Viajar por las ciudades: las otras formas de conocer y conocerse leyendo
Varios autores, sus libros y experiencias te brindan una mirada de diferentes ciudades a través de la observación de las mismas.
Ya sabemos que viajar este año se ha vuelto complicado. El virus[contexto id=»460724″] nos ha infectado en los aviones, en los trenes o en los autobuses. Sin embargo, nuestra capacidad de viajar va más allá del movimiento físico o de la presencia incómoda provocada por un virus que nos acompaña silenciosamente.
Suena obvio, pero muchas veces olvidamos que la imaginación, los relatos de otros, las borracheras, las experiencias sexuales o alucinógenas también nos hacen viajar.
Viajar a través de los libros que relatan viajes o ciudades es otro recurso para el autoconocimiento, eso que muchas veces sucede cuando nos desplazamos. El libro de viaje es ese formato donde muchos empatizamos en intimidad o a veces nos encontramos en otros. Es un dispositivo único que no es costoso ni pesado, no requiere maleta ni pasaporte para llevarte a descubrir una nueva ciudad, no necesitas unos deportivos para ser un flâneur o una flâneuse; simplemente, y en general, la lectura de cualquier libro te invita a sentir con base en la experiencia de otros.
Las listas de libros de viaje es infinita y esta selección no pretende ganarle al algoritmo[contexto id=»381729″] en las búsquedas de libros de viaje, a los críticos o a los mismos viajantes, sin embargo, es una muestra de varias novedades de 2020 que reflejan la perspectiva de vivir, pasear y perderse, de crear autoconsciencia y sentirse extranjero en ciudades como Buenos Aires, Caracas, Japón o Nueva York. Si tienes síndrome de abstinencia de viaje y te quedaste en el verano en casa, estos libros podrían alegrarte el calor o la entrada al otoño a través del texto o la ilustración, de la crónica, el relato o el memoir de estos autores.
Barrios, bloques y basura de Julia Wertz
La caricaturista Julia Wertz es californiana de nacimiento pero en este nuevo libro editado por Errata naturae la autora le hace un poema gráfico a la ciudad que la acoge: Nueva York.
A Wertz le costó un año adaptarse al famoso lugar apodado “Gran manzana”, sin embargo, en sus paseos descubrió una Nueva York desconocida en la que no se refleja el Empire State, la quinta avenida ni la Estatua de la Libertad. La caricaturista relata, a través de la historia, espacios que construyen la moral neoyorquina, historias mínimas y ocultas, mujeres infames del siglo XIX como la abortista Madame Restell o la famosa asesina en serie que fue condenada a la silla eléctrica, Lizzie Halliday.
Hay una cantidad asombrosa de detalles tanto en la escritura como en las ilustraciones, lo que indica el enorme alcance de la investigación de Wertz. Una flâneuse que se va apropiando de los espacios que conoce. Analiza la historia de lugares queridos de la ciudad de Nueva York como la famosa farmacia CO Bigelow Apothecary, la desaparecida tienda de alquiler de videos Kim’s Video –que se mudó a Sicilia y quebró– o Ray’s Pizza. Wertz ofrece guías de las librerías independientes y los bares escondidos de la ciudad, así como la explicación del lugar donde encontrar una buena crema de huevo hoy en día o por qué existió la famosa ley seca del Pinball con la que se pensaba generar más armamento, dejar de producir máquinas de pinball y con ello “ganar la guerra”.
Barrios, bloques y basura muestra, con sentido de humor y a la vez un mal genio crítico, cómo áreas específicas de la ciudad han cambiado con el tiempo debido a la gentrificación y el caos que inclusive llegó a desalojar a la autora y hacerle volver a su California natal.
Caracas muerde de Héctor Torres
¿Cómo se cuenta una ciudad a la que no van turistas? ¿Cómo se narra Caracas? Narrar la ciudad considerada como la más peligrosa del mundo solo es posible para quien observa sus matices. El escritor venezolano Héctor Torres ha creado una compilación de relatos que podrían ser considerados cuentos escritos con base en crónicas reales, unos cuentos crónicos, unas crónicas ficcionadas. Como desee el lector.
Torres explica en varios relatos cómo funciona una ciudad caótica y peligrosa, sin embargo, le ve las cosas buenas a la barbarie, la salva para los ciudadanos que aún viven en ella, a la vez que explica que los caraqueños emigrados que conforman la diáspora poseen “un ADN salvaje que quiere civilizarse”. Para Torres, la mayor cualidad de la ciudad es lo que le enseña a sus habitantes y visitantes, lo que desvela, cómo la ciudad recrea anécdotas propias del caraqueño como errores fundacionales de una crisis política que pervive.
Desde los visitantes americanos y europeos que pasean su tufo por el metro de la ciudad mientras visitan el foro mundial, pasando por la pulcritud y el buen olor corporal de la caraqueñas y el esnobismo de los caraqueños hasta la ola de violaciones en la urbanización humilde del 23 de enero donde se apagan los ascensores a las 10 de la noche para mitigar los hechos violentos son solo algunas de las anécdotas reales que el autor utiliza para relatar una ciudad.
Para Héctor Torres la Caracas que lo muerde y lo acecha es la que él intenta que otros miren con amor a través de sus relatos, porque “solo el amor nos permite enfocar la vista con tal nivel de agudeza que nos hace ver lo que una persona tiene de única”.
Neuros Aires de Marc Caellas
El director de teatro y cronista Marc Caellas es un nómada que ha recorrido Latinoamérica cultivando la experiencia del disfrute. A sus vivencias en su natal Barcelona le siguen los descubrimientos de Caracas, Bogotá y, finalmente, Buenos Aires.
Neuros Aires podría cerrar una tetralogía o seguir con un género de vivencias por ciudades unidas por un hilo conductor que le propone la ciudad paseada. Si Caellas empezó observando a Barcelona como una cárcel, le siguió su amor tóxico por una Caracas caótica, pasando por una muy colocada Bogotá. Ahora le rinde amor a la ciudad con más neura del mundo: Buenos Aires, “la ciudad con mejor ratio psicoanalista-habitante, uno por cada 64”.
Al igual que sus anteriores libros, en Neuros Aires el autor utiliza una ecología de las experiencias anteriores, de los amigos conocidos de Barcelona y las amistades que ha ido tejiendo a lo largo de sus viajes. Los libros de Caellas actúan como una pequeña internet de los afectos que se corrobora en sus conversaciones, en las uniones que llega hacer entre un amigo que le presenta a otro, inclusive por el casting de actores que protagonizan sus obras de teatro.
Al igual que su obra El paseo de Robert Walser, protagonizada no en vano por un argentino, Esteban Feune de Colombi, Neuros Aires desvela la visión de un extranjero maravillado por la deficiencia latinoamericana y, en este libro, la neura, sin dejar a un lado los temas obsesivos del autor como la intimidad, el sexo o hedonismo, que él mismo afirma que brota del egocentrismo de su prosa.
El viaje de Agustina Guerrero
Agustina Guerrero lleva la vida hablando de su neurosis como mujer. La ilustradora argentina se ha hecho famosa por narrar a través de viñetas, la biografía de su alterego ‘La volátil’, donde muestra desde los líos con el sexo opuesto hasta su maternidad.
En El viaje Guerrero viaja a Japón, al emblemático país donde Occidente ha construido una gran mayoría de sus propios lugares comunes, de la comida al vapor, de la limpieza absoluta, de las fotos famosas en Kyoto, de los deseos en tablitas de madera y toda clase de cuestiones que evocan una tradición milenaria que los occidentales vemos como exotismo.
Sin embargo, más allá de mostrarnos el viaje de su alter ego, Agustina Guerrero se le enciende la bombilla durante la visita a un onsen, un baño termal. Quizás son las burbujas o el tiempo que lleva en Japón lo que purifican su experiencia y le hacen encontrarse con las heridas de sus pasado; en este caso, sanar la tristeza, la culpa y la vergüenza que implica un aborto.
En El viaje la estructura narrativa de la autora evoluciona, a diferencia de sus anteriores libros, donde la neurosis hablaba hasta parecer atorrante. En este viaje por su interior se incluye el silencio, creando un libro más reflexivo para acompañar al lector.