La receta tradicional de las rosquillas de anís de los conventos de monjas
Este postre surge como forma de mantener los conventos monacales a nivel económico durante la Edad Media

Receta de las rosquillas de anís. | (Canva)
Las rosquillas de anís son un emblema de la repostería tradicional española, especialmente vinculadas a los conventos donde las monjas han preservado y transmitido estas recetas a lo largo de los siglos. Su sabor inconfundible y textura esponjosa evocan recuerdos de antaño, transportándonos a épocas en las que la repostería casera era una práctica cotidiana.
Ya sea para acompañar un café, compartir en familia o simplemente deleitarse con un capricho casero, las rosquillas de anís son una auténtica joya de la gastronomía tradicional.

Origen de la receta
La tradición de elaborar dulces en los conventos españoles se remonta a la Edad Media. Las monjas, además de dedicarse a la vida contemplativa, encontraron en la repostería una fuente de sustento económico para sus comunidades. Las rosquillas de anís, con su característico aroma y sabor, se convirtieron en uno de los productos más emblemáticos de estos obradores conventuales. Cada convento desarrolló su propia versión de la receta, aportando matices únicos que enriquecieron la diversidad gastronómica del país.

Rosquillas de anís
Ingredientes
- 250 gramos de harina
- 100 gramos de azúcar
- 1 huevo
- 30 gramos de mantequilla
- 90 mililitros de leche
- 1/2 sobre de levadura de panadería
- 1 pizca de sal
- 1 cucharadita de semilla de anís
- 200 mililitros de aceite de oliva
Elaboración paso a paso
- Mezclar los ingredientes secos.
- Añadir ingredientes líquidos.
- Amasar.
- Dejar reposar.
- Dar forma a las rosquillas.
- Freír.
- Espolvorear azúcar.
Modo de elaboración paso a paso detallado
En un bol amplio, tamiza la harina y mézclala con la levadura deshidratada. Añade la mitad del azúcar, la sal y las semillas de anís. Y forma un hueco en el centro para incorporar el huevo, la mantequilla derretida y la leche. Entonces mezcla los ingredientes hasta obtener una masa homogénea.
A continuación, amasa durante cinco o seis minutos hasta que la masa esté suave y elástica. Y forma una bola con la masa, para ello colócala en el bol, cubre con film transparente y déjala reposar en un lugar templado durante aproximadamente dos horas, o hasta que doble su volumen.
Tras el reposo, divide la masa en porciones iguales. Con las manos ligeramente engrasadas con aceite, forma bolitas con cada porción. Aplasta ligeramente cada bola y haz un agujero en el centro, ampliándolo con los dedos para dar forma a la rosquilla. Entonces coloca las rosquillas formadas sobre papel de horno, y cúbrelas con un paño limpio mientras preparas el resto.

Para freírlas, pon abundante aceite de oliva suave en una sartén profunda a fuego medio. Cuando el aceite esté caliente pero no humeante, freír las rosquillas en tandas, dorándolas por ambos lados. Entonces, retira las rosquillas con una espumadera y colocarlas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Mientras aún estén calientes, reboza las rosquillas en el azúcar restante hasta que estén bien cubiertas. Y deja enfriar completamente antes de servir.
Cómo mejorar la receta
Para añadir un matiz fresco, se puede incorporar ralladura de naranja o limón a la masa, este toque cítrico da un sabor exquisito a la receta. Si optas por el anís dulce, tus rosquillas son más dulces todavía. Las rosquillas se mantienen frescas durante varios días si se almacenan en un recipiente hermético. Sin embargo, es recomendable consumirlas en las primeras 48 horas para disfrutar de su máxima esponjosidad.