La historia de amor de Enrique Rojas e Isabel Estapé, la muerte de su hijo y negocios de éxito
El psiquiatra y su mujer forman uno de los matrimonios con más influencia en el mundo de la mente y en los negocios
La historia de amor de Enrique Rojas e Isabel Rojas. | Una ilustración de Alejandra Svriz
Marian Rojas Estapé se ha convertido en una de las personalidades de referencia en el mundo de la psiquiatría en nuestro país. Su paso por El hormiguero y sus confesiones sobre la felicidad se hicieron virales. Un éxito que ella lleva viviendo desde hace años cuando su perfil de Instagram se convirtió en toda una insignia. Y lo cierto es que la mayoría de lo aprendido y lo que transmite viene de su padre, Enrique Rojas, su mano derecha y con quien trabaja desde hace años. También, se nutre de los conocimientos de su madre, Isabel Rojas, uno de los pilares de su vida. Y es que toda la familia Rojas-Estapé está muy unida y, sobre todo, a la fe.
Enrique Rojas nació hace 76 años en la ciudad de Granada. Creció en una familia con posibles y su padre, Luis, fue psiquiatra español de influencia germana. El poder adquisitivo de sus progenitores permitió que el experto en mentes se formara en distintos puntos del mundo como Madrid, Oxford, Londres o Nueva York. Cuando no había cumplido los treinta años abrió su primera consulta en el centro de Madrid. Cuando era joven, Enrique conoció a Isabel, hija de Fabián Estapé, catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona y quien, durante la etapa franquista, colaboró en la política de los Planes de Desarrollo.
La relación de Enrique Rojas con Isabel Estapé
Por aquel entonces, Isabel trabajaba como agente de bolsa y notaria en Madrid, convirtiéndose en la primera mujer en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España. Juntos emprendieron un camino no solamente en su vida como matrimonio sino, también, en la religión, estando muy vinculados al Opus Dei. El matrimonio tuvo cinco hijos. Probablemente, uno de los momentos más complicados de su vida llegó con la muerte de su único varón, Enrique, quien falleció ahogado, a los dos años, en una piscina familiar. Sus otras hijas, Cristina, Almudena, Isabel y Marian se volcaron con sus padres en este momento tan traumático.
Sus negocios más allá de la psiquiatría y los libros
Desde hace años, Enrique es director del Instituto Rojas-Estapé e imparte conferencias tanto en España como en Latinoamérica. Además, gracias a sus libros, ha conseguido colarse en la lista de autores más leídos y sus libros han sido traducidos a distintos idiomas como el italiano, alemán o inglés. Ha colaborado, también, con algunos medios de comunicación como ABC o La Nación de Buenos Aires. Además, desde el año 2010, pertenece al capítulo español del Club de Roma, donde grupos españoles se reúnen periódicamente con el fin de «fomentar la cultura en sus distintas facetas». Pero, también, ha sabido diversificar sus negocios.
Desde hace muchos años es propietario de la empresa inmobiliaria Triana 88 S.L., dedicada a la adquisición y arrendamiento de fincas y de una viña que está ubicada en la balconada del Tajuña. Dentro de esa empresa también se encontraba su hija, Almudena, quien como ya contamos en THE OBJECTIVE, es monja de clausura en Ávila. La compañía fue fundada a finales de los años 80 y, tal y como confirman en El Mundo, amplió su capital, el pasado mes de enero, a algo más de 590.000 euros. Actualmente, además, cuenta con un activo de 5.571.744 euros.
La religión y la muerte de su hijo Enrique
Y es que, como decíamos, no solamente se han centrado en el mundo del ladrillo sino que, también, son dueños de la bodega Reyes Magos, situada al sureste de Madrid. Es más, las botellas están diseñadas con una etiqueta del propio Enrique Rojas, quien sigue muy de cerca las obras de Tàpies. Compaginan todos estos negocios con una intensa vida personal. Marian está casada con el abogado, Jesús Martínez-Cortés, con quien ha sido madre en varias ocasiones. Con ellos también comparte su pasión por la fe. «Somos católicos practicantes. Entramos en el coche y rezamos el rosario, leemos el evangelio en familia…», contaron en una entrevista. Esto les llevó a poder enfrentar la muerte de Enrique, su hijo. «Si Dios lo ha permitido será por algo bueno», confesó el psiquiatra.
