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Robert de Niro reforma el oasis de Lady Di: villas de lujo en el Caribe por 12 millones de dólares

El actor ha invertido 250 millones de dólares en el proyecto a pesar de las protestas de las asociaciones locales

Robert de Niro reforma el oasis de Lady Di: villas de lujo en el Caribe por 12 millones de dólares

Robert de Niro y su novia, Tiffany-Chen, en el Festival de Cannes en mayo de 2025. | | Europa Press

Robert de Niro está ha decidido a reconstruir la isla caribeña de Barbuda. El actor ha invertido 250 millones de dólares en desarrollar un proyecto inmobiliario en la isla, según se acaba de conocer en la prensa internacional. Su plan contempla una comunidad privada de 17 villas de lujo que estarán disponibles para su venta a finales de 2026, si la construcción avanza sin complicaciones. El precio de compra de estas residencias paradisiacas se estima en 12 millones de dólares cada una, un valor que seguirá creciendo con el paso de los meses dada la exclusividad del complejo. Esta explicación con tintes de ensueño no está exenta de las polémicas por el impacto social y medioambiental que estas obras tendrán en la isla.

El cineasta de 82 años tiene en mente un resort de película con el título The Beach Club Barbuda. Allí habrá campos de golf con vistas al mar cristalino, parcelas con especies de aves exóticas, rutas de buceo por los arrecifes naturales, sala de cine y bodegas exclusivas. Otra de las ventajas a pagar es el acceso privado a la playa de la princesa Diana, un paraje de arena blanca y agua turquesa relacionado con la mediática royal. Antes llamado Coco Point Beach, esta playa recibió el nombre de la mujer de Carlos III en 2011, en el que hubiera sido su 50º cumpleaños. Los lugareños homenajearon de esta manera a una de sus visitantes más mediáticas y queridas.

El negocio de Robert de Niro en Barbuda

Durante los años 90, la princesa Diana se escapaba a la isla de Barbuda para descansar de la persecución mediática a la que estaba sometida en Londres y París. Visitó este rincón de Caribe en tres ocasiones, entre 1993 hasta su muerte en 1997. Se enamoró de estos parajes en sus viajes en solitario y con sus hijos, Guillermo y Harry; pero lo que más valoraba de la isla era su discreción. Barbuda es un destino menos concurrido que su hermana Antigua y, así, mejor para el descanso de la princesa. En sus escapadas realizaba paseos por la arena, natación y snorkel en las aguas tranquilas. También frecuentaba el K Club, un local social que ahora es propiedad de Robert de Niro.

El protagonista de Taxi driver y El padrino II ha expandido su influencia más allá de los estudios de Hollywood y ha aterrizado en el Caribe. Como le ocurrió a Diana en los 90s, Robert de Niro también se enamoró del silencio de Barbuda. En el osáis de The Beach Club Barbuda quiere ofrecer a otros personajes mediáticos la oportunidad de desconectar de sus ajetreadas agendas. Este proyecto todavía sobre plano es obra del actor y de la firma de hostelería de lujo Nobu Hospitality. La empresa fue cofundada en 1994 por De Niro, el chef Nobu Matsuhisa y el productor Meir Teper. Esta marca ya cuenta con más de 60 restaurantes y casi una veintena de hoteles alrededor del mundo, incluida España. En nuestro país han abierto locales en Barcelona, Ibiza, San Sebastián y Marbella, y planean una quinta apertura en Madrid.

Las oportunidades de negocio tras el huracán

Inversores internacionales han estudiado proyectos de construcción en la isla de Barbuda desde la catástrofe de 2017. El paso del huracán Irma destruyó entre el 80% y el 90% de las construcciones, según estimaciones de aquel año, incluyendo viviendas, escuelas, hospitales y hoteles. La isla ha retomado su funcionamiento habitual pero todavía quedan zonas por arreglar, entre ellas, la playa de la Princesa Diana. Las comunidades locales han protestado ante los planes de Robert de Niro acusándole de apropiarse de tierras comunales y de daño a la flora y fauna de la isla. Ante ello, el actor insiste en que su apuesta será respetuosa con el entorno. En algunas entrevistas ha explicado que los edificios no tendrán más de un piso y estarán integrados en la vegetación.

Cabe recordar que los barbudos son en su mayoría descendientes de esclavos africanos que heredaron la isla de sus amos británicos tras la emancipación en la década de 1830. Desde entonces, han mantenido un sistema de propiedad comunal de la tierra bajo el cual el terreno no se podía comprar ni vender. Como resultado, la isla y sus biodiversidad natural, incluyendo la zona de anidación de fragatas -especie de ave- más grande del Caribe, quedaron al margen del turismo. Ahora, los lugareños se quejan de que se les está excluyendo de tierras a las que siempre han tenido acceso.

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