Sale a la luz la extraña obsesión del príncipe Andrés por sus ositos de peluche
Tras su acusación por presuntos abusos sexuales, el hijo de la reina Isabel II se ha visto envuelto en otro escándalo que atenta contra su intimidad
La suerte no sonríe al príncipe Andrés tras haber sido acusado en un caso de supuestos abusos sexuales a una menor de edad. Cinco días después de que el Palacio de Buckingham le retire sus títulos militares y sus patronatos reales, sale a la luz otro escándalo que indice directamente sobre su reputación.
Este martes, el hijo de la reina Isabel II es uno de los protagonistas de la prensa británica, que ha desvelado la presunta obsesión que tiene el príncipe, de 61 años, con los ositos de peluche.
El príncipe Andrés pedía al servicio que colocaran debidamente sus peluches
En concreto, tal y como revela The Sun, el miembro de la Familia Real inglesa ordenó a su personal de servicio que colocara cinco ositos de peluche en posiciones específicas sobre su cama todas las noches. No sólo había osos, también otros cojines con la palabra impresa «papá» y «príncipe», dos hipopótamos de peluche y una pantera negra.
Todos ellos debían estar debidamente colocados, pues de no ser así, «Andrés se pondría a gritar», explica un expolicía que trabajó en el Palacio de Buckingham y que habló en el documental de televisión Ghislaine, Prince Andrew and the Pedophile.
El citado medio ha elaborado un boceto de cómo sería la habitación del príncipe Andrés y qué habría en ella:
Cabe destacar que el propio príncipe Andrés ya confesó en 2010 que coleccionaba «ositos de peluche»: «Dondequiera que iba en la Marina, solía comprar un osito de peluche, así que tengo una colección muy grande».
«Es vergonzoso»
Todos los juguetes debían estar debidamente puestos en sus respectivos lugares, y el servicio era consciente de ello, hasta tal punto que se pasaban las indicaciones de uno a otro trabajador para que todo estuviera perfecto.
Paul Page, quien trabajó en en la seguridad de la Familia Real británica de 1998 a 2004, afirmó que vio la cama de Andrés llena de juguetes de peluche cuando tenía acceso a su apartamento privado.
«Tenía alrededor de 50 o 60 peluches colocados en la cama y había una foto de la habitación en un cajón. Esta instantánea, que estaba plastificada, servía a las sirvientas para saber dónde debía ir cada juguete», añadió Page en el mencionado documental.
La biógrafa real Angela Levin dijo al respecto que «el hecho de que los peluches tengan que estar en ciertas posiciones es muy vergonzoso, ya que estamos ante un hombre que pilotó helicópteros en la Guerra de las Malvinas y estuvo en la Marina durante más de veinte años; el país estaba muy orgulloso de él».
Levin cree que la obsesión del príncipe Andrés, que es padre de dos hijos, con sus peluches responde a «una inseguridad increíble, quizá esté muy solo».
La acusación por presuntos abusos sexuales
Todo esto sale a la luz después de que un juez de Nueva York rechazara el miércoles archivar la denuncia presentada contra el príncipe Andrés, a pesar del acuerdo de confidencial suscrito entre las partes hace más de una década.
La denunciante, Virginia Giuffre, alega que el príncipe abusó de ella cuando tenía 17 años, víctima presuntamente de la red de trata de personas orquestada por el difunto empresario Jeffrey Epstein, que se quitó la vida en prisión tras ser detenido en 2019.
El príncipe ha negado las acusaciones y ha tratado de tumbar la denuncia civil presentada por Giuffre, apelando como principal argumento a un pacto extrajudicial suscrito por la demandante y por Epstein en 2009 y según el cual la víctima habría acordado no emprender ninguna acción legal contra otras personas.
La decisión del juez implica que los abogados del hijo de Isabel II deberán presentar las pruebas solicitadas por la acusación en caso de que decidan seguir haciendo frente a la denuncia y no opten por un acuerdo, lo que podría demorar meses e incluso años el proceso.
El príncipe Andrés ya renunció en noviembre de 2019 a sus funciones públicas como miembro de la familia real británica, después de una polémica entrevista en la BBC en la que intentó marcar distancias con la trama de Epstein.