Bohemio y auténtico: el barrio donde Woody Allen se ha comprado una casa en Barcelona
El director, que se enamoró de nuestro país cuando rodó ‘Vicky, Cristina, Barcelona’, ha decidido invertir en la capital

Woody Allen, en una imagen de archivo. | Gtres
Woody Allen es un enamorado de España. El reputado director de cine cayó rendido ante nuestro país cuando rodó Vicky, Cristina, Barcelona, donde se interesó por la cultura y la sociedad catalana. En ese momento, de la mano de Penélope Cruz y Javier Bardem, decidió pasar una temporada en la ciudad condal, donde, ahora, ha decidido comprarse una casa. Allen ha decidido invertir en nuestro país y en uno de los barrios más bonitos, bohemios y auténticos, seña de identidad de la capital, y donde residen muchos de los rostros conocidos de la ciudadanía catalana.
Lo cierto es que, en los últimos tiempos, Barcelona se ha convertido en una de las ciudades más caras de nuestro país. Es por eso que el alquiler de un piso en el centro de la capital suele ascender a algo más de 1.500 euros, mientras que la compra de un piso puede alcanzar el medio millón de euros. Sea como fuere hay que resaltar que Allen no tiene ningún problema económico y ha sido reconocido como uno de los mejores directores del mundo, lo que ha hecho que esto, también, favorezca mucho a su bolsillo. Después de establecerse en Estados Unidos, Allen ha decidido invertir en una casa modernista en Barcelona de la que, por el momento, se desconocen los detalles de su interior.
Woody Allen se compra una casa en Barcelona

Gràcia ha sido el barrio elegido por Woody Allen para establecer esta segunda residencia que, sin duda, le va a proporcionar un estilo de vida tranquilo y en pleno centro de la ciudad. Todo apunta a que la vivienda mantiene un estilo moderno, aunque con toques clásicos, y con las comodidades contemporáneas. Un lugar que, también, le sirve como inspiración y como un lugar de paz, donde poder dar rienda suelta a su imaginación. Lo cierto es que la relación del cineasta con España es larga, compleja y muy significativa tanto en el ámbito cinematográfico como en el personal. A lo largo de los años, el cineasta neoyorquino ha mostrado un vínculo especial con el país, que se ha convertido en uno de los lugares donde ha trabajado con mayor libertad y reconocimiento fuera de Estados Unidos.
España ha sido uno de los escenarios principales de su cine europeo. Tras sus dificultades para financiar películas en Estados Unidos durante la década de los 2000, Allen encontró en España un apoyo firme gracias a productoras locales como Mediapro, que financió varias de sus películas. La más destacada de ellas fue Vicky Cristina Barcelona (2008), rodada en Barcelona, Oviedo y Avilés, y protagonizada por Javier Bardem, Penélope Cruz y Scarlett Johansson. Esta película no solo le dio a Cruz un Óscar, sino que también consolidó la conexión artística entre Allen y el país. Además, Allen siente una gran admiración por la cultura española, especialmente por la música y la arquitectura. Ha expresado en diversas entrevistas su fascinación por el ambiente de las ciudades españolas, su historia y su arte. También es conocido su gusto por el jazz, lo que le ha llevado a tocar con su clarinete en distintos escenarios españoles, incluyendo el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz y actuaciones en Madrid y Barcelona.
Gràcia, un barrio bohemio, clásico y muy auténtico
En el plano personal y mediático, España también ha sido un refugio para Allen en tiempos de controversia. Mientras que en Estados Unidos ha enfrentado críticas y cancelaciones por las acusaciones de abuso sexual, en España sigue recibiendo apoyo de parte del público y de muchas figuras culturales. En 2023, por ejemplo, estrenó en el Festival de Cine de Venecia Coup de Chance, pero presentó el filme ante el público español con gran acogida, especialmente en San Sebastián, donde ya había sido homenajeado años atrás. Ahora, Allen ha decidido invertir en nuestro país. Concretamente en el barrio de Gràcia, uno de los más emblemáticos y con más personalidad de la ciudad. Situado al norte del Ensanche, fue antiguamente una villa independiente hasta que se anexionó a Barcelona en 1897. Aun así, conserva un fuerte espíritu de pueblo, con calles estrechas, plazas llenas de vida y una comunidad que mantiene una identidad muy propia, diferente del bullicio del centro urbano.

Uno de los rasgos más característicos de Gràcia es su ambiente bohemio y artístico. A lo largo de las décadas, ha sido refugio de artistas, intelectuales, músicos y jóvenes creativos que buscan un entorno auténtico y alternativo. Este espíritu se refleja en sus numerosas galerías, talleres artesanales, librerías independientes y pequeños cines. También en sus bares y cafeterías, que mezclan tradición catalana con una estética moderna y multicultural. El corazón de la vida en Gràcia son sus plazas, como la Plaza del Sol, la Plaza de la Villa de Gràcia o la Plaza del Diamante. Estos espacios funcionan como puntos de encuentro donde vecinos y visitantes se reúnen para charlar, tomar algo o disfrutar de actuaciones callejeras. En verano, las terrazas se llenan y las calles adquieren un ambiente relajado pero vibrante, típico de la vida barcelonesa.
Un momento clave en el calendario del barrio es la Fiesta Mayor de Gràcia, que se celebra cada agosto. Durante una semana, las calles se decoran con elaboradas creaciones hechas por los propios vecinos, compitiendo por el premio a la mejor decoración. La fiesta combina tradición popular, música, gastronomía y creatividad, convirtiéndose en uno de los eventos más esperados de la ciudad y un símbolo del orgullo vecinal de Gràcia. Además, Gràcia es un barrio diverso y multicultural. Conviven familias de toda la vida con jóvenes llegados de distintos países, lo que da lugar a una mezcla de idiomas, costumbres y gastronomías. A pesar de la gentrificación que ha transformado parte del barrio, aún se percibe un fuerte sentido de comunidad y una defensa activa del comercio local y las tradiciones.