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La casa de campo de Buenafuente y Silvia Abril se construyó en el año 1900 y tiene un aire rural

El presentador catalán y la colaboradora se compraron un bonito chalé en la localidad de Cabrera de Mar

La casa de campo de Buenafuente y Silvia Abril se construyó en el año 1900 y tiene un aire rural

Buenafuente y Silvia Abril, en una imagen de archivo. | Gtres

Andreu Buenafuente y Silvia Abril siempre han querido vivir muy tranquilos. Es por eso que, en los años 90, se compraron una bonita casa a las afueras de Barcelona. Concretamente, en la localidad de Cabrera de Mar, a unos 30 kilómetros de Barcelona y donde han establecido su refugio familiar, junto a su hija Joana, rodeados de mucha naturaleza y cerca del mar. Allí la familia vive rodeada de mucha naturaleza y, sobre todo, de demasiada tranquilidad.

Silvia y Andreu se conocieron en 2006, cuando la ficharon como colaboradora para el programa del presentador catalán. En ese espacio ella interpretaba distintos personajes, entre ellos uno muy popular, la Niña de Shrek. Fue allí donde surgió un primer acercamiento, en el marco profesional, que poco a poco derivó en algo más íntimo. El inicio fue bastante natural: según Buenafuente, Silvia se acercó a su mesa en directo, disfrazada, levantó la falda del disfraz, y aunque la audiencia la vio como personaje, él sintió algo distinto, notó que la veía ya como Silvia, no solo como «niña de Shrek». A partir de ahí, hubo conversaciones, cenas, visitas mutuas… hasta que en un momento dijo: «Nos deberíamos dar un beso ya». Fue ese momento en que empezaron formalmente como pareja.

Así es la casa de campo de Buenafuente y Silvia Abril en Cabrera de Mar

Con el paso del tiempo, su relación se fue consolidando y, por eso, Silvia decidió mudarse a la casa que Buenafuente se había comprado a las afueras de Barcelona. En 2012 nació su primera y única hija en común, Joana. Cinco años más tarde decidieron casarse. Lo hicieron por lo civil en una ceremonia íntima en el Ayuntamiento de Barcelona, sin que atrajera demasiado la atención. Sobre su relación, la colaboradora ha contado que «se enfadan muy poco» y que su conexión es muy fuerte. Además, el humor es clave y guarda un hueco muy especial entre ambos. Han mantenido en general un perfil reservado sobre los aspectos más íntimos de su vida sentimental, aunque no esconden su afecto ni sus valores comunes.

La casa está ubicada en Cabrera de Mar, en la comarca del Maresma, a unos 30 kilómetros de Barcelona. Data del año 1900 y tiene un carácter histórico que la pareja ha respetado y reforzado con reformas adaptadas a sus gustos contemporáneos. La finca tiene más de 400 metros cuadrados de parcela, lo que proporciona unas dimensiones considerables al jardín, la piscina y las zonas de naturaleza de alrededor. En varias ocasiones, la casa ha sido discreta como «una joya arquitectónica», combinando elementos rústicos tradicionales con intervenciones y reformas más modernas.

La casa conserva elementos tradicionales con su toque más personal

El entorno de chalé, sin duda alguna, es uno de los mayores valores de la casa; está rodeada por bosque, caminos de tierra y vegetación y mucha privacidad. Es más, desde este zona se puede ver unas increíbles vistas de la zona del Maresme y del mar. Uno de los elementos visuales más distintivos es el arco de piedra natural que sirve como entrada a la casa, junto con muros de piedra que delimitan la finca y dan un aire rústico. En el exterior hay una piscina rectangular, acompañada de una terraza, hamacas, zonas tipo chill out y porche cubierto con sofás. También se menciona que hay un huerto para uso doméstico, espacios para meditación o yoga, así como una zona de juegos y hasta una cama elástica para su hija.

En el interior podemos ver, según lo que comparten en sus redes sociales, que mezclan lo rústico con lo moderno. Así, predominan los tonos claros, los materiales nobles –como la madera y la piedra– y grandes ventanales que permiten que entre la luz natural en las habitaciones y hacia el exterior. El salón principal es amplio y diáfano, con escaleras de caracol que conectan con la planta superior, e integra una zona de piano de cola negro que suele ubicarse junto a grandes cristaleras hacia el jardín. La cocina está abierta abierto al comedor-salón con una isla central y varios acabados modernos, integrando cierta funcionalidad y diseño contemporáneo, sin romper con la esencia de esa construcción antigua.

En el baño cuentan con elementos neutros como azulejos grisáceos/blancos, lavabo cerámico y espejos circulares decorados con fotografías familiares. Además, toda la casa está decorada con objetos personales con fotografías de la familia, libros, una vinoteca y esculturas pequeñas. La residencia está pensada para la convivencia familiar, la desconexión y también para el espacio creativo. Uno de los espacios más especiales es el estudio o taller de Buenafuente donde pinta, dibuja y diseña su faceta más personal. En los últimos tiempos, la casa ha sido reformada con mucho cariño, manteniendo la fachada, los muros de piedra y ciertos detalles más tradicionales.

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