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Tomás Páramo y María G. de Jaime abren las puertas de su casa: «Un sueño hecho realidad»

Con solo 28 años la pareja ha comprado y reformado un piso en La Moraleja para su familia numerosa

Tomás Páramo y María G. de Jaime abren las puertas de su casa: «Un sueño hecho realidad»

Tomás Páramo y María G de Jaime en su casa antes de la reforma | Redes sociales

Tomás Páramo y María G. de Jaime se han mudado este año a su nuevo hogar tras años de construcción y reforma y desde la primera semana la han sentido como su hogar por la cantidad de recuerdos que han incorporado y su estilo colorido y tribal que les identifica. Este piso de nueva construcción en La Moraleja tiene doble sentido para la pareja, pues comienzan una nueva etapa siendo padres de familia numerosa en el mismo lugar donde comenzaron a salir siendo adolescentes.

Cuentan para ¡Hola! que la compraron en 2021, unos meses después del nacimiento de Catalina, y aunque «ha sido un proceso largo, pero a la vez lo hemos disfrutado» ahora nos abren las puertas de su casa y suben el esperado house tour en sus cuentas de Instagram. Tomás y María son unos apasionados de la decoración, pero para este proyecto tan importante han contado con la ayuda de su amiga Sofía Calderón Aguirrezabal y la empresa de Pablo Castellano Grupo Archarray.

La casa cuenta su historia y sus viajes

Con toda la ilusión de haber conseguido un sueño, los jóvenes de 28 años enseñan todos los rincones de su nuevo hogar en sus redes sociales. Comenzando por el recibidor, un mueble colorido y las lámparas sesenteras sirven de preámbulo de la personalidad que han querido transmitir en todas las estancias. También han querido incluir detalles personales de sus hijos y en este mueble del recibidor se encuentra una bandejita de arcilla hecha a mano con una M y un corazón, que podría ser un regalo de Tomi -su hijo mayor de 8 años- a su madre.

El salón de la casa es la estancia principal y su pequeño museo familiar, «lo hemos llenado de piezas que tienen un gran valor sentimental». Señalan alguno de estos objetos especiales, como un cuadro de Teresa Jimenez Cuevas que traen de su primera casa y el sofá que colocan debajo del cuadro, un mueble de casa de los abuelos de Tomás donde siempre se ha echado la siesta, ahora retapizado en un color azul marino. También resaltan que muchos de sus recuerdos están asociados a viajes, como una mesita de rallas que trajeron de Marruecos o las lámparas inspiradas en el sombrero del traje regional de Lanzarote.

Terminan el salón con una pared de estanterías en colores oscuros a juego con el histórico sofá donde resalta un cuadro que regaló Tomás a María y que les enamoró. También una miniatura de la menina que diseñaron y que estuvo varios meses en la calle Serrano. Aunque el objeto más personal del salón es una figura de la Virgen de la Esperanza, que fue moldeada con la forma de la tripa de María cuando estaba embarazada de Catalina de 8 meses.

Un hogar a medida para su familia numerosa

La cocina es el núcleo de cualquier casa, y en la familia Páramo-G. de Jaime cuentan que es «donde acaban siendo las reuniones familiares». Los cinco se reúnen en las comidas alrededor de una gran mesa de comedor sentados en un banco hecho a medida, por el que confiesan que hay peleas. Pero los padres prefieren unas sillas altas de inspiración parisina que tienen en la península de mármol a continuación de los fogones.

Las habitaciones de los niños las diseñaron pensando en lo que querrían Tomás y María si volviesen a ser niños. Así la habitación de Tomi tiene detalles amarillos -guiño a su Real Madrid- y guirnaldas, una estantería para sus legos y muebles de un anticuario alemán. La cama vestida con sábanas de dinosaurios es en verdad cama-nido, por si la familia creciese pero «eso no pasará de momento». Los pequeños Cata y Fede comparten un dormitorio en tomos verdes y mimbre que sobre todo es funcional. Los niños duermen y juegan en su propia habitación que cuenta con una cunita, cocina y una mesa de madera de la altura de los chicos.

El espacio privado del matrimonio es el dormitorio principal, donde más que en toda la casa han querido plasmar su personalidad: «nos apetecía que fuese un lugar muy nuestro». Han querido hacer un guiño a su luna de miel en África con un gran cabecero de tela roja y azul y dibujos tribales, para darle protagonismo a la cama donde acaban durmiendo los cinco. De su boda también han colgado un cuadro regalo de un tío de Tomás, un retrato en blanco y negro de un caballo. Cierra el dormitorio un vestidor con espejo de cuerpo entero donde María enseña a diario sus looks.

«Por nuestro trabajo viajamos un montón, pero una nueva parte del viaje es es la vuelta a casa» confiesan en el reel sobre la paz que sienten al llegar a su hogar tras sus viajes. Bromean con que la casa no siempre está igual de perfecta que como la muestran en el video, ya que con tres niños pequeños es imposible mantener el orden, «no es la realidad de una familia numerosa».

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