Los detalles de la aeronave más grande del mundo que construye el cofundador de Google
Uno de los pesos pesados de Silicon Valley quiere volar, y ya está trabajando en ello. El cofundador de Google, Sergey Brin, está construyendo el avión más grande del mundo pero no quiere dar ni un solo detalle del proyecto, aunque ya se han revelado algunos datos, probablemente muy a su pesar.
Uno de los pesos pesados de Silicon Valley quiere volar, y ya está trabajando en ello. El cofundador de Google, Sergey Brin, está construyendo la aeronave más grande del mundo pero no quiere dar ni un solo detalle del proyecto, aunque ya se han filtrados algunos datos.
Varias fuentes, que prefieren no dar su nombre por los acuerdos de confidencialidad firmados con Brin, aseguran que «va a ser masiva a gran escala» y que puede que tenga alrededor de 200 metros de largo, según cita el diario británico The Guardian. Esto lo convertiría en el aparato más grande del mundo en estos momentos pero no de la historia de la aviación, ya que no superaría al épico Hindenburg Zeppelin de la década de 1930, que medía 245 metros.
Sergey Brin está construyendo esta nave, financiado por él mismo, en un aeródromo de la NASA lejos de los ojos del público. Parece que el multimillonario busca un gran medio de transporte para entregar comida y todo tipo de suministros a misiones humanitarias en lugares remotos, pero al mismo tiempo, quiere aprovechar su inversión para cruzar continentes y disfrutar en una nave de lujo. De acuerdo con una de las personas que ofrece los datos, esta aeronave le podría costar al cofundador de Google entre 100 y 150 millones de dólares.
Uno de los diseñadores que estuvo involucrado en las primeras etapas del proyecto fue Igor Pasternak quien asegura que los dirigibles podrían revolucionar el mercado global y de ahí que Sergey Brin esté trabajando en ello. «Sergey es bastante innovador y siempre está mirando hacia el futuro». «Los camiones necesitan carreteras, los trenes necesitan vías, y los aviones, aeropuertos. Sin embargo, los dirigibles pueden entregar desde el punto A hasta el punto Z sin detenerse en el medio».
Quienes saben de estas cosas insisten en que este tipo de aparatos tienen un problema con la flotabilidad, por eso el cofundador de Google trabaja en una alternativa: utilizará un sistema de vejigas de gas internas para controlar la flotabilidad de la nave, lo que le permitirá descargar casi en cualquier parte del mundo.
Sergey Brin siempre ha sido un apasionado de la aviación. En 2014, se puso en contacto con Alan Weston, un ingeniero aeroespacial que ha dirigido diversos programas de la NASA, para pedirle que investigara la tecnología necesaria para construir el dirigible más grande y más rápido del mundo. «Weston investigó por todo el mundo buscando quién tenía las mejores ideas y la mejor tecnología», dijo una fuente. «Incluso fue a Alemania y habló con la gente de Zeppelin, pero se dio cuenta de que Igor tenía las mejores ideas».
Quizás pase un tiempo hasta que podamos saber con certeza todos los secretos del dirigible de Brin, aunque cuando se lleve a cabo la primera prueba, el cofundador de Google podrá hacer poco por ocultar el que será, si todo va bien, la mayor nave del mundo.
¿Le irá mejor que al llamado «culo volador»?
El año pasado, en agosto concretamente, el Airlander 10, la nave más grande del mundo hasta el momento (92 metros de largo), dio un paseo de 20 minutos por el cielo del Reino Unido en su presentación oficial. Pasados unos días, el «culo volador», llamado así por lo que algunos consideran una oda a las nalgas humanas, se estrelló, aunque lentamente, contra un poste telefónico que provocó destrozos la cabina.
El portavoz de Hybrid Air Vehicles, la empresa que construyó este híbrido (mitad helicóptero, mitad avión) que costó 28 millones de euros, dijo que tuvieron problemas con el aterrizaje y que, por suerte, toda la tripulación salió ilesa.
En teoría, el Airlander 10 tiene capacidad para permanecer en el aire durante cinco días seguidos en vuelos tripulados y fue diseñado para ser utilizado en tareas de vigilancia, entrega de ayuda a lugares de difícil acceso, comunicaciones y también en el transporte de pasajeros.
Hace tan solo unos días, esta aeronave pasó su última prueba y estuvo 180 minutos en el aire; todo parece indicar que ha dejado sus problemas atrás. Según anuncian sus fabricantes, el dirigible más grande del mundo (al menos hasta que llegue el de Sergey Brin) se acerca poco a poco a la posibilidad de llevar a cabo vuelos comerciales.