Siete barras en siete destinos para disfrutar de vinos por copas
Recomendables direcciones para disfrutar del vino en lugares que en este momento, y como cada verano, concentran gran cantidad de visitantes
De norte a sur, de costa y de interior. Lugares que se cuentan entre los destinos vacacionales preferidos de los viajeros más variados, por oferta, por los atractivos que concentran y por la ciudad en sí misma. Pertenecientes a distintas regiones españolas pero las siete con recomendables direcciones para ir a descubrir, probar, conocer y disfrutar a lo grande de una buena copa de vino. Por eso, por oferta, por servicio, por conocimiento y por el trato inmejorable al producto que maneja. Siete estupendos espacios vinícolas para fijar en la agenda.
En Santander, La Cigaleña (Daoíz y Velarde, 19). Un referente cántabro dedicado a la cocina tradicional y con una carta de vinos que lo convierte en dirección obligada para quien guste de conocer y probar etiquetas de toda clase y condición. Data de 1949 y desde hace años lo regenta Andrés Conde, nieto del fundador. Es bar, restaurante, bodega. Sumiller apasionado y gran conocedor del vino, Conde cuenta con un local aledaño donde reúne elaboraciones de las más variadas procedencias y tipos, entre los que hay referencias de todas las zonas españolas, generosos incluidos, champagnes y vinos de muchas partes del mundo. Su máxima, no incluir en la carta nada que no le guste, con lo que el aficionado y todo aquel al que le guste conocer vinos tiene en esta casa el disfrute asegurado. La mejor oferta por copas de la ciudad, sin duda alguna.
En Burgos, La Favorita Taberna Urbana (Avellanos, 8). Es el local de visita obligada en la ciudad para comer y beber a cualquier hora y con la formalidad o no que uno quiera. La cantidad de gente del vino –me refiero a profesionales del sector– que pasa por aquí supone su mejor aval. Etiquetas de aquí y de fuera, con sensibilidad por los vinos que se hacen en su territorio pero una bodega en la que puedes perderte. Interminable oferta a la vista de quien cruza la puerta. Otro de los que puede presumir de manejar una de las más importantes propuestas por copas, referencias foráneas incluidas.
En Sanlúcar de Barrameda, Taberna Der Guerrita (San Salvador esquina C/ Rubiños). Uno de esos descubrimientos que una vez conocidos pasan al listado de imprescindibles. Fuera del circuito más turístico, vecino de la Plaza de Toros y del mercado, su historia como taberna comienza en 1978 cuando la abre Manuel Guerra Rodríguez ‘Guerrita’ junto a su mujer, encargada de los fogones (ahora regida por uno de sus hijos, Quino). Pero la cosa del vino en esta casa es fundamental, y la manzanilla santo y seña por su variedad. Es por eso que se deciden, cuando cumplen 30 años, a incorporar una tienda de vinos, que bautizan La Sacristía, a la que añaden una moderna sala de catas bien equipada y todo ya a cargo de su hijo Armando, formado en viticultura y enología, convertido en profesional de referencia en la zona, y quien da rienda suelta a su imaginación y pasión en ese espacio. Es más, la programación de catas que organiza cada año tiene lista de espera porque en ellas participan las bodegas y elaboradores más reconocidos del país. En la barra, Armando muestra y defiende los vinos que se hacen en el Marco de Jerez (Puerto de Santa María, Sanlúcar y Jerez), aunque su oferta abarca mucho más.
En Madrid, Angelita Madrid (C/ de la Reina, 4). Auténtico wine bar considerado templo vinícola por los más winelovers, esto es, auténticos aficionados del probar, descubrir… charlar del vino y sus interioridades (¡las del vino!) con una copa del mismo en la mano. Constante renovación de etiquetas a partir de lo que descubren, catan y les gusta a sus propietarios, los jóvenes hermanos Mario y David Villalón (antes propietarios de El Padre, en la calle Serrano). Es por eso que su oferta por copas es muy apetecible al tiempo que inabarcable (más de cincuenta), pues la mueven semanalmente. En definitiva, estupenda selección vinícola (destilados incluidos), con más de 500 referencias, que ya manejaban en aquella primera dirección familiar. Importante destacar que huyen, por lo general, de los vinos más conocidos y populares; a Angelita se va a descubrir y esto siempre ocurre. Y por último, merece ser comentado el club que incluyen en el sótano del local donde puedes beber y abrir las botellas que consideres oportuno, con picoteo si apetece. Tanto por copas como por botellas, conviven a la par referencias nacionales con foráneas de muy diferentes rincones del planeta.
En Gijón, Sidrería Las Rías Bajas (Calle Poeta Alfonso Camín, 10). De las direcciones más sorprendentes –a priori porque el nombre engaña– por inesperadas para abrir, probar y descubrir vinos…¡en Asturias! Como si de un chigre de barrio se tratara pero Felipe Ferreiro, quien la regente, es un loco del vino que maneja referencias de todo el mundo. Por copas o por botellas donde no tienen problema alguno en abrir lo que se quiera aunque sólo sea para tomar una copa. Y es que además manejan botellas que no son de lo más habituales como Borgoña, Jerez, Champagne, Riesling… junto a un amplísimo abanico del panorama nacional. Sin parangón en Gijón ni en otras tantas capitales.
En Valladolid, El Bar (Menéndez Pelayo, 8). Uno de los mejores de la capital vallisoletana desde que abrió sus puertas hace poco más de nueve años. Aunque hay que decir que la ciudad se ha visto favorecida por la incorporación a su oferta más ‘vinatera’ de jóvenes profesionales, bien formados, viajados, con sensibilidad, lo que ha mejorado muchísimo la calidad y variedad de la propuesta vinícola en Valladolid. En cuanto a este Bar, un tándem de cocina sencilla, asentada en buen producto, y una bodega con más de 200 referencias en la que hay una reconocible sensibilidad por los vinos de la tierra sin que falte una buena representación de otras tantas. De nuevo una carta para perderse por selección y variedad, extranjeros incluidos.
En Alicante, La Máquina de escribir (Pardo Gimeno, 14). Una vinoteca muy bonita en cuanto al continente y de visita obligada por contenido. En el barrio de Benalúa, alejado del centro de la ciudad, pero una verdadera joyita, abierta en lo que fuera una tienda de antigüedades y de ahí el espacio resultante, acogedor y donde una vez te sientas no sentirás prisa. Luego, en la bodega, desde referencias más conocidas a vinos para descubrir. Y si eres de los que prefieren el espumoso, ésta es sin duda la dirección recomendada.