Rejuvenecido y acompañando en la distancia: así ha cambiado el voluntariado por la pandemia
Para conocer la situación del voluntariado en España, hablamos con los responsables de estas secciones en Cáritas, Cruz Roja, Nadiesolo y Aldeas Infantiles para que nos cuenten cómo les han afectado a ellos estos cambios sociales.
La pandemia de coronavirus ha puesto el mundo del revés. Eso lo tenemos ya bastante claro. Y que ha traído una crisis sanitaria, económica y social de la que nos va a costar recuperarnos, también. Normalmente, en este tipo de crisis es cuando las ONG sacan a la calle a todo su ejército de voluntarios para tratar de hacer algo más llevadera la situación a todas las personas vulnerables.
Este año, la pandemia ha puesto en riesgo incluso eso. La solidaridad de la gente no ha disminuido, al contrario, pero la pandemia ha dificultado mucho la labor de las miles de personas que cada día dedican parte de su tiempo a cuidar a otros de manera desinteresada.
Para conocer la situación del voluntariado en España, hablamos con los responsables de estas secciones en Cáritas, Cruz Roja, Nadiesolo y Aldeas Infantiles para que nos cuenten cómo les han afectado a ellos estos cambios sociales.
Un voluntariado rejuvenecido
El voluntariado suele ir acompañado a la disponibilidad de tiempo libre. Por eso, en muchas organizaciones la media de edad es bastante elevada. Es el caso de Cáritas, donde las personas mayores de 65 años son una gran parte del músculo de la organización. «Para Cáritas en concreto el tema de la pandemia sí ha supuesto una reducción importante en el número de voluntariado, porque una gran parte de nuestro voluntariado está dentro de los grupos de riesgo», explica Emilio López Salas, responsable de Voluntariado de la Organización.
La reducción del número de personas que ayudan no se debe a la falta de ganas, sino a la falta de posibilidades. Por eso, confían en poder rejuvenecer su equipo para seguir adelante con su necesaria labor. «Está la necesidad de renovar los equipos, de incorporar nuevo voluntariado de un perfil diferente, no porque el perfil de los mayores no sirva, sino porque en situaciones como esta pone en jaque a la organización y a nuestra actividad», explica López. «No hablamos exactamente de incorporar voluntariado joven, sino de rejuvenecerlo en Cáritas. Si conseguimos que la media de edad baje a los 50 años, incorporando a personas de entre 40 y 60 años, pues eso sería también una posibilidad», añade.
En Cruz Roja también han notado la bajada de la edad media, pero no así la disminución del número de voluntarios. «Nosotros hemos notado un incremento muy grande del número de solicitudes de personas que han querido unirse en las labores de Cruz Roja en el marco de la emergencia del coronavirus[contexto id=»460724″]», explica Moisés Benítez, su director de Voluntariado. «También es verdad que Cruz Roja es una organización especialista en emergencias. Entonces, es normal que en otra asociación los voluntarios tengan miedo, pero es que nosotros estamos para esto», argumenta.
En lo que sí coincide con Cáritas es que, con el aumento de solicitudes, el voluntariado «se ha rejuvenecido», afirma Benítez. «Nosotros tenemos tenemos un mayor volumen de personas de entre 20 y 40 años pero particularmente en la pandemia, porque las personas mayores se autoexcluían o lo desaconsejábamos nosotros».
La compañía, a distancia
El acompañamiento y la asistencia, antes de la pandemia, se pensaba casi exclusivamente como una actividad presencial. Acompañar a personas mayores que viven solas, a niños en situación de vulnerabilidad, a enfermos en hospitales… Todo eso se volvió imposible durante unos meses y muy complicado después del confinamiento. El distanciamiento social contra el que habían luchado numerosas ONG ahora era obligatorio y necesario, por lo que la forma de acompañar ha tenido que reinventarse.
Un ejemplo de esto es la labor de Aldeas Infantiles. Una de sus principales actividades siempre ha sido el apoyo escolar a niños en situación de vulnerabilidad social. Afortunadamente, lo han tenido fácil para reinventarse. «Esa parte es verdad que es fácil de poder volcar y hacerlo a través del voluntariado online, nos explica David López. «Luego había otra que se acompañaba mucho en el ocio y tiempo libre, en las actividades deportivas, evidentemente esa online es más difícil adaptarlo. Pero como nuestro grueso del voluntariado es en apoyo y refuerzo escolar, sí que podemos y lo estamos trabajando para que sea efectivo».
La crisis provocada por la #COVID__19 está golpeando con mayor dureza los hogares con niños, niñas y adolescentes.
Recordamos que más de tres millones de niños y niñas se encontrarán en situación de pobreza en nuestro país a finales de 2020. #ErradicacionPobreza2020 pic.twitter.com/TC3eSxWSTP
— Aldeas Infantiles ES (@AldeasEspana) October 17, 2020
Aunque esperan «que esta situación pase y que la parte presencial se pueda recuperar al 100%», en Aldeas Infantiles han descubierto con la pandemia «una nueva forma de colaborar muy interesante que nos va a abrir muchas puertas», por lo que seguirán fomentando el voluntariado online, explica López.
En el caso de Nadiesolo, el cambio ha sido radical. Esta fundación se dedica al acompañamiento de personas que sufren soledad, ya sea por enfermedad, dependencia, discapacidad o por riesgo de exclusión. Hacen voluntariado en hospitales, en residencias, en hogares… Su labor se ha complicado, pero la pandemia no ha podido con ellos. «La pandemia nos ha obligado a adaptar la forma de acompañar, pero no hemos parado», dice Isabel Antúnez, la directora general de esta organización.
«Las medidas de distanciamiento social por supuesto han afectado a la forma de hacer el acompañamiento, aunque en algunos colectivos ha impactado más que en otros», explica. «En los casos en los que voluntarios y/o usuarios son personas mayores, se ha tenido que limitar su acompañamiento presencial y transformarlo en teleacompañamiento, aunque no en el 100%, ya que hay muchos casos que, con medidas de prudencia, se mantiene el acompañamiento presencial».
En los hospitales y residencias, donde no se puede entrar, los voluntarios se han dedicado a hacer acompañamiento telefónico. Y con las personas que son de especial riesgo, se hace teleacompañamiento, quedadas virtuales y otro tipo de actividades a distancia.
En Cáritas tienen claro que, aunque haya que adaptarse y cambiar la manera de hacerlo, «lo que sí que no nos replanteamos es nuestra acción», afirma Emilio López. «El sentido de ser de Cáritas es la ayuda y acompañamiento a las personas en situación de vulnerabilidad y exclusión y desde ahí es donde tiene sentido el papel de Cáritas».
Cuanto más difícil, más solidarios
Una cosa en la que sí coinciden las organizaciones es en que el miedo al contagio y la incertidumbre que nos ha generado la pandemia no han frenado la solidaridad, al contrario, la han potenciado.
«El número de voluntarios ha crecido, la sociedad se ha sensibilizado mucho con lo que significa sufrir soledad no deseada y no para de venir gente con ganas de aportar su tiempo como voluntario», dice Antúnez sobre la experiencia en Nadiesolo.
«Hemos abierto una ventana nueva, porque hasta ahora teníamos una demanda de gente que quería colaborar con nosotros pero que veía cierta dificultad en llegar a nuestras instalaciones, pero con esta nueva situación, les hemos abierto esta posibilidad de colaborar sin tener que trasladarse a nuestro programa, y eso, poco a poco, sí que consideramos que va a traer un aumento», dice, por su parte, David López sobre Aldeas Infantiles.
Además, insiste en destacar «el compromiso de los voluntarios que ya venían colaborando con nosotros y esas ganas de seguir colaborando como sea».
En Cruz Roja, a nivel internacional se han recibido en nueve meses más de 50.100 solicitudes para colaborar como voluntario, de las cuales se han incorporado 40.419 personas, nos explica Benítez.
Lo que todos tienen claro es que aunque el coronavirus les ha obligado a reinventarse, a buscar nuevas formas de ayudar, a reorganizarse, no piensan dejar que un virus que ha logrado paralizar al mundo, los pare a ellos también.