Oleada de crímenes en Nueva Zelanda por culpa de los aguacates
Tras la mala cosecha del año pasado, y la alta demanda de aguacates a nivel internacional y local, se han disparado los robos en algunas granjas de cultivo del país. Según datos oficiales, en cada uno de los incidentes se han robado al menos 350 frutos, aunque las autoridades apuntan que hay muchos hurtos que no se reportan. Se cree que los hurtos se producen en horas de la noche y que los delincuentes recogen los aguacates con utensilios o a mano y se los llevan en mantos o sábanas para pequeños locales de alimentación. Según el New Zealand Avocado Council, la demanda ha aumentado de forma considerable en el país porque 96.000 hogares adicionales empezaron a comprar aguacates en 2015, lo que ha provocado que los productores locales, mayormente enfocados a la exportación, no hayan podido asumir dicho incremento en la demanda. Uno de los grandes peligros que entraña esta oleada de robos es la ingesta de estos frutos porque no están maduros y están rociados con pesticidas.
Se están produciendo una oleada de crímenes en Nueva Zelanda. La culpa, por extraño que parezca, la tiene el aguacate. En Nueva Zelanda se ha suscitado una ola de robos debido a la escasez y demanda nacional e internacional de aguacates. Al menos han ocurrido 40 robos de huertos a gran escala en lo que va del año.
Tras la mala cosecha del año pasado, y la alta demanda de aguacates a nivel internacional y local, se han disparado los robos en algunas granjas de cultivo del país. Según datos oficiales, en cada uno de los incidentes se han robado al menos 350 frutos, aunque las autoridades apuntan que hay muchos hurtos que no se reportan. Se cree que los hurtos se producen en horas de la noche y que los delincuentes recogen los aguacates con utensilios o a mano y se los llevan en mantos o sábanas para pequeños locales de alimentación. Según el New Zealand Avocado Council, la demanda ha aumentado de forma considerable en el país porque 96.000 hogares adicionales empezaron a comprar aguacates en 2015, lo que ha provocado que los productores locales, mayormente enfocados a la exportación, no hayan podido asumir dicho incremento en la demanda.
Uno de los grandes peligros que entraña esta oleada de robos es la ingesta de estos frutos porque no están maduros y están rociados con pesticidas.