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¿Teletrabajo sí o no? Una cuestión de salud pública

No parece que los empresarios y políticos españoles tomen en cuenta los beneficios derivados de un potencial mejor control de la pandemia a través del teletrabajo.

¿Teletrabajo sí o no? Una cuestión de salud pública

Andrew Neel | Unsplash

El «sesgo de confirmación» tiende a hacernos creer que la realidad se amolda a nuestras creencias y prejuicios como un guante. La pandemia[contexto id=»460724″] y su gestión ofrecen muchos ejemplos en este sentido. Respecto al teletrabajo, el nivel económico o el sector profesional en el que se desenvuelve una persona puede hacerle creer que su implantación en España es una u otra; o ya no hay atascos porque todo el mundo está teletrabajando o «las empresas no nos dejan quedarnos en casa».

Obtener datos en tiempo real sobre el teletrabajo es muy complicado. En primer lugar, porque los organismos públicos no los proveen o lo hacen con una frecuencia muy baja. En segundo lugar, porque las propias empresas no facilitan esta información de manera agregada. Y, finalmente, porque los esfuerzos por incentivar este tipo de relación laboral son relativamente recientes y aún no se han desarrollado métricas confiables al respecto.

Evolución del teletrabajo, Europa 2020

España no ha sido nunca una potencia mundial en teletrabajo y así lo muestran los datos de la Comisión Europea: en 2019, solo un 4,8% de los ocupados españoles teletrabajaron de manera habitual.

Porcentaje de trabajadores que teletrabajan de manera habitual sobre el total del empleo

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Fuente: Eurostat

Los datos de la Fundación Ellis disponibles en la plataforma 360smartvision muestran que esta situación se alteró de manera notable durante los peores meses de la pandemia. Alrededor de un 30% de los encuestados respondieron que teletrabajaron durante los meses de marzo y abril. Dicho porcentaje se contrajo durante los siguientes meses hasta el 8% del mes de noviembre. Los datos de enero de 2021 son similares: solo un 9% de los encuestados declara estar teletrabajando en la actualidad.

Aunque los datos no son directamente comparables con los de Eurostat para 2019 (preguntas diferentes, sesgos por el tipo de encuesta…), los resultados muestran que el teletrabajo creció de manera notable durante los meses más duros de la pandemia. También sugieren un incremento importante respecto de 2019, pese al retorno gradual a las oficinas que se produjo a partir del mes de mayo.

¿Ha ido a trabajar en los últimos 7 días? (para personas que han trabajado alguna vez desde el 1 de marzo de 2020)

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Fuente: elaboración propia a partir de datos recopilados por la Fundación Ellis Alicante.

La información recopilada por Eurofund confirma que las empresas y los trabajadores españoles han hecho un esfuerzo importante para incorporar el teletrabajo a su rutina. Pese a ello, España se sitúa a la cola en el porcentaje de profesionales que comenzaron a trabajar desde sus casas como consecuencia de la pandemia.

La siguiente figura muestra como casi un 30% de los trabajadores españoles se incorporó a esta modalidad en los meses de abril y mayo, muy por detrás de países como Bélgica u Holanda y por debajo de la media de la Unión Europea.

Porcentaje de europeos que comenzaron a teletrabajar como consecuencia de la COVID-19

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Fuente: Eurofund

Los resultados mostrados abren la puerta a dos preguntas de investigación: la primero es sobre son las razones que explican que países como España, Grecia o Italia figuren a la cola del teletrabajo en Europa de manera recurrente. A bote pronto pareciera que la cultura empresarial o la estructura productiva estuvieran detrás de este fenómeno. La segunda, y más acuciante en estos momentos, tiene que ver con la relación existente entre el teletrabajo y el impacto de la COVID-19.

Teletrabajo y evolución de la pandemia

Los gráficos siguientes muestran la relación entre el porcentaje de individuos que comenzaron a teletrabajar a consecuencia de la COVID-19 y la severidad de la crisis sanitaria (medida en contagios y fallecimientos acumulados).

Contagios y teletrabajo

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Número de contagios acumulados por cada millón de habitantes (eje vertical) y % de individuos que comenzaron a teletrabajar como consecuencia de la COVID-19 en abril y mayo de 2020 (eje horizontal). Fuente: elaboración propia a partir de datos de The World in Data y Eurofund.

Fallecimientos y teletrabajo

Número de fallecimientos acumulados por cada millón de habitantes (eje vertical) y % de individuos que comenzaron a teletrabajar como consecuencia de la COVID-19 en abril y mayo de 2020 (eje horizontal). Fuente: elaboración propia a partir de datos de The World in Data y Eurofund.

Los resultados muestran un conjunto de países agrupados en torno a la media (Italia, Irlanda, Francia, Portugal…) con una incidencia moderada de la crisis sanitaria y con un incremento del porcentaje de teletrabajadores de entre el 35% y el 45%. Junto a ellos, hay dos grupos de países con comportamientos alejados de la media.

El primer grupo es el de los países con más de un 50% de individuos teletrabajando como consecuencia de la COVID-19. Finlandia destaca entre ellos por ser un ejemplo de país teletrabajador-precavido: sin tener un número anormalmente alto de contagios ni de fallecimientos el porcentaje de individuos que comenzaron a teletrabajar entre marzo y abril supera el 60%. Bélgica, Luxemburgo y Holanda manejan cifras similares de teletrabajo pero, en estos países, el número de contagios acumulados ha sido el más alto de la Eurozona.

El segundo grupo lo forman Grecia y España, con una menor incorporación del teletrabajo en su esquema post-covid. Sin poder asumir una relación causal entre ambos indicadores, la menor incidencia del virus en Grecia sugiere un riesgo moderado derivado de la presencialidad.

España, teletrabajo y salud pública

En España, empresarios y responsables políticos parecen considerar que los perjuicios del teletrabajo no compensan los beneficios derivados de un potencial mejor control de la expansión de la pandemia.

Los datos de la Fundación Ellis recogidos en 360smartvision muestran que un 11% de los encuestados afirma haber tenido contacto con un infectado en su entorno laboral en enero de 2021; es el mismo porcentaje que afirma haberlo tenido en su hogar. Es cierto que los protocolos de seguridad son superiores en una oficina, pero los contactos de riesgo en el entorno laboral no parecen ser triviales.

Los datos parecen sugerir que la apuesta por el teletrabajo no es solamente un asunto de mayor eficiencia en la gestión de los recursos o de un mejor equilibrio entre vida personal y familiar. Se trata de una cuestión de salud pública que debe ser abordada urgentemente, más allá de recomendaciones bienintencionadas y de regulaciones rígidas y simplistas. Tenemos muchos ejemplos a nuestro alrededor.The Conversation


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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