La historia de Karlos Arguiñano y María, su hija adoptiva: la conoció cuando vivía en Argentina
El chef cruzó el charco para presentar varios formatos en la televisión argentina como ‘Karlos Arguiñano en tu cocina’

Arguiñano y María, en un collage. | Gtres y Hotel Karlos Arguiñano
Karlos Arguiñano es un hombre que siempre ha estado acompañado de su familia. El cocinero confió, ya hace mucho tiempo, en sus hijos para llevar el negocio familiar, mientras que su mujer, Luisi, también ha sido un pilar fundamental dentro de su hotel-restaurante. Y es que, cada uno de ellos, tiene otorgado un papel de responsabilidad, uniéndose y combinándose para dar lo mejor de sí. Una de esas piezas importantísimas, sin duda, es María Torres, la hija adoptiva de Karlos Arguiñano, quien se encuentra en las cocinas del restaurante y que ha ido ganando responsabilidad con el paso del tiempo.
Karlos, Luisi y María se conocieron cuando él estuvo trabajando, durante una temporada, en Argentina. Fue Buenos Aires la ciudad que le acogió, junto a su familia, para explorar nuevos caminos dentro de su carrera profesional. Su salto a la televisión nacional en España se produjo en los años 90. En 1991 empezó a presentar en Televisión Española (TVE) el programa El menú de cada día. Un tiempo más tarde fue cuando decidió cruzar el charco. Aunque, eso sí, no se sabe con exactitud cuánto tiempo estuvo residiendo en el país argentino. «Durante los años que estuve en la Argentina pasé a formar parte de muchos hogares. Era uno más de la familia», contó en una entrevista.
La etapa de Karlos Arguiñano en Argentina

En Argentina, Arguiñano presentó programas de televisión de cocina. Por ejemplo, en el canal ATC (Argentina Televisora Color) en 1996-1997, llevó las riendas del programa llamado Karlos Arguiñano en tu cocina. Luego estuvo en el canal Canal 13 (Argentina) entre 1997-2000. En esos años, además, siguió demostrando su estilo; accesible, con humor, cercano, y enfocado en recetas que la gente corriente podía hacer en casa. También, ha recordado en varias ocasiones, disfrutó de la gastronomía del país y contó que comió junto al entonces presidente Carlos Menem. Aunque eso sí, también ha querido señalar las limitaciones que tiene el país, según sus propias palabras, en cuanto a verdura, pescado y legumbres.
En más de una ocasión, Karlos ha contado que considera Argentina «su segundo país». Es más, durante esa temporada que estuvo grabando, vivía a caballo entre Argentina y Guipúzcoa, la tierra donde se ha criado. Profesionalmente, esta experiencia le permitió internacionalizar su imagen, no solo en España sino también en Sudamérica. Le abrió un nuevo público y amplió su alcance mediático. Además, también le permitió ver de cerca la gastronomía argentina, su cultura alimentaria, y conocer otro mercado televisivo distinto. En ese tiempo, además, el chef conoció a María, que aprendió de su cocina «observando al mejor». Luego, viajó al País Vasco para formarse como chef y trabajar en el negocio familiar.
María, su hija adoptiva, ya mostraba pasión por la cocina
María Torres nació en Argentina a mediados de los años 70. Cuando se conocieron el chef y María, ella ya había mostrado alguna que otra predilección por la gastronomía. Una vez en España, María ingresó a la escuela de hostelería que el propio Arguiñano fundó, la Escuela de Hostelería Aiala en Zarautz, donde obtuvo formación profesional en cocina. Además, se especializó en repostería, trabajando con mentores como Eva Arguiñano y Joseba Arguiñano, lo que le permitió desarrollar un dominio en masas, cremas, hojaldre y técnicas de postres. En el restaurante del chef, como ya contamos en THE OBJECTIVE, María trabaja como jefa de cocina, especializándose en la parte de postres y de la supervisión de las comandas.

Trabaja mano a mano con su hermano Zígor Arguiñano, como parte del equipo de cocina del establecimiento. María mezcla, además, en sus elaboraciones, lo contemporáneo con lo más clásico. Aunque no lleva el apellido Arguiñano, María es considerada «una más» de los siete hijos del matrimonio Arguiñano-Ameztoy. Sus hermanos la tratan como tal y ella misma ha declarado sentirse a gusto con la familia adoptiva: «Son mis padres adoptivos, mis hermanos, trabajamos de igual a igual. ¿Dónde podría estar mejor?». La adaptación a Zarauz no fue tampoco especialmente fácil, ya que ella venía de una ciudad muy grande y consideraba a la localidad vasca un «pueblo pequeñito» y que estaba «muy limpio».
En todo este tiempo, María se ha erigido como una pieza fundamental dentro de la familia, tanto a nivel personal como profesional. A diferencia de algunos de sus hermanos, prefiere mantenerse en un segundo plano mediático, pero su función operacional en el restaurante le convierte en pieza clave del equipo. Su historia –la adopción, el traslado y su ascenso profesional– aporta una dimensión humana y de compromiso al trabajo familiar.