La historia de amor de Begoña Rodrigo y Pepe Solla, dos cocineros con estrella Michelin
Los chefs regentan La Salita y Casa Solla, dos locales que han sido reconocidos por el máximo premio dentro de la cocina
Begoña Rodrigo y Pepe Solla en una imagen de archivo. | EFE
Esta semana ha sido muy importante para el mundo de la cocina. Los cocineros Pedro Sánchez de Bagá, en Jaén, y Susi Díaz, chef en La Finca, en Elche, han recibido tres soles de la Guía Repsol. En una gala en la que estuvieron presentes, en Santa Cruz de Tenerife, los rostros más conocidos de la gastronomía. Entre ellos, no podía faltar el de Begoña Rodrigo, quien acudió junto a su pareja Pepe Solla, chef y propietario del restaurante Casa Solla. Ambos acumulan dos estrellas Michelin y una historia de amor en común que nació entre los fogones.
Begoña Rodrigo se hizo conocida hace muchos años con su salto a televisión gracias a Top Chef, programa en el que consiguió el primer puesto. A partir de ese momento, la chef ha aparecido en distintos programas de la pequeña pantalla, dando su veredicto y poniendo el valor la experiencia que le han dado los años. Y es que su carrera ha sido reconocida con varios premios que se han materializado en su restaurante, La Salita, ubicado en Valencia, muy cerca del estadio de Mestalla.
El triunfo en la cocina de Begoña Rodrigo y Pepe Solla
Begoña Rodrigo de Jorge nació en la ciudad del Turia hace 49 años. Nació en una familia con tres hermanos y, en un primer momento, su deseo no fue el dedicarse al mundo de la cocina. Es por eso que comenzó a estudiar Ingeniería Industrial. Algo que compaginó con un trabajo como cocinera por las noches. A los 19 años se marchó de vacaciones a los Países Bajos, donde comenzó a estudiar en un hotel como ayudante de cocina, esto hizo que descubriera su actual vocación. No volvió a Valencia y, a los seis años, se trasladó hasta la ciudad de Utretch, donde trabajó en un local con una estrella Michelin.
Más tarde se trasladó a Londres y después ingresó en Aquarium, un club privado con dos estrellas Michelin y con cocina con un toque francés. Después volvió a España, concretamente a la ciudad catalana de Reus, donde se incorporó como jefa de cocina a un nuevo restaurante, Mas Sedo. Más adelante se marchó hasta Valencia, donde fue contratada en La Sucursal. Finalmente, en noviembre de 2005, abrió un restaurante junto al que era su marido, La Salita. Ambos se divorciaron en el año 2017 pero, aún así, siguieron trabajando juntos. «Me separé hace dos años. Vivimos juntos. Nosotros somos muy hippies. Vino a la gala conmigo. Es mi socio en La Salita, trabaja conmigo en Nómada. Se encarga de echarme una mano en todo los temas de vino», contó a Jaleos en 2019.
Su historia de amor entre fogones
Dese hace un par de años, Begoña mantiene una relación con el también chef Pepe Solla. El cocinero es fundador del grupo NOVE, jefe de cocina y propietario del restaurante Casa Solla, que tiene una estrella Michelin y tres Soles Repsol. El hombre, de 58 años, inició su carrera en el mundo de la restauración a principios de los años 90. Momento en el que empezó a trabajar en el restaurante familiar, Casa Solla. Así, compaginó sus estudios como sumiller con la carrera de Ciencias Empresariales. En 1994 creó la Asociación Gallega de Sumilleres y ha participado en varias catas a nivel nacional. En 1995 empezó su formación en cocina trabajando con personalidades de renombre como Ferrán Adriá.
Tanto Begoña como Pepe comparten su gran pasión por la cocina. Y es que La Salita puede presumir de tener una estrella Michelin. el restaurante de Begoña Rodrigo se encuadra dentro de un palacete en el valenciano barrio de Ruzafa y que consta de «varios menús degustación (La Gaira, La Vianda, La Burria -Ovolacteo Vegetariano- y La Salita) en los que realiza un interesantísimo trabajo con vinagres, encurtidos, cítricos, una original chacinería vegetal… buscando siempre una culinaria ligera y fresca pero no exenta de personalidad». Así, los menús van desde los 85 a los 350 euros. Por su parte, Casa Solla también posee una Estrella Michelin y valoran el esfuerzo de Pepe por llevar el negocio familiar «a cotas de excelencia apostando por la evolución y el sabor, otra de sus obsesiones, siempre con una cocina creativa de marcadas bases gallegas».
