Quién era Sarah Everard y por qué ha puesto contra las cuerdas a la Policía británica
Sarah Everard fue asesinada presuntamente por aquel que más debería haberla protegido: un policía
Lo único que hizo fue volver a su casa desde casa de una amiga. Eso fue lo que le costó la vida a Sarah Everard, una mujer de 33 años que fue asesinada en Londres presuntamente por aquel que más debería haberla protegido: un policía.
El 3 de marzo, esta ejecutiva de marketing habló con su novio por teléfono por última vez y su última imagen es de una cámara de seguridad a las 21:28. Una semana después, su cuerpo fue encontrado en un bosque de Kent, en el sureste de Inglaterra.
Ese es el resumen del crimen que en los últimos días ha puesto contra las cuerdas a la Policía británica. Te contamos las claves del caso y por qué ha generado tanto revuelo en la sociedad.
La desaparición
La última conversación de Sarah fue con su novio. Desde ahí, ni rastro. La Policía ni siquiera pudo determinar si llegó finalmente a su casa, pues se le pierde la pista tras la grabación de una cámara de seguridad de la zona.
Tras ser denunciada su desaparición, los agentes visitaron unas 750 viviendas y recibieron al menos 120 llamadas de ciudadanos que querían aportar datos sobre el caso. Las calles se inundaron de carteles con su cara y las redes sociales se volcaron también con la difusión.
Tras rastrear incluso un estanque en un parque cercano a la zona donde fue vista por última vez, el miércoles 10 –casi una semana después de su desaparición– se encontraron unos restos humanos en una zona boscosa de Kent. Poco después se confirmó que eran de Sarah Everard.
Wayne Couzens
El caso ya era horrible solo con el crimen, pero la indignación creció cuando el detenido y acusado de haberlo cometido resultó ser un policía.
Wayne Couzens, de 48 años, trabajaba en la unidad de la Policía Metropolitana destinada a vigilar edificios oficiales como el Parlamento, Downing Street y embajadas en la capital británica. La noche del 3 de marzo a la hora que desapareció la víctima ya no estaba de servicio.
Ahora, Couzens está en prisión provisional acusado de secuestrar y matar a Sarah Everard. En una semana, ha tenido que ser trasladado al hospital en dos ocasiones para recibir tratamiento por dos lesiones en la cabeza, que ocurrieron cuando estaba solo en su celda.
El hecho de que Couzens fuera policía ya había generado suficiente polémica, pero la rabia creció aún más cuando salió a la luz que solo tres días antes del crimen había sido detenido por un episodio de exhibicionismo en un restaurante de comida rápida.
Las protestas y la actuación policial
A pesar de las restricciones impuestas por el coronavirus[contexto id=»460724″], el caso de Sarah Everard provocó tal indignación que miles de personas decidieron salir a las calles a protestar por la falta de seguridad en las calles que las mujeres experimentan en su día a día.
La primera protesta fue una vigilia convocada el sábado por la noche, a la que acudieron centenares de personas a pesar de la prohibición del acto, que la Policía Metropolitana había justificado basándose en las restricciones impuestas para frenar la expansión del coronavirus.
Los agentes trataron de disolver la concentración, lo que dejó duras imágenes que fueron criticadas desde diferentes sectores sociales y políticos. En algunas de ellas se veía cómo policías agarraban y esposaban a algunas de las presentes, cuatro de las cuales fueron detenidas por alterar el orden público y cometer infracciones contra las restricciones.
Esta actuación policial puso contra las cuerdas a Scotland Yard y fueron numerosas las voces las que pidieron la dimisión de la comisaria jefe de la Policía Metropolitana, Cressida Dick.
La actuación policial fue criticada incluso por el alcalde de Londres, el laboralista Sadiq Khan: «La policía tiene una responsabilidad para hacer que se cumplan las normativas de la COVID-19, pero por las imágenes que he visto, está claro que la respuesta no fue en ocasiones ni apropiada ni proporcionada».
El Gobierno y la inseguridad en las calles
El caso se ha vuelto tan mediático que ha puesto en un aprieto incluso al Gobierno, que ha tenido que responder tanto por la actuación de los policías en las manifestaciones como por la inseguridad en las calles para las mujeres, que ha quedado retratada con este horrible crimen.
«Demasiadas de nosotras hemos caminado a casa desde la escuela o el trabajo y hemos escuchado unos pasos incómodamente cercanos por detrás. Demasiadas de nosotras hemos fingido hablar por teléfono con una amiga para alejar a alguien», dijo la ministra del Interior de Reino Unido, Priti Patel, en una comparecencia ante la Cámara de los Comunes.
Tras recibir cerca de 80.000 mensajes de ciudadanos con propuestas para acabar con la violencia de género[contexto id=»381727″], que la ministra calificó como una «respuesta sin precedentes», Priti Patel se comprometió a presentarse este año ante el Parlamento con nueva nueva estrategia contra este tipo de delitos.
El primer ministro, Boris Johnson, también ha querido mostrar que reconoce la importancia de estas protestas y ha reunido a sus principales ministros, así como a los altos mandos policiales, para poner en marcha un plan de actuación contra la violencia de género.