Policías y guardias civiles dan cuenta de la "hostilidad" y violencia del 1-O
Los agentes describen una resistencia «claramente organizada», con menores en primera fila y agresiones por la espalda
El Tribunal Supremo ha cerrado la semana con el relato de una veintena de agentes, que han abundado en la «hostilidad» y violencia con la que, han declarado, fueron recibidos el 1-O. Han hablado de una resistencia «claramente organizada», con menores en primera fila y agresiones por la espalda al tiempo que decían «somos gente de paz».
Es la imagen que han proyectado ante el tribunal del juicio del procés 20 policías, en su mayoría antidisturbios, que intervinieron en varios colegios de Lleida y cuyos testimonios han ido en la línea de lo que llevan contando a lo largo del juicio multitud de agentes de Policía y Guardia Civil.
Esa aversión a la Policía de la que han dado cuenta los testigos no solo se circunscribió al 1 de octubre de 2017, sino que un agente la vivió en primera persona un día después cuando, en un colegio frente a la comisaría de Lleida, «sacaron a unos niños pequeños«, quienes les llamaron «asesinos»: «Decían que habíamos matado a personas». Los menores han protagonizado parte del relato de los agentes, que han explicado cómo se encontraron a «preadolescentes» en primera línea de resistencia, junto con personas «de avanzada edad», aunque en este caso un testigo ha especificado que con ese término se refiere a ciudadanos «de 50 o 60 años».
La última jornada de esta semana en el Supremo ha transcurrido entre los «insultos mayúsculos», las patadas y demás agresiones que, según un agente, dan cuenta de la «forma tan violenta con la que procedieron» algunos votantes, una situación que algunos de los testigos han dicho que no han visto «jamás». Porque aunque en muchas ocasiones levantaban las manos y cantaban cánticos pacíficos -una imagen que algunas proyectan cada día-, acto seguido se encaraban con los agentes y algunas veces les agredían, han declarado. «Lo hacían muy bien porque te levantaban los brazos al mismo tiempo que te hostigaban y se echaban hacia ti (…) Soltaban una patadita que no se viera o un puñetazo y cuando el compañero intentaba responder a esta agresión, enseguida levantaban los brazos: ‘Gent de Pau, Gent de Pau’«, ha ilustrado un subinspector que intervino en la Escuela Oficial de Idiomas de Lleida.
Era una resistencia «completamente organizada», a juicio de lo que vieron varios agentes, donde se repetía el mismo procedimiento: al ver su llegada, algunos avisaban al resto, momento en el que todos se tiraban al suelo entrelazados, lo que obligaba a la Policía a sacarlos uno a uno, una labor que a veces les llevó más de una hora. «Llegó un momento que las manos ya no me cerraban», ha dicho un agente.
Pero eso no era lo peor porque, aunque la entrada para recoger las urnas era complicada. «Lo más peligroso» era el repliegue, donde la mayoría resultaron heridos, aunque pocos se cogieron la baja médica. «Uno cuando miraba hacia atrás veía que estábamos totalmente rodeados», ha explicado un agente. «Insultos, miles, pero eso es lo de menos», ha dicho uno; «vi llover escupitajos», ha explicado otro; «la situación se volvió caótica», ha ilustrado un tercero. Todo ello en una «atmósfera violenta» con el doble de concentrados que a la entrada, lo que les obligó a lanzar salvas o usar las defensas para abrirse hueco.
Aunque varios agentes han reconocido que había personas que colaboraron con la Policía, otros han relatado algún caso que les llamó la atención como el de «bomberos con cascos» dispuestos en línea para impedirles salir. Todos han recordado un episodio en el centro de adultos Juan Carlos I, donde una persona sufrió un ataque al corazón. Una vez llamaron a la ambulancia, un testigo ha afirmado que «la masa» impidió que pasara, en un principio porque pensaba que era para asistir a los agentes heridos.