado en 2012 en la revista científica Medicina Clínica, el tipo más frecuente de malos tratos es el psicológico (11,5%), seguido del maltrato físico y sexual (2,95%). La negligencia (2,07%) y el abuso económico (1,11%) son menos frecuentes.
¿Solución? Más recursos y otra mentalidad
En otro orden, se puede hablar también de ‘maltrato institucional’, el que ejercen las administraciones cuando no aportan los recursos necesarios para que las personas mayores tengan una vida digna y delegan el cuidado exclusivo en las personas de las que dependen. El cuidador necesita vacaciones, desconectar, tiempo libre… En este sentido, la profesora de la UOC señala la necesidad de disponer de mayores recursos para evitar los casos de maltrato a personas mayores. Además, hace referencia a un cambio de mentalidad de las sociedades occidentales, en las que se ejerce un culto a la juventud y a la salud «que es la antítesis de la vejez». Para Lacalle, es necesario «desterrar los prejuicios sociales que rechazan a las personas mayores».