THE OBJECTIVE
Gastronomía

Tres buenas parejas de uvas por los vinos que ofrecen

Binomios que funcionan bien gracias a que las características propias de cada variedad hacen que se complementen

Tres buenas parejas de uvas por los vinos que ofrecen

Racimo de monastrell (DOP Jumilla).

Lo de hacer un buen vino no es una fórmula matemática, partiendo de una máxima acertada que es que en nuestro país los vinos son buenos en general. Esto en el sentido de que están bien hechos, sin defectos en su mayoría… aunque los hay y se pueden dar. Pero es verdad que podemos decir que tenemos muy ricas elaboraciones en cualquier rincón de nuestro amplísimo territorio vitícola. Para conseguirlo no hay una única fórmula, como refería al comienzo.

Es por eso que no es mejor el vino elaborado con una única variedad de uva que el que procede de la combinación varietal. Lo que los hace buenos o no tanto son muy distintas variables. Ejemplos tenemos para comprobarlo en un sentido y en el otro. De hecho, hay territorios cuyos vinos se definen por la mezcla de variedades desde sus inicios. Ahí está Cava y su trío clásico y exitoso de parellada, macabeo y xarel.lo. Y zonas tan reconocidas como Burdeos y Champagne, lugares en los que manda la mezcla.

Es la excusa por la que en esta ocasión recuperamos algunas parejas de baile vinícolas que han demostrado funcionar muy bien en sus respectivas zonas de influencia, dando lugar a vinos importantes, interesantes e incluso representativos de esos lugares de los que proceden. Porque hay variedades que parecen destinadas a unirse, uvas en definitiva bien avenidas porque se complementan.

Monastrell y cabernet sauvignon

La uva monastrell, identificada con la denominación de origen Jumilla donde es principal, es considerada la gran tinta del levante español, y ofrece estilos de vino diversos dependiendo del suelo en el que crezca la planta o la altura y orientación del viñedo, entre otras variables que condicionan que los vinos resultantes sean más o menos frescos e intensos. Porque entre sus señas de identidad se cuenta una acidez no muy alta, con una sensación entre dulce y frutosa en el paladar a causa de una característica madurez. Es la razón por la que son bastantes las referencias en las que está acompañada de la foránea cabernet sauvignon, otra de las tintas presentes en la zona jumillana y variedad que le aporta frescor y notas más balsámicas si está bien trabajada. Hay que recordar que se trata de un tipo de uva que tiene que estar bien madura para evitar que se impongan aromas y sensaciones demasiado herbáceas o vegetales (pimiento verde).

Clio 2021

Bodegas El Nido (Jumilla)

Precio: 46 euros

70% monastrell de cepas muy viejas, 30% cabernet sauvignon de 40 años.

Elaborado por una de las bodegas más reconocidas en el territorio, tiene una crianza de casi dos años en roble nuevo. Resulta muy intenso en nariz, con notas de frutos maduros, frutillos rojos, junto a aromas especiados, tostados y balsámicos. Sabroso y amplio en la boca, potente, carnoso, agradable en el paso y con un largo recorrido.

Clio 2021.

Garnacha y cariñena

Un tándem presente en una buena parte de los tintos que se elaboran en el territorio catalán del Priorat, pero que también define a muchas de las elaboraciones tintas que se hacen en el vecino Montsant. Ese perfecto binomio que conforman garnacha y cariñena, con buena parte de sus viñas localizadas en vertiginosas terrazas, responde a un argumento parejo al que acabamos de apuntar en los vinos jumillanos. La garnacha es muy aromática (flores, hierbas campestres), amable y fina. Por su parte, la cariñena aporta estructura, al tiempo que textura en la boca y capacidad de guarda por la frescura que la caracteriza. Por tanto, encajan muy bien unos atributos con otros y al complementarse aportan complejidad a los vinos en los que participan. 

Les Terrasses 2022

Bodega Álvaro Palacios (Priorat)

Precio: 37,5 euros

60% garnacha, 40% cariñena de uvas procedentes de siete municipios de la denominación y sobre suelos de pizarra. 

Entre las elaboraciones de referencia en la zona y obra de uno de sus enólogos referente, Álvaro Palacios. Fermentado en tinas de cemento y madera, hace la fermentación maloláctica en tinas y barricas, a lo que sigue una crianza de un año entre barricas y bocoyes. Un tinto potente y expresivo. Presenta aromas de fruta madura, notas especiadas (especias dulces) y recuerdos minerales. En boca es musculoso, amplio, sabroso, con equilibrada frescura frutal, taninos pulidos y larga persistencia.

Les Terrasses 2022.

Treixadura y albariño

En tierras gallegas la treixadura es uva del Ribeiro, pues es la blanca principal de sus viñedos. Sensible a la altitud, predomina en valles y laderas porque requiere de terrenos cálidos, además de ser poco resistente a la sequía. Condicionantes que hacen de esta una uva delicada, untuosa, sabrosa, amable, que supera con facilidad los 12,5 grados de alcohol y por lo que, como bien apuntan desde el mismo consejo regulador de la denominación orensana Ribeiro, en la mayoría de los vinos aparece en combinación con otras autóctonas, si bien la treixadura es la predominante. “Así se consiguen vinos armónicos y equilibrados desde el viñedo”, añaden.

De este modo entra en juego la albariño, aportando esa acidez que compensa el carácter glicérico de la treixadura. Porque la afamada albariño es viveza, salinidad, y con ello aporta también persistencia a los vinos. Otra pareja de uvas que resulta un tándem perfecto por lo bien que se entienden. Dicho esto, añadir además que en mayoría de los vinos que participan ambas variedades suele entrar en juego un pequeño porcentaje de alguna otra con la pretensión de que los vinos ganen complejidad. Ahí están la godello, loureira o lado, entre otras blancas admitidas en la zona.

Eduardo Peña La Vista 2021

Bodega Eduardo Peña (Ribeiro)

Precio: 31,5 euros

Eduardo Peña La Vista.

Una de las pocas referencias que se limitan a la mezcla de treixadura y albariño a partes iguales. Desde el pueblo de Castrelo de Miño donde se asiente esta casa, su blanco top con una crianza de cinco meses en roble de 300 litros en contacto con las lías. Presenta aromas de fruta blanca, cítricos, notas de flores, panadería y recuerdos balsámicos. La boca es grasa, con cuerpo, glicérica, a la vez que frutal, con una fresca acidez y larga persistencia en el paso. 

Los vinos y bodegas referidos responden exclusivamente a un criterio profesional y de calidad.

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