Karlos Arguiñano, mucho más que un chef: se ha hecho multimillonario con sus empresas
El chef vasco ha sabido, con astucia, diversificar sus ingresos en numerosas compañías

Karlos Arguiñano es más que millonario | Gtres
Karlos Arguiñano acude este jueves a El hormiguero, donde ya es un habitual. El chef vasco es uno de los personajes más entrañables y queridos de la televisión española, pero no solo, pues se ha convertido en empresario astuto que ha sabido construir una gran fortuna a base de trabajo, carisma y visión. Nacido en Beasáin (Guipúzcoa) en 1948, Arguiñano ha pasado de ser un aprendiz de cocina a convertirse en un referente nacional, no solo por sus recetas y su característico humor, sino por haber transformado su imagen en una marca rentable que hoy abarca mucho más que programas culinarios.
Arguiñano comenzó su carrera profesional en la Escuela de Hostelería de Zarautz, y allí no tardó en destacar. Su facilidad para comunicar, junto a su estilo cercano y campechano, lo convirtieron en uno de los primeros cocineros en llevar los fogones a la pequeña pantalla. Desde sus inicios en los años 90, sus programas han sido un fenómeno de audiencia, conquistando a generaciones enteras con sus míticas frases como «rico, rico y con fundamento». Pero, como decíamos, el verdadero éxito de Arguiñano ha estado en su capacidad para capitalizar su popularidad televisiva y convertirla en una sólida estructura empresarial.
Arguiñano, mucho más que un chef: se ha hecho rico con sus empresas

Más allá de su trabajo como cocinero y comunicador, Arguiñano ha desarrollado un entramado de negocios con muy buenos resultados. Ha fundado su propia productora audiovisual, Bainet, responsable de sus programas y de otros espacios televisivos, lo que le ha permitido controlar directamente los beneficios de su presencia mediática. Según Vanitatis, su holding empresarial superó los 8,5 millones de euros en facturación y obtuvo casi 6 millones de euros de beneficios en 2023.
Además, gestiona un complejo hostelero en Zarautz que incluye el Hotel-Restaurante Karlos Arguiñano, la Escuela de Cocina Aiala y la bodega K5, todos ellos bajo su nombre. A través de su empresa Karlos Arguiñano Promociones S.L., estas actividades generaron en 2021 más de 4,2 millones de euros con beneficios cercanos a los 300.000 euros, recoge Infobae. Otro de sus activos es Irusta Gain S.L., sociedad que gestiona sus derechos de imagen y que también ha dado importantes réditos: 1,76 millones de euros en 2021.
También se ha metido en el mundo deportivo a través de Baiko Pilota, empresa dedicada a promocionar la pelota vasca, un deporte profundamente arraigado en su tierra. Esta compañía factura unos 3 millones de euros anuales, de acuerdo con El Debate. Además de todo esto, Karlos Arguiñano ha publicado más de 60 libros de cocina, con una estimación de más de 5 millones de ejemplares vendidos, lo que lo convierte en uno de los autores de gastronomía más leídos en lengua española.
La fortuna de Karlos Arguiñano no es objeto de ostentación, pero los analistas la sitúan en torno a los 50 millones de euros, según cálculos recogidos por El Economista. Y lo más destacado de todo es que no se trata de una riqueza llegada de la nada por herencias: su capital es fruto de décadas de trabajo, de diversificar bien su dinero, de saber delegar en su entorno más próximo y de caer bien a millones de espectadores.
Casado con María Luisa Ameztoy, con quien tiene siete hijos
En el plano personal, Arguiñano ha mantenido siempre un perfil muy discreto, aunque nunca ha tenido reparos en mostrar, con naturalidad, algunos aspectos de su vida familiar, como que está casado desde hace décadas con María Luisa Ameztoy, con quien tiene siete hijos. Varios de sus hijos colaboran directamente en sus empresas, y la familia ha sido un motor clave en la expansión de sus proyectos.
Karlos Arguiñano, como hemos visto, representa un modelo de éxito peculiar en el mundo mediático: ha sabido mantener el equilibrio entre popularidad y autenticidad, entre negocio y cercanía. A sus más de 70 años, sigue frente a las cámaras, entre fogones, con la misma energía que el primer día. Y lo hace sabiendo que, detrás de cada plato, hay un legado construido con esfuerzo y buen ojo.